La imagen de los chiringuitos de venta todo tipo de objetos en el acceso al faro de Fisterra, uno de los puntos más visitados de Galicia, ya es historia. Al menos en teoría, porque la práctica diaria dirá si realmente se cumple la nueva normativa municipal.
El jueves a última hora, el ejecutivo local comunicó a los vendedores habituales que tenían que desalojar esa zona. Solo tiene permiso el empresario que ganó el concurso municipal para gestionar una de las dos casetas de madera situadas junto a la primera explanada, que incluye el mantenimiento del baño.
No obstante, queda la otra caseta por ocupar. La adjudicataria inicial en el concurso, al que se presentaron seis empresas, renunció y la mesa de contratación debe reunirse de nuevo para determinar cuál ocupará su lugar, técnicamente la siguiente por puntuación.
Justamente ayer el portavoz del BNG fisterrán, Modesto Fraga, exigió al alcalde que la convoque «de xeito inmediato». En el pleno del pasado día 7 los concejales acordaron que debería celebrare «no prazo máis rápido posible, falouse de dous ou tres días», pero aún no ha ocurrido, argumenta el edil nacionalista. La mesa deberá ratificar el acuerdo de de la reunión del 24 de julio en la que se adjudicaba la caseta a la siguiente oferta más ventajosa, una vez conocida la renuncia de la titular, que también se llevó la otra.
«No BNG estamos moi preocupados coa maneira en que se está a levar este asunto, xa que a tempada de verán está a piques de rematar e, de non se actuar coa máxima dilixencia, as persoas que optaron a este concurso público poden estar sufrindo moitos prexuízos económicos, que a Administración non debe consentir».
Fraga Moure acusa al gobierno local de «falta de tacto e absoluta desidia», tanto en este tema como en la promoción del turismo local.