
GALICIA OSCURA, FINISTERRE VIVO | Escribe Luis Lamela | Ya nadie levanta la voz para reclamar su restauración y puesta en valor para su aprovechamiento cultural y turístico
28 ene 2023 . Actualizado a las 04:48 h.Hace algunos años que varios colectivos sociales y políticos reclamaron la reparación y puesta en servicio de la sirena, denominada A Vaca, del faro de Fisterra, para utilizarla como atracción turística. Sin embargo, en la actualidad esta demanda es una reivindicación que permanece en el olvido: ya nadie levanta la voz para reclamar su reparación y puesta en funcionamiento, ni tampoco nada se sabe de la pretendida declaración de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad que pensaba tramitar en 2015 el concello de Fisterra, porque «corre o risco —el sonido de A Vaca— de que se dilúa na memoria do tempo», decían.
Referente para las recaladas de los buques, en la segunda mitad del siglo XIX el faro del cabo Fisterra estaba reconocido por todos los marinos como defectuoso, porque, aún con ligeras nieblas era imperceptible su luz, argumentando que seguramente fuese por su mal emplazamiento, y recomendando la necesidad de trasladarlo a lugar más conveniente en el que no cargasen tanto las nieblas.
Este faro, el del cabo Fisterra, reclamaban que se debería electrificar como el del cabo Vilán, pero con distintos eclipses para evitar confusiones a los buques que en sus viajes del Oeste recalaban en alguno de los dos faros: el del Vilán o el del cabo Fisterra. Una energía eléctrica que sería poco costosa, aseguraban las informaciones, por hallarse próxima a la fábrica de O Pindo, y que suministraría primero a Corcubión y luego a la villa del Santo Cristo.
Y, además, recomendaban instalar una potente sirena, superior a la que en aquel entonces existía, con sonidos que no pudiesen confundirse con los que emitían las de los grandes vapores. Y esa primera sirena del faro de Fisterra fue instalada por un ingeniero francés, encargado de colocar la máquina en el cabo de Fisterra. Terminó la instalación a finales de 1888 y, al practicar la prueba, dio por resultado el oírse por vez primera el silbato, que, en los días de niebla, habría de indicar a los buques donde estaba el cabo.
A principios de 1890 terminó la definitiva instalación en la punta sur del cabo Fisterra, de la sirena de aire comprimido a 144 metros de altura sobre baja mar, produciendo sonidos iguales a 32 segundos entre cada dos. Y durante más de cien años esos sonidos quedaron registrados en el disco duro de los fisterráns que sobrepasan en la actualidad los veinte años [ayer mismo, en el salón de actos del consistorio, un encuentro por la tarde giró en torno a A Vaca y el paisaje sonoro].

En fin, que para determinados nostálgicos quizás siga interesando recuperar el sonido de A Vaca como atractivo turístico, que también..., pero lo que más debería preocuparnos es la falta de entendimiento, cooperación o colaboración entre los entes Autoridad Portuaria, Puertos del Estado y el Concello, que no parece que avancen a velocidad de crucero en sus negociaciones para explotar, cultural y/o turísticamente, las instalaciones del faro, tan simbólica y atractiva edificación, emblemático mascarón de proa del turismo de la Costa da Morte. O quizás sean problemas de competencias y disputas en las normas futuras del Cambio Climático o de medio ambiente, entre la Xunta de Galicia y el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, de la franja litoral, conflictos aún no resueltos que demoran decisiones importantes. Problemas que van y vienen, que siguen siendo motivos de preocupación. Unos por otros, y la casa sin barrer.

Y así pasan los años y sigue cerrado el edificio del faro, en la más atrevida punta del litoral del Noroeste, sin poder obtenerle beneficio alguno: ni público ni privado. Esta es la pura fuerza de los hechos (por cierto, después de muchos años cerrado, hace poco tiempo se utilizó una de las salas del edificio para un acto institucional). ¿Será un indicio de por dónde van a ir las cosas?