«¡Malpica está tomada por la Guardia Civil!», comentaron dos vecinos que salían del entorno de la rúa Rueiro da Praia. Una residente dijo haber visto catorce coches patrullas aparcados en el principal acceso al casco urbano. A las nueve de la mañana había siete todoterrenos. El resto habían abandonado el lugar. Sin embargo, el despliegue era como para tenerlo en cuenta. Un amplio cordón, comandado por agentes del Servicio de Intervención Rápida de la Guardia Civil impedían el acceso al edificio desde una hora y cuarto antes de proceder al derribo. Se quería evitar, según apuntaron fuentes policiales, «posibles disturbios como los acontecidos estos días en Gamonal, en Burgos por lo que la Subdelegación del Gobierno tomó medidas de precaución».
También, a cuenta gotas acudieron hasta el malecón amigos, vecinos, familiares, curiosos y representantes de la vida política y económica de Malpica. Ediles de la corporación y el patrón mayor, Genaro Amigo, entre otros, estaban allí.
Entonces comenzaron los primeros gritos en contra del fallo judicial. «¡Se esta casa e ilegal o son todas as demais!», gritaba una vecina. Un primo de Fernando Graña, Juan Andrés Garrido, se cuestionaba la sentencia del TSXG. Lo hacía señalando a un edificio de nueve plantas situado a escasos 70 metros de del 21 de Rueiro da Praia. «¿Ese edificio é legal e o do meu primo, con catro pisos, e ilegal? O que ocorre é que hai unha xustiza para os ricos e outra para os pobres», dijo. Finalmente, el despliegue policial quedó desmontado entre vítores y aplausos de los allí congregados.