«Os da miña xeración fomos privilexiados, porque tiñamos o castelo para xogar»
CARBALLO
Con solo ocho años y mucha imaginación el actor vimiancés inició una carrera artística repleta de éxitos
13 jul 2010 . Actualizado a las 02:00 h.Vicente Mohedano Mira, Vicente de Souza, recuerda perfectamente la primera vez que se subió a un escenario. Tenía apenas ocho años y estudiaba tercero de EGB en el colegio de Vimianzo. «Daquela había uns profesores moi inquietos, como Rafael ou don Diego, que poñían verdadeira paixón no que facían e estaban moi interesados en levar adiante cousas diferentes», rememora. Su debut fue con la obra O Fotógrafo , un montaje para el que el pequeño Vicente fabricó una cámara de fotos como las de antaño, «cunha caixa de zapatos e tres canas coas que fixen o trípode», cuenta con una sonrisa pícara que vuelve a su rostro cuando echa la vista atrás para hablar de su infancia.
Una infancia en la que prevaleció la imaginación y en la que la fortaleza medieval de los de Altamira jugó un papel fundamental. «Os nenos da miña xeración fomos uns privilexiados, saías as catro da tarde da casa e ninguén se preocupaba por ti e, ademais, tiñamos no castelo un parque de xogos único», cuenta Mohedano. «Os muros da fortaleza eran o noso rocódromo particular. Gabeabamos por todas partes e faciamos probas para entrar no grupo. Só sobrevivían os máis fortes», dice aparentando una seriedad con la que, seguro, contaría la misma historia un niño de diez años. «Todo arredor había unha foresta incrible onde faciamos cabanas e con follas de acacia fabricábamos unhas plumas que despois suxeitabamos ha testa coas ramas das palmeiras. Coas canas faciamos frechas... ¡Moito temos loitado contra os de Casais!», recuerda Vicente, un actor que hoy en día está involucrado en numerosos proyectos, entre ellos la exitosa serie de V Televisión Para mariñeiros nós , en la que interpreta al tabernero Reimundo. «Os guións [de Suso Lista y Omar Rabuñal] teñen xenialidades, hai días nos que non podo parar de rir», dice.
También se ríe cuando recuerda el susto que se llevaron al creer que los de Casais, eternos enemigos de los niños de la plaza de Vimianzo -«aquí tamén había barrios», aclara-, les habían robado la caja en la que guardaban los donativos de los turistas que se acercaban hasta el castillo, por entonces derruido. «Faciamos de guías e tiñamos un peto na porta, pero un día desapareceu e vaia desgusto levamos», cuenta. No recuerda a cuánto ascendía el tesoro -«pouco, seguro»-, pero sí que fueron él y sus amigos los que llevaron a cabo, adelantándose a la Diputación, la primera reforma de la fortaleza. «Puxémoslle o piso a torre», explica sin entender hoy cómo ninguno de ellos se abrió la cabeza entre las ruinas.
La infancia de Mohedano fue una niñez al aire libre, pero también muy ligada a la televisión. «Crecín nun bar e recordo perfectamente como quedaba sentado no mostrador para ver todos os programas que poñían», explica. Habla del mítico Casa Mira, hoy ocupado por otro mítico restaurante, O Castillo, donde su vocación de actor no hizo sino crecer. «Impresionoume, creo que foi a finais dos setenta, unha versión da Odisea de Homero que fixeron Els Joglars. Rompéronme os esquemas. Algúns dos meus amigos tamén a viran e foi a conversa que tivemos durante todo o verán», dice. También disfrutaba con las propuestas de Estudio 1 : «Iso si que era cultura creativa de verdade».
Cuando le llegó la edad de acudir al instituto, Vicente Mohedano, se mudó a A Estrada, donde vivía su madrina, pero los veranos siempre fueron para Vimianzo. En la localidad pontevedresa continuó con su vocación teatral. «Fixemos varios espectáculos que tiveron certo éxito e que levamos fóra do centro, e aínda recordo que tras acabar unha obra escoitei como alguén dicía: 'Hai quen pensa que por estar aí, nun escenario, vai poder vivir disto'. Non o esquecerei nunca», indica. No lo olvida porque él sí que ha podido vivir de aquello que entonces hacía por pura afición. Y su currículum, extensísimo en teatro, cine y televisión, avala su trayectoria. Un camino que inició en tercero de EGB y que después continuó en el mítico grupo Chévere, que fundó junto a Miguel de Lira, o en Centro Dramático Galego. Un currículum que incluye la participación en conocidísimas series y en un gran número de películas. Una trayectoria que comenzó a gestarse entre las antiguas piedras del castillo.