El ceense que cantó en el Vaticano y que ha dirigido a más de 300 voces

Marta López CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

ANA GARCIA

Isidro Caamaño, docente retirado, lleva cincuenta años vinculado a la música coral

11 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde que en 1973 fundó su primer coro de voces blancas —en el colegio compostelano en el que entonces daba clase— la presencia de Isidro Caamaño ha sido una constante en el panorama de la música coral de la Costa da Morte. Ahora dirige la polifónica de Cee, pero también estuvo vinculado con la de Carnota, la Lusco e Fusco de Vimianzo, la Atalaia de Laxe, la Fumes do Cal de Ameixenda o la Neria.

«Cando entrei de mestre no colexio Apóstol Santiago estaba de tenor no orfeón Terra a Nosa, fundado polo padre Feijoo, e a directora do centro pediume que fixese eu un coro de voces brancas. Aos tres meses presentámonos a un certame provincial e conseguimos o primeiro premio. Ese recoñecemento foi, quizais, o impulso que precisaba para seguir», dice Isidro. ¡Y vaya si siguió! Al volver del servicio militar ya entró al colegio Manuela Rial Mouzo de Cee, en donde practicaría la docencia durante cuarenta años, y fundó otro coro de voces blancas, ya en 1977. «Levamos moitísimos premios, sobre todo nun certame de panxoliñas e cantos de Nadal que, recordo, facía Política Lingüística», rememora Caamaño.

Formado en solfeo, dirección coral y técnica vocal, en estos cincuenta años ha dirigido tanto a niños como a adultos. Cientos y cientos de vocalistas e incluso a veces varias generaciones de una misma familia. «É algo moi gratificante. Son moi feliz dirixindo», comenta Isidro, que se confiesa «esixente» y «perfeccionista». «Aos coralistas só lles pido que teñan oído e afinen, iso é o máis importante. Logo ensinámoslles a colocar a voz. Nestes anos tiven a sorte de toparme con xente moi seria e esixente á hora de cantar», explica.

Considera que la música coral puede «cambiar vidas» e incluso cumplir una función social. Algo así como una sesión de terapia y de socialización para personas que están solas o que atraviesan momentos complicados. Y, entre tanto, surgen amistades y participan en viajes para enseñarle al mundo sus habilidades.

Este fin de semana, sin ir más lejos, bajarán a Andalucía para cantar el día 13 en el santuario del Rocío, y el 14, en la basílica de la Macarena, cuya hermandad amadrinó la coronación canónica de la Xunqueira. Han tenido muchos viajes especiales, a lo largo y ancho del territorio español, pero hay uno que Isidro recuerda con especial cariño. «Só falar del xa se me poñen os pelos de punta», confiesa. Habla de la vez que cantaron en la basílica de San Pedro, en el mismísimo Vaticano. «Para calquera cristián cantar a dez metros da tumba de san Pedro é o máis grande que hai», considera.

Sangre musical

¿Y de dónde le vino a Isidro lo de la vocación coral? Pues de sus padres, que cantaban muy bien, según dice. Y, después, él se lo trasladó a su hija Rocío, que poco a poco se va haciendo un nombre en la industria musical. «Ata a miña neta, Ainara, vén comigo aos ensaios e xa coñece tódalas cancións. Nútreste do que vas vendo pola casa», dice el ceense.

Ver a su hija sobre las tablas y teniendo tanto éxito con cada lanzamiento es para él un «orgullo», aunque también sabe ser crítico cuando la situación lo requiere y ve algo que pueda mejorar. «Podemos discrepar nalgunha ocasión, pero ela é unha persoa moi preparada, ten os seus estudos musicais. Estou moi orgulloso do traballo que está facendo e creo que vai por moi bo camiño», comenta Isidro. Él tampoco anda escaso en experiencia, pues son nada menos que cincuenta los años que lleva implicado con la dirección coral. Toda una vida dejando huella sobre los escenarios y forjando abanicos de voces que, hoy día, ya no son pupilos, ni siquiera compañeros o amigos, sino miembros de una «gran familia».