Hace treinta años, una persona practicando atletismo era considerada poco menos que una rara avis. Un bicho raro en toda regla ¿Por qué no juega al fútbol como el resto de los mortales? Aquello de correr por correr, sin tener que ir detrás de algún esférico... La sociedad no lo tenía muy claro por aquel entonces. Alguna tara mental o, sencillamente, aquel deportista era catalogado como un antisocial. En aquellos años del Naranjito y de Manolo el del bombo estaba todo diseñado por y para el deporte rey. Ayudas a los clubes, arreglos en los campos de fútbol, subvenciones a mansalva, jugadores de Segunda autonómica a los que los clubes pagaban un pastizal por dar patadas a un balón... Pero era hablar del atletismo o de otro deporte minoritario y las Administraciones se quedaban mirando con cara de ¿Atle.. Qué? ¿Qué es eso? Los que disfrutaban de su deporte favorito lo hacían en la soledad más absoluta. En todos los términos de la palabra. Solo cuando Marta Domínguez, Sebastian Coe o Fermín Cacho nos deleitaban con sus exhibiciones por televisión, salía algún político de turno anunciando medidas inmediatas. Eso, sí, unas promesas que caían rápidamente en el cajón del olvido en cuanto arrancaba la nueva temporada de fútbol.
Pero de repente, algo cambió. Como de la nada. Aquel deporte que solo practicaban unos cuantos, se convirtió en algo mayoritario. Una especie de primavera del atletismo. Y no por el aval de los concellos u otras Administraciones precisamente, sino de pequeñas asociaciones, o grupos de corredores que se unían para disfrutar de lo que más les gustaba. Surgen así, las andainas populares, las carreras pedestres, los trail o el Circuito Correndo pola Costa da Morte, que tiene ahora a nueve concellos implicados. Pruebas sin la etiqueta de carácter oficial o federativas que congregan a 400 personas en A Laracha, O 900 en Carballo. Deportistas de toda Galicia acuden a las citas que se celebran en la Costa da Morte. Haga frío o caigan chuzos como sucedió en el trail Razo-Carballo. Esa rebelión del deporte minoritario tuvo, por suerte, su repercusión institucional en los concellos, que empezaron (y empiezan) a ver esta disciplina con otros ojos. Invierten por la repercusión deportiva, pero también turística y económica que representan. El atletismo está en plena ebullición. Cada día hay más practicantes y, cada vez, empiezan a una edad más temprana.
El primer paso ya se ha dado. Pero persiste el déficit crónico de instalaciones. No hay una sola pista polideportiva en la Costa da Morte en condiciones. Todo es campo a través, paseos fluviales, sendas (como la habilitada de 42 kilómetros) en A Laracha). Y poco más.