Unos cuantos brotes de memoria

LUIS LAMELA

CARBALLO

CEDIDA POR LUIS LAMELA

Galicia oscura, Finisterre Vivo | «Y lo cierto es que nunca más supe de aquel pequeño bergantín, hermosa maqueta...»

23 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

«Sobre agua tan clara flotaba el sucio polvo de los armadores y fabricantes de conservas, venidos a la ruina por impericia y dejadez y también por lamentable olvido de la renovación que requerían sus métodos industriales. Las fábricas se oxidaban vacías; los pájaros no podían llenarlas, sino revoloteando de una en otra nave. Los desaparecidos bergantines que transportaban sardina a Burdeos, pinos a Inglaterra, y de allí traían mil otras mercancías, aventurándose muchas veces con los productos de la orilla tropical americana, colgaban pintados en cuadros infames o reproducidos en rudimentarias maquetas, trabajadas en los ocios de cubierta...». Este texto es una buena descripción de lo que sucedió con una buena parte de la industria del salazón instalada en el litoral gallego a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. También en Corcubión y en Fisterra; también en Cee y en Quilmas, Caldebarcos y O Pindo, en el concello de Carnota; lo que es el litoral de delimitación de la ría de Corcubión.

Por nuestra parte, que investigamos, historiamos y escribimos para incumbir nuevas vidas, para encontrarnos con otros tiempos, y para no perder el norte, echamos la vista atrás recuperando algún flash-back de nuestro pasado personal, y en el que recuerdo una preciosa maqueta de un bergantín que lucía en un local de oficinas de los abandonados «almacenes» del playal de Quenxe, en Corcubión. Una maqueta que, no sé cómo, llegó a mis manos cuando yo contaba con una edad aproximada de diez a doce años. Y después de mucho jugar con él, al final deposité la maqueta en el mar en la zona de Santa Isabel, en Corcubión, debajo del que después fue el antiguo Motel El Hórreo, con exquisito cuidado y con el viento a favor para que surcase con su arboladura y pequeño velamen hacia el sur de la ría en busca de un carrusel de historias. Mientras tanto, la mar, tendida, sin oleaje ni espumas, las anclas permanecían recogidas en las escobenes; el velamen igualmente desplegado y dispuesto a dejarse empujar por el débil viento reinante. Su invisible tripulación permanecía, imaginariamente, atenta y en sus puestos. Y navegando hacia el sur, pronto quedó sin gobierno, con embates que lo atravesaban navegando al garete.

Todo un viaje mental

Sobre ondas que nos unen con el pasado, y también con el futuro, ese fue mi primer «viaje» en barco. Mejor dicho, en una maqueta navegante. Y con ese pequeño navío llevé a cabo todo un viaje mental: me vienen a la memoria los primeros planos del pequeño bergantín antes de perderlo de vista para siempre. Y sin duda, en aquel entonces, con diez o doce años, como ya señalé, mi apuesta fue arriesgada, pues sabía que nunca lo recuperaría. Y lo cierto es que nunca más supe de aquel pequeño bergantín, una hermosa maqueta de algo menos de un metro de eslora, que fue el último eslabón de una ría con más de dos siglos de importante actividad marinera, salazonera y conservera.

CEDIDA POR LUIS LAMELA

La realidad es que parte de mi vida fue siempre un maridaje entre investigación y memoria, al considerar la memoria como un depósito de experiencias pasadas, retenidas con precisión fotográfica. Y en aquel entonces ya sabía que el proceso de navegación del bergantín era imparable, sin vuelta atrás. Sin duda que otros muchos recodos de caminos podríamos haber recorrido en esta u otra ría de la Costa da Morte, con historias y leyendas para escribir ristras de cuentos y novelas sin necesidad de truculencias siniestras, de barcos abandonados, de náufragos o de galernas, de pecios bajo el mar...

¡Qué pena que no me hubiese quedado ni una borrosa fotografía de aquella maqueta tan marinera, que podría ayudarnos a experimentar el catártico transporte mental que nos brindaría: la maravillosa oportunidad de vivir vidas pasadas, propias y ajenas, y ponerlas a disposición de cientos de lectores que las vivieron conmigo! Aun así, aún ahora, después de más de setenta años puedo reproducir el minúsculo bergantín con la memoria, con mi memoria. Porque las verdaderas emociones, los valores, los paisajes, todo eso está en la memoria...