La urna del Cristo fisterrán

Luis Lamela

FISTERRA

paco muñoz, lourdes muñoz

«Para reconstruir la memoria colectiva es necesario tirar del hilo. Tiremos, pues. Corría el mes de octubre del 1961 y un vecino de Fisterra (...)»

17 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace más de un año que en Fisterra se vivió un serio conflicto entre el párroco Agustín y los feligreses. El motivo: el lugar en el que, después de la restauración y discutida pintura del interior de la iglesia parroquial, se colocó la urna funeraria del Santo Cristo en un lugar que la gente consideró inadecuado. No hay duda de que la gente hereda la memoria, sí. Recuerdo que Albert Camus se pregunta en su libro El hombre rebelde! «¿Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice no», se contesta. Y los fisterráns, principalmente los componentes de la Junta de Cofradías de la Semana Santa, dijeron no al párroco.

La reacción contundente de los vecinos en defender, además de la tradición religiosa, el esfuerzo de sus predecesores por construir un patrimonio artístico-religioso que realzase la celebración de su Semana Santa, fue definitiva. Callar es difícil cuando uno se siente agredido en sus más íntimos valores. Para reconstruir la memoria colectiva es necesario tirar del hilo. Tiremos, pues. Corría el mes de octubre del 1961 y un vecino de Fisterra, antiguo emigrante, fue reclamado por la autoridad municipal para presentarse en las oficinas del Concello. El alcalde, Alfonso Lado de Pomiano, quería entregarle 8.000 pesetas enviadas desde Buenos Aires por Ramón López Castro, en representación de la sociedad Finisterre en América, importe que debería dedicarse para «la restauración y arreglo al sepulcro del Santísimo Cristo de Finisterre». Entre los directivos que figuraban en la sociedad de la Argentina estaban Ramón López Castro y María Marcote, viuda de Marcote; Hermenegildo Trillo Traba, Perfecto Canosa y Victoriano López. El antiguo expatriado fisterrán receptor del dinero de la sociedad, el fotógrafo Paco Muñoz, cogió con entusiasmo el encargo, «pues el hermoseamiento del ‘Sepulcro’ era una de las aspiraciones mías y que no podía realizar por ser de un coste superior a nuestros esfuerzos», confesó en una misiva.

El exemigrante fisterrán contactó en Santiago con Francisco del Río Fernández, artista y profesor de la Escuela de Maestría Industrial y a la vez empresario de construcción artística y decoración religiosa, «considerado por Manuel López Garabal, autor y donante del óleo del estandarte del Santo Cristo, como lo mejor en restauradores y tallistas actuales». El contrato de restauración se firmó en los primeros días de enero de 1962 y la obra se puso en marcha aceptándose un coste de «unas 30.000 pesetas». En la carta fechada en Fisterra el 15 de enero de 1962, el fotógrafo Muñoz escribió a los representantes de Finisterre en América: «Todo cuanto hagamos por Cristo es poco, pero si esto es para nuestra Semana Santa nos entusiasma en forma especial, ya que cuando nos encontramos lejos, cuando los avatares de la vida nos obligan a estar ausentes de nuestro terruño; ya pasarán días que no nos pase por la mente nuestro pueblo debido quizá a nuestras preocupaciones diarias, pero de lo que sí estoy seguro -es- que el Viernes Santo, todos, absolutamente todos, desde que nos levantamos hasta acostarnos de nuevo, tenemos en nuestra mente a Finisterre, recordando por encima de todo la Procesión del Santo Entierro (...), por lo mismo no escatimaré esfuerzo por ver realizada la obra».

Muñoz puso manos a la encomienda para conseguir el resto del dinero hasta alcanzar las 30.000 pesetas. La comisión de fiestas profanas del Santo Cristo de aquel año donó 2.000. Aunque regularmente quedaban siempre con déficit, en ese ejercicio ya tenían 5.000 en caja gracias principalmente a unos almanaques que enviaba Paco Muñoz a los fisterráns ausentes, tanto en España como en América, repartiéndolos y recogiendo los donativos en la zona de Comodoro Rivadavia, precisamente Manuel López Lires O Toco. Además, en el caso de no reunir la cantidad necesaria, dos generosos vecinos se ofrecieron, aparte de donar 500 pesetas cada uno, a adelantar lo necesario para completar el coste de la factura y hasta que se consiguiese recaudar el total. Igualmente, en el interior de la urna se decidió poner la inscripción: «Se reformó en el año 1962 por iniciativa de los de ‘Finisterre en América’ y la colaboración del pueblo». Y, así, pasaron algunos meses y los periódicos de Santiago publicaron reseñas alabando el trabajo del restaurador y artista. Una de ellas, en un periódico y fecha que no hemos identificado, decía: «Una obra de Paco del Río. El destacado artista compostelano don Francisco del Río envió a la iglesia parroquial de Finisterre un Cristo Yacente en urna, realizadas ambas obras, muy artísticas, en madera de caoba, estilo Renacimiento. Es un donativo que hace a la expresada parroquial los feligreses y nativos de Finisterre residentes en América». La realidad fue que la nueva urna se entregó al párroco de Fisterra antes de comenzar la Semana Santa de 1962. No obstante, no fue posible que saliese la procesión del Viernes Santo al impedirlo la climatología. «Fue lástima porque este año sería algo extraordinario -escribió el pintor Manuel López-. Mi impresión sobre la obra del Sr. del Río, que te voy a decir que no salte a la vista del más lego. Es desde luego una obra de gran mérito artístico y creo que así lo apreciarían todos en Finisterre (...)». Pasaron, pues, 54 años del punto de partida de la actual urna del Santo Cristo de Fisterra...