«Ayudamos a una familia con una niña anoréxica de 8 años y otra de 16, y consiguieron salir adelante»
CARBALLO
En junio del 2004 cinco familias, con personas a tratamiento en la Unidad de Desórdenes de la Alimentación (UDAL) del Hospital de Conxo, promovieron la Asociación de Bulímia e Anorexia de Galicia (Abagal). Ahora son un centenar de asociados, aunque ofrecen ayuda a casos que no pertenecen a la entidad, en el centro sociocultural Aurelio Aguirre, de lunes a viernes de 9.00 a 14.00, y los miércoles de 17.00 a 20.00 horas. «Atendemos también por teléfono, por correo electrónico. Y tenemos el teléfono operativo las 24 horas del días», indica su presidenta.
-¿En qué ha cambiado la situación en este período?
-No ha cambiado prácticamente nada: tenemos absolutamente los mismos medios, se habla de los trastornos de la alimentación si organizamos una rueda de prensa o porque ocurrió algo muy desagradable, que alguien se murió. El resto del año las familias y quienes sufren esta enfermedad lo viven en soledad y como pueden, malamente. No se mejoró en absoluto.
-¿Qué les recomiendan a quiénes les piden ayuda? ¿Hay salida para estos trastornos de la alimentación?
-Sí que la hay, aunque es muy difícil. En la asociación recibimos casos de toda Galicia. Ayudamos a una familia con una niña anoréxica de 8 años y otra de 16, y consiguieron salir adelante. La más pequeña la trataron en el Clínico y la adolescente en la UDAL del Hospital de Conxo. Nuestra asociación colaboró, trabajamos con ellos y salieron. Si se abordan desde muy pronto estos problemas, y hay suerte, el pronóstico puede ser bueno. Aunque hay gente que vive auténticos infiernos, tanto personas afectadas como sus familiares, y que no los trata absolutamente nadie.
-¿Y hay personas que no quieran tratarse?
-También, muchas veces no queda más remedio que ingresar a la fuerza, en caso necesario; y si la persona afectada es mayor de edad hacer ingreso por vía judicial porque peligra su vida. Se han dado casos en este tiempo.
-¿Cuándo una familia, o una persona allegada, debe preocuparse por existir riesgo de anorexia o bulimia?
-El síntoma más evidente es que haya un comportamiento extraño respecto a la comida, que la paciente se niegue a ingerir alimentos o que los restrinja. Por ejemplo, que no quiera carne o pescado, que insista en pedir ensaladas. Y con el rechazo a la alimentación suele convivir el aislamiento: estar siempre en casa sola, negarse a salir.
-¿Qué ha ocurrido con el piso terapéutico que se había anunciado en la ciudad?
-Ese piso terapéutico estaba escogido, era en Vite, muy bonito, con capacidad para por lo menos 8 pacientes, muy bien distribuido, y no se supo absolutamente nada más. Lo habíamos tratado con la anterior Xunta, con la Dirección Xeral de Xuventude, en su día incluso con alguien de la Consellería de Vivenda. Y se conoce que alguien que mandaba más habrá dicho que no, que no había piso. Quedamos a la espera de una reunión para ver cómo se iba a gestionar ese piso. Y seguimos a la espera.
-¿Qué opinan de la polémica que surge en ocasiones, como en la Pasarela Cibeles, a causa de la anorexia?
-Nos pueden querer vender la moto de la pasarela Cibeles, pero no deja de ser una publicidad para esa pasarela. Porque si resulta que tenemos que hilar tan fino hasta el extremo de medir el índice de masa corporal a una modelo para ver si desfila o no, es que estamos enfermos todos. No hay más que ver el aspecto físico de una persona para saber si si, o si no.
-¿Tienen respuesta satisfactoria en la red sanitaria?
-Hay casos de incomprensión, por ejemplo en atención primaria: el médico manda hacer una analítica, y como en el primer momento esté bien resulta que eres una mamá histérica. Y a veces dejan pasar los meses sin hacer nada, no entienden este problema tan serio y tan complicado para nosotros.