El joven Xairo Formoso sufrió una docena de accidentes de tráfico, pero persiste en su afición al motor

m. r. suárez, a. g. CARBALLO / LA VOZ

CARBALLO

ANA GARCÍA

Persona con historia | Pasó dos veces por la uci y, a sus 25 años, ya vivió tres operaciones quirúrgicas. Colabora activamente con el Motoclub Vákner XC, de Dumbría

27 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Xairo Formoso Ramos (A Picota-Mazaricos, 1999) recibió el alta médica hace apenas unos días. Viene de recuperarse de un accidente de tráfico, el enésimo en sus apenas 25 años. Es un aficionado al mundo del motor, lo que lo llevó a accidentarse en numerosas ocasiones. En otras, no tuvo suerte. «Estaba co coche parado nun semáforo, e rebentáronme por atrás. Rompéronme a muñeca», relata sobre el último siniestro vivido.

Fue con 18 años recién cumplidos cuando sufrió el más grave de los relacionados con los coches y las motos. Conducía su motocicleta, con una acompañante, la que por entonces era su novia, cuando chocó frontalmente contra un coche. «A estrada era estreita, estaba sen pintar, e empezaba a ser de noite. Eu ía, tamén, un pouco cara á esquerda. Rompín o fémur, danei as costas e desfixen a cara. O casco partiume e saltoume. Ela saltou por riba de min e do coche e feriu unha man mais sufriu queimaduras», cuenta.

Este incidente lo llevó a estar ingresado en el hospital «preto dun mes», recuerda. Fue trasladado a otro centro, para ser operado de urgencia del fémur, y le surgieron complicaciones: «Empecei a atoparme moi mal, a convulsionar, cos ollos en branco, e pasei a noite na uci, sedado. Despois espertáronme pouco a pouco, pero nunca souberon o que me pasara. Dubidaban entre se me dera unha embolia pulmonar ou se fora un coágulo de sangue que me subira á cabeza e, logo, se desfixera só». La recuperación aún duró muchos meses más.

Pero en cosa de un año, Xairo volvió al hospital y a la uci, a esta última, por un período más largo, de una semana. Y esta vez, no por causa de un contratiempo en la carretera. Estaba pasando por un proceso vírico en el estómago, «como unha gastroenterite», narra. Le empezó a doler el pecho, y así estuvo dos días en casa, porque pensó que igual había cogido un poco de frío. Pero al tercer día, tomó el coche como pudo, «porque non había ninguén na casa», y se dirigió al centro médico, donde cayó «de xeonllos». «Fixéronme un TAC e xa viron que había un problema grande», detalla. «A bacteria subíuseme ao corazón e inflamáronseme as paredes. Diagnosticáronme unha miocardite e unha pericardite. Os médicos dixeron que estaba con risco de sufrir un infarto en calquera momento», añade.

«Pensei no peor»

Fueron siete días en los que se temió lo peor, reconoce. Pero una vez lo pasaron a la sala de cuidados intermedios, ya empezó a sentirse mejor.

Lo cierto es que ni con estos dos ingresos hospitalarios de gravedad, ni tras muchos otros accidentes sufridos, se le marchó su pasión por los vehículos a motor. «Iso nunca se vai, é superior a min», dice entre risas. Confiesa que incluso estando en el hospital, en las dos veces, pasaba el tiempo mirando revistas de motos.

La afición le viene de familia. «Levo andando na moto dende que teño tres anos. Meu pai e meu tío sempre foron moi seguidores deste mundo e mercáronnos unha moto para meu primo mais para min. E iamos xuntos por aí», recuerda.

La que peor lo llevó fue su progenitora, afirma: «Meus pais xa desistiron [se ríe]. Miña nai aínda a día de hoxe me di: ‘‘Vaite con coidado e avísame cando chegues''. Pero desfruto moito coa adrenalina e cos amigos».

Casi una treintena de vehículos entre coches, quads y motos variadas

Fueron más los siniestros experimentados «en cousa de un ano, sobre nove». Se refiere al período entre los 18 y los 20 años, de «saír cos colegas». «O primeiro de todos foi unha vez de noite, na moto, que se me cruzou un can e batín con el. Danei a clavícula. Outra vez, no coche, nun cambio de rasante, un turismo viña polo medio da estrada e botoume fóra. E cos amigos, tiven varios, aínda que non conducía eu», desgrana. Así, fue operado del fémur y de las dos muñecas, y también sufrió desplazamientos de clavícula y hombro. A día de hoy conserva alguna marca en el rostro, dos cicatrices en la pierna y dolor «nas costas e na muñeca», aunque es llevadero, considera.

Xairo Formoso colabora activamente con el Motoclub Vákner XC, de Dumbría, en las pruebas de la entidad. «Somos todos coñecidos. Improvisabamos un circuíto na leira dun colega, e foi así como empezou o club. Hai poucas competicións, e agora están traendo probas destacadas», remarca.

Eólicos y maquinaria

El mundo del motor es una afición «bastante cara», reconoce. Entre eso y que la escuela nunca le sedujo en exceso, confiesa, con 19 años ya se marchó a trabajar fuera a los eólicos: «Percorrín Francia dun extremo ao outro case. Alí é un sector moi potente. Tamén estiven por Italia montándoos ou facendo mantemento, entre outras cousas. Gústame, e tamén a maquinaria». Así es que ahora se irá a Valladolid a hacer las campañas de la hierba seca y la alfalfa. Y ya antes hizo otras como la del maíz.

Tuvo «entre quince e vinte motos», unos «oito ou nove coches» y más quads y motos de agua. En total, casi una treintena de vehículos. «Vendíaos e compraba outros», explica.