«O sorriso dun neno cando ve un delfín dende o barco non ten prezo»

Marta López CARBALLO / LA VOZ

FISTERRA

Ana García

LOBOS DE MAR | Oliver Moure, el patrón de las puestas de sol en Fisterra y capitán del María Elena

18 mar 2023 . Actualizado a las 04:46 h.

De asumir jornadas maratonianas en el Gran Sol y navegar por todo el Mediterráneo, a llevar cada verano a centenares de pasajeros hacia la puesta de sol de Fisterra. Solo esas caras de pura felicidad consiguieron que este hombre, un enamorado de los océanos, cambiase las aventuras internacionales por el trabajo a pie de casa. Oliver Moure Santos, de 51 años y patrón del María Elena, fue pionero en la navegación turística en la Costa da Morte, pero su idilio con el mar empezó mucho antes.

Estudió náutica y toda la vida se dedicó a la pesca, principalmente a la de altura. «Cando era novo o que buscaba era ir por aí adiante, ver mundo, coñecer novas cousas», sostiene Oliver, que aunque empezó haciendo labores en cubierta, enseguida pasó al puente. De sus temporadas en el Gran Sol recuerda la dureza, la humedad, el frío, los maratones: «Non é para todos, nin sequera para tódolos mariñeiros, xa que non todo o mundo está disposto a pasar esas calamidades. Non é que mares como o Mediterráneo sexan un prato, tamén hai temporais, pero o do Gran Sol, e especialmente nos meses nos que eu ía [inverno] é unha pasada», rememora el patrón.

Mauritania, Senegal, Guinea, Marruecos, Argelia, las Azores o la costa de Francia son solo algunos de los puntos que recorrió a bordo de los pesqueros en los que se enroló. También estuvo en congeladores, en remolcadores y en dragas (haciendo obras marítimas en puertos o playas) y pasó, asimismo, un tiempo en Baleares trabajando en barcos de pasajeros, de donde cogió ideas para un modelo de navegación turística que tiempo después acabaría replicando en Fisterra.

Se considera Oliver un hombre en general afortunado. En todos sus años de experiencia nunca ha tenido grandes sustos. Poco más que vías de agua subsanables con el instrumental de abordo o indisposiciones de algún miembro de la tripulación. «Ao mal tempo non lle podes ter medo. Non podes ir ao mar asustado, porque nada te vai librar de ter que pasar por iso. Tes que ser prudente e intentar tomar as decisións coa maior serenidade posible. Ter sangue frío e tomar os mínimos riscos posibles, porque tes a moita xente ao teu cargo. Se podo largar o aparello, lárgoo, pero se vexo que pode ser perigoso por como está o mar, non o fago. Vale a pena perder un día de pesca antes de arriscarte a que poida pasar algo», reflexiona Moure.

Ana García

De entre todo lo que hizo a lo largo de su carrera, si tuviese que quedarse con algo sería con la pesca artesanal. «Despois de estar meses fóra, pelexando co frío, a humidade e o mal tempo, o que máis relaxa é saír coa lanchiña pescar, en plan de ocio», apunta Oliver, aunque ahora también disfruta especialmente del contacto con la gente a la que transporta por la ensenada de Fisterra para conocer la ría, ver la puesta de sol desde el mar o admirar a los delfines cuando salen al paso del María Elena. «Nesas viaxes podes ver como a xente ten os sentimentos a flor de pel, emociónanse moito», explica Oliver, que fuera de la temporada turística, y cuando su embarcación no necesita demasiado mantenimiento, sigue dedicándose a la pesca.

Generalmente empiezan con los viajes turísticos alrededor de Semana Santa, aunque al caer tan baja este año y al estar la zona portuaria de Fisterra en obras, han decidido esperar hasta el mes de mayo. La temporada se suele prolongar hasta mediados del mes de octubre y hacen entre 3 y 5 viajes al día, siendo el trayecto estrella el que coincide con el ocaso.

Jose Manuel Casal

Un negocio que nació con la crisis del ladrillo y que sentó precedente

Unas seis personas, entre tripulación de abordo y personal de taquilla, participan en este negocio en temporada alta. El barco, que tiene 73 plazas, a menudo viaja completo por la ensenada, pero no siempre fue así.

Y es que justo cuando Oliver por fin pudo reunir los recursos para montar este proyecto, estalló la crisis del 2008. «Comezamos xustamente ese ano, así que levamos dezaseis tempadas. A idea xa a tiña de antes, pois cando estiven en Baleares traballei niso e parecíame que a enseada de Fisterra podía ser un bo lugar para facer ese tipo de cousas, ao ser tan bonita e calma. O problema é que cando puiden comprar o barco, que é unha inversión bastante grande, xusto veu a crise e os primeiros anos non foron demasiado bos», rememora Oliver, aunque reconoce que la iniciativa generó interés desde la primera temporada. Tras superar esos primeros contratiempos, y teniendo claro que la ruta de la puesta de sol sería «a viaxe estrela», el negocio comenzó a despuntar y hoy día está más que asentado e incluso sentó precedente para otros proyectos parecidos.

Jose Manuel Casal

«Tamén gustan moito os encontros cos animais, sobre todo cos delfíns. Non sempre se ven, e eu xa lle digo á xente que non os teño amarrados, pero cando están nin sequera fai falla que nos acheguemos, pois xa veñen eles. Son súper amigables e gústalles xogar co barco e facerse ver ante a xente», señala Oliver, que hace unos años se topó también con una ballena. «Foi un espectáculo», dice.