El empresario coruñés no atisba el final del túnel, lamenta que no se hiciera caso de las advertencias del sector hace un año y pide más ayuda de las Administraciones
25 jun 2008 . Actualizado a las 02:00 h.«Alertamos hace un año sobre los peligros de criminalizar al sector y nadie nos hizo caso. Dijimos que venía la crisis y no nos escucharon. Ahora pedimos que nos ayuden para salir de la crisis y reactivar la economía. Esperamos que por lo menos nos escuchen». La reflexión es de Ángel Jove Alborés (A Coruña, 1974), presidente de la Asociación de Promotores Inmobiliarios de A Coruña (Aproinco). Casado y a punto de ser padre de su primer hijo, lucha contra la gran recesión que amenaza al sector y critica la falta de atención de la Xunta. «Dictan leyes sin escucharnos y luego su viabilidad tiene difícil salida», avisa.
-¿Cómo va la crisis?
-Si ya veíamos la situación con preocupación hace un año, ahora, la verdad es que para los promotores está llegando a un punto peligroso.
-¿Pasará pronto?
-Saberlo sería ideal, pero nadie puede precisar a ciencia cierta cuándo acabará. Nosotros entendemos que lo peor está por llegar, porque ahora se están acabando obras ya iniciadas antes de la recesión. Lo peor llegará a finales de este año y, sobre todo, el próximo.
-¿Cómo ha afectado la crisis a la provincia coruñesa?
-Digamos que el impacto ha sido menor que en el resto de España, porque aquí el motor de la promoción es la primera residencia y es lo que menos se ha resentido, pero también hay un incremento del paro, un descenso de las ventas en picado y muchos problemas económicos en general para el sector.
-Sin embargo, la gente asocia promotor a millonario.
-Pero es que eso es una falacia. La mayor parte de las sesenta mil empresas que se dedican a la promoción inmobiliaria en España son pymes, empresas familiares que desarrollan esa actividad como cualquier otra persona. El problema que hay es que tras el espejismo del dinero fácil llega mucho intruso y eso se traduce en la mala imagen del sector, que desde nuestro punto de vista es inmerecida, porque somos trabajadores como los demás, a pesar de que algunos nos han demonizado. Nos han llegado a llamar alicatadores de la costa, depredadores de la costa y muchas otras cosas. Y esa percepción negativa no hace más que afectarnos y aumentar la crisis. Yo siempre repito que no se nos puede meter a todos en el mismo saco.
-¿Qué soluciones vislumbra su colectivo?
-Pedimos que nos escuchen y que nos ayuden, como a cualquier otro ramo. Por poner un ejemplo, un tercio del transporte, ahora tan de moda, depende de la construcción. Y alrededor del 35 por ciento del movimiento económico está relacionado con la promoción. Queremos que se nos atienda, que se flexibilice la relación con las entidades financieras y nos den apoyo mediante algún tipo de beneficio fiscal. Hace falta un gran pacto de todos los sectores implicados. De momento, ya hay algún guiño, pero la legislación, con las normas de hábitat o la ley de la costa, hace que muchos proyectos sean inviables.
-¿Y ello redundará en un descenso de los precios de los pisos?
-Yo creo que, al margen de algún caso puntual, esa situación no se va a producir. Lo que sí va a haber es un estancamiento.
Los precios de las viviendas se estabilizarán, pero no bajarán.
¿Que si es buen momento para
comprar? Yo le diría a aquellas personas que tengan intención
de hacerlo, que lo hagan, porque el problema es que cuando se reanude la actividad, es probable que no haya demanda suficiente para atender a todas las personas.