






De Xestosa a Brazal, y de San Crimenzo hasta A Laxe, la ruta de los saltos va más allá de la famosa fervenza de O Ézaro
13 abr 2018 . Actualizado a las 11:05 h.La ya internacional cascada de O Ézaro se lleva la fama, y con razón. Le está pasando algo parecido a las Catedrais: hace 20 años, incluso menos, cualquiera podía ir a verla en completa soledad, incluso muchos días de verano. Hoy es imposible, da igual el día que se elija, incluso la hora. Es, cada vez más, uno de los grandes reclamos turísticos y naturales de Galicia. Una fama merecida, aunque a veces agobiante, buscando sitio para hacerse fotos.
Pero Dumbría tiene muchas otras cascadas. Incluso en el propio Ézaro. No ya la de los molinos que bajan por la parte alta del pueblo, sino en la propia desembocadura del Xallas. Entre el embalse de Santa Uxía y la fervenza hay una serie de grandes escalones graníticos, con piscinas naturales en su interior, que también crean caídas espectaculares. Algunas se pueden ver, de lejos, desde la parte baja del mirador. Otra manera es recorriendo el lateral el río, pero es peligroso y los accesos complicados.
En Dumbría hay cascadas de más de cien metros de largo que se pueden disfrutar en completa soledad. La de Xestosa, por ejemplo, una de las aldeas de Buxantes. Tanto se accede desde este lugar como desde O Brazal, pero es mejor ir con guía: perderse es fácil. Desde la parte elevada se disfruta del paisaje y del intenso ruido del agua, que acabará 500 metros más abajo en el Xallas. El que desee cerca más de cerca, lo mismo que los molinos que resisten, con sus tejados de piedra característicos de esta zona dumbriesa, que se tome su tiempo y sobre todo que no resbale.
Mucho antes de llegar hasta Xestosa, si se ha ido desde O Brazal, merece la pena ver la central de Castrelo. Ojo: tampoco es sencillo, hay que bajar y descubrirla. Podría pensarse que al ser una obra hidráulica pierde encanto, pero la parte final de la piscina está construida de tal manera que es todo un espectáculo.
En San Crimenzo, ya en la parroquia de O Ézaro, el área recreativa puede llevar a engaño, como si de un anodino y típico lugar de esparcimiento se tratase. Falso: el agua cae con fuerza al lado de otro molino pétreo. En verano, con todas las cautelas, bajar por sus piedras es una delicia. Ahora hay que tener mucho cuidado donde se pisa.
Más adelante, en dirección a O Ézaro, antes de alcanzar Santa Uxía, conviene mirar a la izquierda, en la parte de atrás del ramal del embalse. Un gran salto vierte sobre el agua que a su vez caerá más adelante. Es la cascada de O Enxilde, en Arcos, Mazaricos, que hace frontera con Dumbría. Estos días está muy vistosa, igual que la de A Noveira, más pegada hacia O Pindo.
La lista es más larga. En Berdeogas, en el río Alvarellos, está la presa de A Laxe. El agua no tiene tanto desnivel, pero vale la pena verla (y caminar bastante hasta ella). Hay más: entre As Covas y San Crimenzo, las fuertes pendientes iniciadas en las faldas de Miñóns crean rápidos en desniveles de infarto. Y hubo más: el embalse de Fervenza no se llama así por casualidad.