«Os doce finados que recollemos do Cason estaban todos desnucados»

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

FISTERRA

ANA GARCÍA

Lobos de Mar | Esta semana se han cumplido 36 años desde que embarrancó el buque panameño. Habla Leoncio Domínguez, patrón voluntario de la lancha Ara Solis con base en Fisterra

09 dic 2023 . Actualizado a las 04:50 h.

Leoncio Domínguez tiene 77 años y sigue siendo socio de la Cruz Roja. En 1987 era patrón voluntario de la lancha Ara Solis con base en Fisterra. «Chamaron as 5 da mañá ás casas. Había moito vento e pensamos en ir ata o cabo para ver como estaban as cousas». Leoncio do Canario fue requerido por la llamada de auxilio del buque Cason, cuyo embarrancamiento había de provocar un éxodo sin precedentes.

Esa madrugada del cinco de diciembre ni Leoncio ni sus compañeros sabían lo que llevaba el mercante panameño. Iban seis personas en la Ara Solis, tres voluntarios experimentados en el mar y otros tantos jóvenes que habían sido destinados a Fisterra y hacían el servicio militar en la Marina.

«Había moito temporal, pero empezou a chover forte e cando pasa iso tes unha calma de dúas ou tres horas, cousas do mar», explica. Aprovechando esa circunstancia siguieron adelante. Les habían marcado que el barco estaba a 12 millas, pero se lo encontraron a 3 o 4. «Atopámolo no camiño. Non había ninguén cando chegamos. Movíase avante amodo. Ía co motor acendido. Se fora pola deriva o rumbo era norte de Vilán, pero ao ir movéndose aguantábase co vento», explica.

Les mandaron seguir adelante y a 4 o 5 millas se encontraron con los náufragos en el agua. Contaban con encontrar a la gente con vida, pero no fue así. «Os doce finados que recollemos do Cason estaban todos desnucados», explica.

Antes habían visto la bodega de proa reventada, de la que salía, «como un volcán». Enseguida se hizo una composición de lugar. Había visto un bote de salvamento amarrado a un costado del buque por lo que calculó que habían intentado arriarlo, pero cuando se produjeron las explosiones corrieron hasta el puente, que estaba a unos 12 metros de altura. «Deberon saltar desde aí, con eses salvavidas duros, de tacos, que había antes. Partíronse o pescozo», explica.

En alguno de los cuerpos encontraron billetes, «cartos deles que non tiñan valor, e chegaron á lonxa con eles. Aquí dise que dos mortos non se quere nada. O único que rouba é o mar, que lle quita a roupa os que afogan», señala.

Calcula que los náufragos estaban a once millas y que el barco ya estaba a 4 y así se lo hicieron saber al Remolcanosa V. «Constantemente preguntaban: ‘Dónde está el hallazgo'. E non se referían aos náufragos, que recollemos entre nós e os helicópteros», recuerda. Leoncio Domínguez señala que en Fisterra no se utiliza el término muerto para referirse a un fallecido, sino que prefieren decir «finado».

ANA GARCÍA

Cuando ya había recogido los cuerpos de doce tripulantes desde la radio costera del avisaron de que faltaba uno. «Caeu do helicóptero e non había maneira xa de collelo», explicó. Habían estado izando una decena de cadáveres, pero en una de esas operaciones se produjo una avería, la camilla quedó atascada y perdieron el cuerpo.

Por el lado de la Ara Solis había pasado el remolcador, interesado solo en el barco, cuya carga entonces se desconocía. «Falaban todo o tempo do hallazgo e era o barco. Se tiña xente eles quedaban coa terceira parte do valor da carga, pero estando baleiro, correspondíalles o 75 %», señala.

Según explica por lo que vio allí ese día frío de diciembre, el remolcador podía haber sacado el barco, pero puso proa a tierra tomando la decisión de encallarlo, pensando que después podía sacarlo de ahí, pero ya no fue posible «co que levaba a bordo».

El viento era del sur, que no es el peor en Fisterra. «O do oeste te obriga a navegar atravesado, é o máis perigoso para nós», explica el experimentado patrón fisterrán.

«Dixérome que había tamén ametralladoras desfeitas polas explosións»

A Leoncio Domínguez le hicieron en muchas ocasiones preguntas sobre lo que vio en el Cason. «Botei da casa os da revista Interviu porque querían que dixera algo que non era certo», explica. También le cuestionaron a menudo las autoridades de Marina y él sostienen que siempre dijo la verdad sobre lo que vio y sus ya entonces amplios conocimientos sobre el mar.

También le contaron cosas. «Dixéronme que había tamén ametralladoras desfeitas polas explosións». Eso se lo contaron los que realizaron el desguace del buque con bandera panameña y tripulación china que hizo que huyera buena parte de la población a causa de las explosiones y el humo que desprendía. Asegura que nunca se mostró preocupado porque el lugar en el que estaba embarrancado y la dirección del viento protegían Fisterra, pero cedió a las presiones y terminó por marcharse con su familia. Para entonces ya tenía varios hijos y cedió.

En el tiempo en el que estuvo de patrón de la Ara Solis, el rescate del Cason fue su acción más sonada, pero hubo otra casi tan arriesgada. Se trataba de un yate inglés que había perdido el gobierno. Entonces el viento era más complicado. Se trataba de un matrimonio de peluqueros que iban para Camariñas. Al estar en apuros un mercante paró e les dio abrigo del viento del oeste, pero el hombre no quiso abandonar la embarcación y no hubo más remedio que remolcarla. «Nós estabamos para salvar xente, non barcos, pero ao non querer subir á Ara Solis non quedou remedio», explica. «A muller si que quixo. Pobre, cando a deixamos en terra cantos bicos me dou», recuerda el veterano patrón.