
El tiempo pasa tan deprisa que a veces da la sensación de que nos roba los días. Pasa tan rápido que aquellos veinteañeros que decidieron independizarse de la Escola Municipal de Actividades Escénicas de Malpica para tomar sus propias decisiones hoy ya son treintañeros, y el proyecto que iniciaron, la Asociación Cultural Malante, celebra ya su primera década de vida. En realidad nació el 23 de agosto del 2003, pero la junta directiva ha decidido adelantar la fiesta de cumpleaños para el próximo fin de semana porque así coincidirá con la Festa Galega. «Pareceunos que sería o marco idóneo, porque, ao fin e ao cabo, o que nós facemos é música galega», explica Tania Doldán, que, aunque no ocupa ningún cargo en la junta directiva, fue una de las fundadoras y es el alma máter de Malante.
Aunque la banda de gaitas es «o noso orgullo», la asociación imparte clases de baile, canto, percusión y «todo o que teña que ver co folclore galego» a más de ochenta alumnos. Este año han empezado 23 niños de tres años, lo que parece garantizar el relevo, pero hay también veteranos que no andan muy lejos de los ochenta y que «dannos clases a todos, fano estupendamente», asegura Tania.
Todos ellos participarán en la fiesta de cumpleaños, que arrancará ya el día 16 con una gala que promete espectáculo y la presentación del nuevo logotipo de la entidad, que mantiene «a esencia» del anterior pero que se ha modernizado. El sol con forma de pandereta y la ola representan la fusión del folclore con el paisaje malpicán. Al fin y al cabo, Malante toma su nombre de una de las islas Sisargas. Y el sábado, más fiesta, esta vez en compañía de las bandas de Ortigueira, Ponferrada y Laxe, en un desfile que recorrerá las calles de Malpica, y que tendrá que finalizar soplando las diez velas.
Generación del 74
Si a los fundadores de Malante se les han pasado rápido estos diez años, ni que decir que para la generación del 74 que estudió en el antiguo colegio San Adrián (hoy Beo-Seaia), también en Malpica, el tiempo ha volado. Algunos no se veían desde hace años, pero el sábado por la noche volvieron a encontrarse gracias a la iniciativa de compañeros como Venancio Mato y a las redes sociales. De hecho, Facebook jugó un papel esencial para poner en contacto a antiguos compañeros que ahora viven en otros municipios e incluso en otros países. Alrededor de cincuenta, prácticamente todos, acudieron a la convocatoria, y recordaron viejos tiempos (o no tan viejos) con una cena en el asador A la brasa, de Cerqueda. «Para nós foi algo moi bonito», aseguró Venancio.
Cuarenta años
Sí, puede parecer que 40 años no es nada, sobre todo en la vida de un centro educativo largamente centenario, pero lo son y mucho. Toda una vida. Así que los reencuentros después de tantas décadas deben ser proporcionales: grandes e inolvidables. Fue lo que hicieron los que fueron alumnos del ahora instituto Fernando Blanco de Lema de Cee, el que para aquellas generaciones sigue siendo «o colexio». La promoción que terminó sus estudios en el curso 72-73, al acabar sexto curso, se reunió el sábado (eran 42, aunque solo se pudieron juntar 36) para volver a ver las aulas, el material que compartieron, ahora bien clasificado en el museo de la Alameda (guiados por sus responsable, Darío Areas) y, sobre todo, reencontrarse con un espacio en el que pasaron mucho tiempo juntos. Aunque las edades no eran uniformes (había desde adolescentes hasta veinteañeros), la mayoría comenzó esos estudios en el curso 1966-1967. Así que ya pronto celebrarán el medio siglo del ingreso.
Naturalmente, hubo discursos. Uno, el más original, ante el propio Fernando Blanco de Lema, personalizado en la escultura situada en la entrada del centro, donde además realizaron una ofrenda floral y cantaron el himno gallego. Fue un gesto simbólico para agradecer a su ilustre vecino el legado educativo del que se beneficiaron tantos ceenses y vecinos de otras zonas de la Costa da Morte, una comarca que no habría sido la misma sin este colegio. También se dirigieron a la actual directora y al responsable de la fundación, elogiando la calidad personal y material que siempre ha acompañado esas instalaciones. Entre los recuerdos de las vivencias perdidas salieron a relucir fragmentos imborrables en la memoria, y aunque cada uno tiene los suyos, seguramente hay muchos nexos. Algunos los enumeró José Antonio Trillo Tomé en un entrañable discurso.