Vínculos de la actualidad con la Semana Santa

DANIEL TURNES rey

CARBALLO

BASILIO BELLO

PLUMAS CON MANDO | Escribe Daniel Turnes, arcipreste de Soneira | Hoy lloramos con las madres de Ucrania que lloran a sus hijos caídos

10 abr 2022 . Actualizado a las 22:05 h.

Por un «feliz nombramiento» me he quedado, este año, sin predicador de la Semana Santa. Llevo muchos años con la suerte de estar acompañado por un sacerdote en mi parroquia, y liberado de predicar en estos intensos días. Después de quince años, sin tomar la palabra en los oficios, este año me ha tocado prepararme todo aquello que a uno le gustaría y debería decir.

Qué duda cabe que las noticias de estos días, de las que difícilmente podemos escapar, nos afectan y nos plantean interrogantes. Mi preocupación por la situación que estamos viviendo, me llevó a la siguiente reflexión: ¿Por qué no establecer un vínculo de los acontecimientos actuales con lo que celebramos los cristianos en Semana Santa? A continuación, expongo un esbozo de pequeñas ideas que me fueron surgiendo.

Domingo de Ramos. Cuando Jesús entraba en Jerusalén y era aclamado por la gente sencilla, otros, los herodianos y los fariseos, escondidos tras los muros del templo, urdían y maquinaban planes de muerte. Parecería un resumen de la historia de la Humanidad. Mientras los sencillos reciben la buena noticia del amor y la fraternidad, otros provocan guerras, invasiones, abusos, terrorismo… Este Domingo de Ramos, hoy, Cristo será aclamado con palmas en las calles de Kiev, o en los caminos arenosos de Mali, o en tantos otros sitios. Mientras los tanques amenazan a los inocentes… Alguien montado en un pollino seguirá predicando la Paz.

Jueves Santo. Mientras unos tienen mucho, otros se mueren de hambre: en Etiopía, en Eritrea, en muchos puntos de África o de Asia, niños rebuscan en el suelo alguna raíz para entretener un estómago hinchado y vacío. Otros en sus palacios banquetean, y algunos recordaremos a aquel que se inclinó ante sus apóstoles, les lavó los pies, y se convirtió Él mismo en alimento para que aquellos que lo recibiesen tuvieran la fuerza necesaria para entregarse y amar. El Jueves Santo, en el mundo entero, es una proclamación abierta y clara de que es posible un mundo nuevo, cuando estamos dispuestos a amar, a repartir y a compartir.

Viernes Santo. Todo es muerte y tristeza en Viernes Santo: contemplar a un Dios que se deja morir, nos abruma y nos llena de dolor. El Inocente es ejecutado, su vida, aparentemente, es el fracaso más radical de la historia del mundo. Ante el Crucificado desfilan los que se creen triunfadores, los que piensan que pueden sacar provecho de la vida a costa del sufrimiento de los demás. Lo miran y sonríen: ¡pobre iluso! No se dan cuenta de que en el suelo ensangrentado ya ha caído la semilla y sin que sepan cómo, irá dando fruto.

ANA GARCIA

Hoy lloramos con las madres de Ucrania que lloran a sus hijos caídos. Con las que en Sudán del Sur temen y no tienen noticia de los suyos, por las que vieron a sus hijos partir en un cayuco y nunca podrán volver a abrazarlos… Stabat Mater. Esas madres no están solas: una Mujer en el cielo, vestida de sol, con la luna bajo sus pies, llora con ellas y cuida a sus hijos.

Domingo de Pascua. El grano de trigo brota y tiene más fuerza que la piedra del sepulcro. El bien y el amor se abren paso en el silencio de la noche y, aunque en ocasiones no lo parezca, van ahogando el ruido del mal. Cuando alguien es capaz de coger su coche y conducir hasta la frontera de Ucrania para recoger a unas personas a las que no conoce de nada, o cooperar un tiempo de su vida, en el tercer mundo, arriesgándose a la enfermedad, al secuestro o a la muerte. Cuando alguien decide ser misionero/a y pasar la vida oculto en una aldea de África, amando y enseñando a amar. Cuando alguien se da, dondequiera que esté. Cuando una madre o un padre enseñan a sus hijos a perdonar y a compartir. Cuando les enseñan a amar y a vivir como Jesucristo nos enseñó. Entonces la luz del Resucitado seguirá brillando en nuestro mundo y anunciando en su humildad un mundo posible, con un futuro mejor… El mundo de la paz y la libertad de los hijos de Dios.

Termino estas palabras deseándoles a todos ustedes, creyentes o no creyentes, una muy feliz Pascua de Resurrección. Que el triunfo del que ha resucitado, y marcado la historia, también sea el vuestro. Y rezo para encontrar el año que viene a otro predicador.