A danza de espadas de Cee

José Ramón Rey Senra

CEE

ARCHIVO

Moitos descoñecen que esta tradición chegou a existir na vila

16 ago 2021 . Actualizado a las 22:37 h.

Na tarde do 11 de agosto asistín á Conferencia «Cervantes y Galicia» que impartiu no Auditorio Baldomero Cores de Cee o escritor e investigador madrileño César Brandariz, autor de tres libros dedicados á vida e obra de Miguel de Cervantes: Reconstruyendo a Cervantes, Cervantes decodificado e El hombre que hablaba difícil. Brandariz válese de evidencias lingüísticas, estudos xenealóxicos, caligráficos e distintas referencias culturais para negar a versión oficial, a cal sostén que o escritor naceu en Alcalá de Henares no ano 1547, e defender a súa postura, chegando á conclusión de que o autor naceu en 1549 na aldea que leva o seu mesmo nome, Cervantes, situada en Sanabria (Zamora).

Unha das referencias culturais que citou para reafirmarse na orixe leonesa do autor das Novelas Ejemplares e aseverar que a inspiración básica do libro de Don Quijote de la Mancha se atopa nos Reinos de León e Galicia, foi a mención feita na obra de Cervantes á Danza das Espadas. Isto suscitou un pequeno debate entre o público asistente á conferencia, xa que algúns deles descoñecían a existencia deste espectáculo de carácter lúdico, enmarcado nun contexto relixioso, en tempos pasados na vila de Cee. Debido a isto, considero interesante reeditar un artigo que publiquei fai anos en diversos medios de comunicación; traballo que amoso de seguido.

Entre a importante doazón de carácter bibliográfico e documental realizada por Francisco Mayán Fernández á Biblioteca Pública Municipal de Cee, froito dun traballo de investigación ao longo da súa vida, atopámonos con diverso material moi interesante para o estudo da historia local, documentación que se pode consultar no Fondo Local da Biblioteca que leva o seu nome. Co fin de dar a coñecer o seu traballo de recuperación dos costumes e tradicións populares, reproducimos a continuación o artigo «La danza de Cee», sobre a danza de espadas que noutro tempo se bailaba na vila. O artigo foi publicado no xornal coruñés El Ideal Gallego o 15 de xullo de 1944.

La danza de Cee

Por F. Mayán Fernández. 15 de julio de 1944

Circula por la villa de Cee el rumor de que bajo la presidencia del señor alcalde, el abogado señor don Juan Lastres García, se ha constituido ya la Comisión encargada de preparar los clásicos festejos en honor de Nuestra Señora de la Junquera, Patrona tutelar de este pueblo.

Las fiestas de agosto vienen celebrándose desde tiempo inmemorial y aunque, desde hace años, las distintas comisiones rivalizan en mejorarlas más cada día, olvidan -acaso involuntariamente- un aspecto que los enamorados del pasado venimos echando mucho de menos [...]: la famosa danza de espadas, los clásicos danzantes que [...] nunca deberían ser olvidados por este vecindario. Aparte del motivo que pudiéramos llamar sentimental, existe una poderosa razón histórica que debe ser tenida en cuenta por la Comisión este año, y es que la danza de [la] que venimos hablando era una de las célebres de Galicia, y que si este año no se reproduce, acaso se perderá ya para siempre, pues de los antiguos danzantes [...] solo quedan dos hombres de avanzada edad.

Aquel ilustre gallego que se llamó don Casto Sampedro y Folgar recogió, en su insuperable Cancionero musical de Galicia, la melodía de la danza de espadas de Cee, que merced a los esfuerzos del infatigable director del Museo de Pontevedra, don José Filgueira Valverde, podemos todavía reproducir los entusiastas del riquísimo folklore de la tierra meiga.

Don Casto Sampedro confiesa no haber tenido noticia exacta de la organización de la danza de Cee y como la parte musical no fue recogida por el propio Sampedro, sino que se la envió desde Noya don Felipe Paz, hay en la transcripción algunos errores, que puede corregir perfectamente la señorita Ofelia García Fernández, actual profesora de música de la Fundación Fernando Blanco. Nosotros hemos investigado lo que no llegó a conocer Sampedro y vamos a dar una breve noticia del asunto para que el señor alcalde, a quien brindamos la idea, vuelva a renovar tan interesante tradición ceense, con toda la exactitud de tiempos antiguos.

La danza tenía un jefe, que era la autoridad suprema en materia del baile. Él, con anterioridad de dos semanas, convocaba y reunía a los que iban a danzar por primera vez, en el llamado Campo Fial, donde desde las tres de la tarde practicaba con ellos los distintos movimientos. [...]

Los danzantes eran aproximadamente unos treinta, aunque el año de la visita arzobispal su número llegara a ser superior de cuarenta. El maestro vestía pantalón negro y camisa blanca, los danzantes todo de blanco. Su adorno principal estaba constituido por una elegante banda de seda, que cruzaba de derecha a izquierda, terminando con un nudo colgante en este lado. En los brazos llevaban cintas de distintos colores, con lazo en su parte inferior. Una buena corbata y estupendas botinas completaban el típico atavío, al que hay que unir también unas castañuelas, que portaban y tocaban con la mano que les dejaba libre el pañuelo con que iban unidos unos a otros.

Espadas de verdad

Había un encargado de guardar las espadas, algunas de las cuales -todas legítimas- eran propiedad de la misma danza, siendo costumbre buscar las que faltaban para completar el número de siete, en casas donde hubiere militares.

El día de la fiesta se juntaban los danzadores en el Campo Fial y desde allí venían, sin bailar, hasta la iglesia parroquial, detrás de la cual daban el último ensayo a sus movimientos. En correcta formación iban al interior del templo a buscar a la imagen de la Patrona, y danzando y haciendo muchas venias [...] salían acompañando a la [...] Virgen, delante de la cual continuaban durante toda la procesión.

La danza solo evolucionaba en los lugares amplios de la villa, dando vuelta entera cada una de las siete filas alrededor del maestro que sostenía las espadas: sus elementos componentes marcaban los puntos de la «muiñeira punteada», haciendo sonar, todos al mismo tiempo, las castañuelas. Terminado el baile formaban, en filas paralelas, a los lados de la Virgen. El jefe y los «primeiros», nombre este dado a los más peritos en el arte, ocupaban destacado lugar, pues el maestro iba delante y los «primeiros», con su espada al hombro, presidían las filas de los danzantes.

Cee tiene hoy un alcalde joven, amante de la tradición y con toda la cultura que se necesita para comprender la importancia del folklore gallego; a él brindamos la idea de renovar la danza de espadas y como asesor y director para ensayar [...] le indicamos [...] al señor Ramos, portero del colegio. [Él], no hace todavía mucho tiempo, casi lloraba de emoción al recordar sus buenos tiempos de danzante, al evolucionar, en mi humilde despacho de ratón de biblioteca, bailando los distintos tiempos de la repetida danza, dándome todos los detalles necesarios para que aquel tesoro de nuestros mayores no caiga para siempre en el olvido.