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Turismo a toda costa | Llegó a Fisterra con el Prestige, hace 17 años, desde Cáceres, y aquí se quedó. Ahora es guía en el barco que recorre la ría de Corcubión y la bahía de Fisterra
24 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Ha pasado ya mucho tiempo desde que Sole Méndez (46 años) llegó a la Costa da Morte desde su Cáceres (ciudad) natal. Diecisiete años, lo que han pasado desde el Prestige, que fue lo que la empujó al norte. Algo llevaba ya en la sangre, por la ascendencia lucense de madre y abuela, pero en todo caso su vida siempre había estado lejos del mar. Su compromiso medioambiental fue el motor para venir a ayudar a limpiar playas y acantilados, y ya se quedó.
Buena parte del año, toda la que el tiempo permite, la dedica al turismo, a hacer de guía en el barco Ganges V, una preciosa nave de madera que seguramente tiene ya más de 100 años (no se sabe exactamente) de la empresa Navega Finisterre, con capacidad para 99 pasajeros. También poseen una taximar de 12 plazas que permite acercarse a lugares recónditos del litoral de la zona, sobre todo la cascada de O Ézaro, uno de los puntos más demandados. Y, al mismo tiempo que vende las entradas para embarcar en la caseta del puerto, también hace de guía en tierra para centenares o miles de turistas que aprovechan para preguntarle qué ver, dónde comer o dormir en Fisterra.
Con este barco, ante el que todo el mundo se para, llevan ya dos años. Durante la primavera y verano, y todo lo que se pueda más allá (el tiempo es el que manda) recorren toda la ría de Corcubión , y la bahía y el entorno del Cabo Fisterra. Sus clientes llegan de todas partes. «Maioritariamente son galegos e do resto de España. Das grandes cidades, do sur... Este verán tivemos moita xente do sur, e tamén do Levante. Por suposto, tamén do interior. A verdade é que chegan de todas partes. E de todos os tipos. Tivemos unha familia con membros de varias xeracións, e creo que unha delas dunhas vira o mar antes», explica. Todos salen impresionados del viaje, incluso los que repiten. El entorno del faro, la puesta de sol... «Moita xente non se imaxina esta beleza, o que temos aquí. De feito, ás veces nin se imaxinaban que se podía facer esta ruta tan ampla e circular, ou mesmo que se puidese navegar así, porque pensaban que era todos cantís, ou temporais. Tamén se dan conta de que isto non é o Mediterráneo, porque o mar móvese. Iso si, nunca arriscamos, sempre hai seguridade absoluta. Imos ata as Lobeiras, ata Estorde, Caneliñas, o faro... Houbo algúns aos que lles gustou tanto que un día foron no barco e ao seguinte, no taximar, para ver algúns puntos con máis detalle. A fervenza do Ézaro foi a gran demandada este verán, e todos flipan». No es solo el paisaje, que también. Esta temporada han tenido avistamientos constantes de delfines, alguno de orcas. Si hay un mercante o un barco de pesca, se acercan. Todo eso hace aún más atractivo el trayecto.
Podrían salir también en invierno, algo para lo que existe una cierta demanda, pero es complicado. Los visitantes son muchos menos, incluso los peregrinos. El tiempo es mucho peor (no hay más que ver estas últimas semanas). Si todo va bien, incluso se puede llegar a noviembre, pero después ya más es bastante más complicado.
El atractivo de recorrer la costa no está solo en el paisaje, que es lo primordial, sino también en las historias que va relatando a los pasajeros, sobre todo de naufragios, o de antiguas instalaciones como la ballenera de Caneliñas. La gente lo valora y además le gana respeto al mar.
Sole quedó enamorada de la Costa da Morte y de Fisterra, y de su mar bravo y otoñal, en aquel 2002 en el que la costa se cubrió de negro. En todos estos años ha visto muchos cambios, sobre todo una evolución turística «a pasos axigantados». Cada vez llega más y más gente, y teme que medioambientalmente no se actúe en consonancia para evitar riesgos. «Ás veces, isto desbórdase», reconoce. Su integración personal y familiar y en la localidad ha sido absoluta. No es que hable un gallego perfecto, indistinguible, que lo habla. Es que en realidad habla más fisterrán, por lo que a alguien le fuera le costará reconocer que su origen es extremeño. Le ayudó en ese aprendizaje lo que escuchaba de niña a su abuela, y haber estado muy cerca de la Raia portuguesa. Y, sobre todo, su propio interés.