El Fogar de Bergantiños lleva 28 años premiando los valores sociales

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FOTOS: JOSÉ MANUEL CASAL

Seis personas e instituciones se repartieron el Carballés, Bergantiñán y Galego do Ano 2005 La entrega de los galardones se convirtió en un acto solemne y social de toda la comarca

21 abr 2006 . Actualizado a las 07:00 h.

?l Padroado Fogar de Bergantiños cumplió ayer 28 años premiando la labor de personas e instituciones. «¡Xa fai 28 anos que se celebra isto!», se asombraba el presidente, José Luis Calvo Pumpido, al comenzar. Lo calificó de hito, y dudó de que existiese algún otro acto similar en Galicia de tal parangón. Escuchando las intervenciones posteriores, tanto de premiados como de autoridades, era fácil creerle. Y los premiados fueron seis, entre categorías. Fran Gómez Pallas, Juan Fernández Puga y el Centro Social San Xoán Bautista, Carballés do Ano; las cantareiras de Raigañas, Bergantiñán do Ano; y Carmen Avendaño y Xosé Neira Vilas, Galego do Ano. De todos se elogió su trabajo y esfuerzo, su compromiso con los valores éticos y sociales, su ansia de superación. Al término de la entrega, el presidente de la Diputación de A Coruña, Fernández Moreda, lo sintetizó muy bien: «Detrás dos premiados hai valores, que son os que realmente importan, que son os que o fan merecedores do premio». Del deporte, y con él la disciplina, las metas marcadas, el equipo. De los servicios sociales en tanto que ayuda a los demás, la solidaridad, la convivencia. De recuperación de la cultura popular, «expresión dunha vida que se perde». De la actitud de no resignación. Y de los sentimientos que, dijo, son la expresión del amor a Galicia. Por ejemplo, desde la emigración. «E se vinte anos non son nada, 28, só son algo máis», le respondió a Calvo. El alcalde, Evencio Ferrero, en un discurso preciso y lírico, había hablado antes del «compromiso colectivo», de la entrega y dedicación de los premiados. Y la conselleira Ánxela Bugallo acabó cerrando las intervenciones -el director de la Obra Social de Caixa Galicia destacó antes el estímulo y el reconocimiento que suponen estos actos- enfatizando la vitalidad de una zona (que elogió sin rubor y de la que subrayó el cariño con el que la visita) que recompensa a sus vecinos más destacados y a la que auguró espíritu de permanencia. Fue un gran acto social, y a veces muy emotivo.