![](https://img.lavdg.com/sc/6sC2LfxCyjWqCAuhvLSjuDJ3dQk=/480x/2025/01/31/00121738337102116639819/Foto/CF1C6F2_2.jpg)
Galicia oscura, Finisterre Vivo | Los años del hambre: racionamiento y estraperlo. Una mirada a otra época en la Costa da Morte | Escribe Luis Lamela
01 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.La guerra en Ucrania hizo saltar por los aires en Europa —y, por lo tanto, en España— los precios de la energía, las materias primas y la alimentación, lo que se intentó controlar con iguales o diferentes intervenciones por los Gobiernos y de la UE, temerosos de un rápido descenso del nivel de vida de gran número de europeos que perdemos apoyos y colchones, con incertidumbre del futuro. Experiencias ya vividas crudamente en España tras la Guerra Civil y el inicio de la Segunda Guerra Mundial, en la década de los cuarenta del siglo XX.
Si volvemos la mirada al pasado, también en 1940 se agravó drásticamente la situación económica de España, con el encarecimiento de los artículos alimenticios y demás materias primas. Y por la carencia de productos y la consiguiente especulación, además de la considerable elevación de las cargas tributarias y la paralización durante la mayor parte del año de industrias como la harinera, la de pastas de sopa, de chocolate, velas y bujías, entre otras muchas, se endureció la vida de obreros y pescadores y de sus familias; aumentó el coste de la vida en ese año un 77,4 % con respecto a 1936, y se redujo el poder adquisitivo de las familias alrededor de un 50 %o. Ese fue el momento en el que la dictadura de Francisco Franco proclamó que «la autarquía de España solo podrá ser lograda con el esfuerzo de todos. España debe bastarse a sí misma».
![Falangistas en Fisterra](https://img.lavdg.com/sc/9JTGknRo1AECs-_nXCCxQkBzR-c=/480x/2025/01/31/00121738337161630887281/Foto/falan.jpg)
La escasez de alimentos llevó al racionamiento, y el racionamiento al estraperlo. La comida, aunque la había, solo podía conseguirse en el estraperlo, en el llamado mercado negro, y eso costaba un dinero que la mayoría de los gallegos y españoles no disponía. Por eso, muchos de los horrores que durante la guerra vivieron los españoles, desde la represión al hambre, siguieron en la posguerra y en los años de la Segunda Guerra, pero con más hambre y dolor, añadiéndose otro aún peor: el de no saber cuándo terminaría todo aquel sufrimiento y miseria.
Las clases más depauperadas y las familias represaliadas en sus distintas facetas, física, laboral, económica y psicológica, sufrieron las embestidas del hambre y de la opresión, llegando el racionamiento a los pueblos y aldeas de la Costa da Morte. En abril de 1940 se repartían por el concello de Corcubión 366 cartillas de racionamiento a otras tantas unidades familiares.
![Cartilla de racionamiento](https://img.lavdg.com/sc/mILnIhfruCDBvfJWxsodKjhNU-s=/480x/2025/01/31/00121738337222445447224/Foto/raci.jpg)
Auxilio Social
Igualmente, el llamado Auxilio Social funcionó de forma precaria en muchos municipios, financiándose por medio de sanciones impuestas, con la venta de sellos, donativos en metálico y en especie, la llamada Ficha Azul y las Cuestaciones. Un ejemplo podemos exponerlo con lo que ocurrió en Fisterra durante los primeros meses de 1940: amén de las cartillas de racionamiento, y mientras los ingresos por Ficha Azul y Postulaciones ascendieron en Fisterra a 137 pesetas, las asistencias a los vecinos adultos (en un número de hasta 1.470) ascendían a 1.837,50 pesetas. O el caso del comedor infantil y la cocina de hermandad, en «uno de los [pueblos] más míseros y necesitados de esta provincia», con 56 niños y 58 adultos que recibían asistencia en dicha institución.
![Ejercicios espirituales en Fisterra, en el año 1948](https://img.lavdg.com/sc/ArXvLNfRWTlL86Ppq_M_vFzTfWk=/480x/2025/01/31/00121738337222166735424/Foto/ejer.jpg)
Fisterra vivió durante la Guerra Civil una angustiosa situación de pobreza y miseria. Un pueblo que vivía solo de la pesca atravesaba verdadera crisis cuando el mar en la época del invierno no permitía «a sus sufridos marineros realizar la diaria faena y traer al hogar el pan para sus familiares». En el comedor del Auxilio de Invierno se repartían 230 comidas diariamente entre los fisterráns, un comedor sostenido única y exclusivamente con la subvención que aportaba Falange Española, de A Coruña, pues el concello decía no tener recursos para ello.
No obstante, y mientras muchos habitantes sufrían, literalmente, hambre, la Falange local, la sección femenina y la sección de flechas con las «entusiastas afiliadas, jefe Delia Domínguez y su secretaria, y demás camaradas, Maruja Rivas, Dolores Mariño, Josefa Rodríguez, Siruca Picos, Ramona Olveira, Josefa Papín y Carmen Velay, acompañadas del entusiasta comandante del puesto de carabineros Juan Seara y fuerza a sus órdenes, y lo mismo el culto delegado maestro nacional Manuel Martínez Traba [el alcalde], «a pesar del mal tiempo reinante, recorrieron todo el Ayuntamiento recaudando auxilio para los hermanos necesitados de Málaga».
Y, en tanto numerosos vecinos de Fisterra sufrían necesidades incontables, «el humanitario y patriótico pueblo de Finisterre y aldeas, supieron responder con esplendidez y entusiasmo, como lo demuestra la lista de donativos que a continuación se publica, por lo que se le da las más expresivas gracias: cuatro jaulas con 142 aves; una con 31 conejos; un hermoso ternero, una cabra, dos ovejas, una caja con 372 huevos, una con 72 huevos, 5 cascos sardinas, saca de patatas, una caja conservas y botellas, una de carne de cerdo y chorizos y tres de habichuelas. Muy agradecidos. Jefe interino local, Ángel Sendón», según reseña La Voz de Galicia del 5 de marzo de 1937.
Con el hambre y la miseria en casa... solidarios con Málaga. Y, así, las demás localidades de la Costa da Morte. En Camariñas, por ejemplo, «urge resolver el grave problema del paro en esta villa», escribía el corresponsal de La Voz el 14 de febrero de 1937. Pero, el Ayuntamiento nada podía hacer no obstante la buena disposición de todos para resolverlo. Los dirigentes municipales y sociales consideraban imprescindible solicitar apoyos y asistencias extraordinarios. La exportación de maderas, que tanto movimiento había imprimido a aquel puerto, se encontraba paralizada; no se exportaba un solo pino desde hacía siete meses. Y la miseria reinaba en muchos hogares y familias. En cuanto a la otra industria, la del encaje, las famosas puntillas, era una pena. Se calculaban en 300.000 pesetas el valor de las puntillas que antes se exportaban anualmente al extranjero, pero desde hacía unos cuantos años, bien por el menor uso que se hacía del artículo, o por la gran competencia, esta industria se encontraba en franca decadencia.
Paralizados los trabajos en estas dos importantes industrias, que, junto con la pesca constituían la razón de su existencia, con la amenaza de cerrar también la industria de conservas de los Cerdeiras por el cierre de mercados y el agobio financiero, Camariñas no tenía pulso. Por otro lado, un temporal de aguas dificultaba en aquel entonces las labores del campo. Todo, todo estaba en contra...
Y costaron muchos años, y enorme sufrimiento, salir a flote de aquel gran agujero.