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Cuarenta vecinos de la zona recorren la región de Normandía
25 ago 2012 . Actualizado a las 07:00 h.Las tierras de Normandía están abonadas con cadáveres de héroes. A lo largo de los siglos este territorio galo fue escenario de múltiples guerras y conquistas. La última cita bélica en estos parajes fue el Desembarco del 6 de junio de 1944, que supuso el principio del fin del terror nazi. Es una buena razón para visitar estos lugares, a dos años del 70 aniversario del martirio de 100.000 soldados que dieron su vida aquí por salvar la libertad en Europa. Además hay otros motivos en el programa, como la continuación de la ruta del megalitismo atlántico y el análisis de los Finisterres europeos. A esto se dedican los cuarenta expedicionarios del Seminario de Estudos Comarcais da Costa da Morte que desde hace cuatro días recorren esta región de Francia.
El periplo comenzó el martes en Gijón, donde los excursionistas tomaron el ferry Norman Asturias, de Bari (Italia) y tripulado por muchos portugueses, para viajar hasta San Nazaire, en la desembocadura del río Loire. La travesía fue plácida para unos y no tanto para otros, que tuvieron que echar mano de la biodramina para superar el trance. Ya en carretera, el desplazamiento en autobús discurre entre explicaciones sobre historias de reyes y duques impartidas por Xosé María Lema Suárez, presidente de la entidad organizadora, que también va dando pincelas sobre aventuras de piratas y corsarios que surcaron estos mares. Mientras el ómnibus va desgranando kilómetros se suceden territorios rurales que fueron campos de batalla y que hace 68 años quedaron sembrados de muertos. La primera visita fue a Granville, ciudad de la baja Normandía que alberga el puerto pesquero en el que más moluscos se descarga en toda Francia. En su ciudad alta alberga una iglesia recuperada de los bombardeos y varios búnkeres del ejército nazi. Es el Muro del Atlántico, cuyo derrumbe tanta sangre costó a los aliados.
Son pueblos en los que las iglesias aún sobresalen por encima de los demás tejados, lo que despierta comentarios sobre la necesidad de que los pueblos de la Costa da Morte recuperen su verdadera esencia urbanística. La primera jornada sobre esta tierra, que fue la cuna del impresionismo francés, concluyó en Saint-Lo, la capital de las ruinas, en la que hay un monumento a los caídos casi en cada esquina. Su catedral de Notre Dame fue restaurada después de los bombardeos pero en su fachada occidental dejaron una parte cortada a pico para no ocultar las consecuencias de la destrucción.
La tercera jornada fue repartida entre los naufragios y el Desembarco. La primera parada que realizó Pablo Bustelo, el conductor de Láraza que incluso es capaz de sacar del maletero las viandas para un ágape cuando los expedicionarios están más hambrientos, fue en Sainte Mere Eglise. Un paracaidista, Jhon Still, quedó colgado en el campanario del templo la noche del 5 de junio de 1944. Como se hizo el muerto, logró sobrevivir. El siguiente punto de destino fue el cabo La Hague, un lugar que se podía comparar con alguno de la Costa da Morte. En sus costas sucedieron innumerables naufragios, lo que ha llevado a convertirlo en el segundo punto de visitas de Normandía. Otro Finisterre que tiene el faro, Le Goury, en un islote a unas decenas de metros de la costa y placas sobre víctimas en el mar en varios emplazamientos. En su estación de salvamento se mantiene las embarcaciones en dique seco, se pueden ver las listas de los rescates desde 1871 y venden souvenirs sobre el mundo del socorrismo. Los centinelas del mar son aquí un mito, en un lugar que hubo desgracias como la del buque Luna, con 101 víctimas. Ocurrió el 17 de febrero de 1860.
Hacia el objetivo
El viaje continuó por Barfleur, un pequeño puerto pesquero muy importante en la Edad Media y en el que supieron conservar toda su arquitectura tradicional, y Gatteville, cuyo faro construido en 1834 es el segundo más alto de Francia. Tiene 74 metros y tantos escalones como días tiene un año. La aldea conserva una iglesia que todos fotografiaron por su torre del románico normando.
Sin embargo, el objetivo principal era Pointe du Hoc, que el día 6 de junio de 1944 se convirtió en el punto principal del cruento desembarco. Ese día y en estos acantilados perdieron la vida la mayor parte de los soldados americanos que intentaban tomar las baterías nazis. El escenario de la tragedia y de innumerables películas y documentales es visitado cada año por cuatro millones de personas. Las olas mueren inocentes sobre las arenas, que en el ambiente parecen aún ahogados los gritos de los héroes que un hace 68 años dieron aquí su vida por la libertad.
En ruta seminario de estudos comarcais