















Zara lleva cinco décadas dejando una huella imborrable en el mundo. Y sigue mostrando músculo. Desde la sede de Inditex más de 5.000 trabajadores tejen las tendencias que marcarán al sector
10 may 2025 . Actualizado a las 12:42 h.Un 9 de mayo del año 1975, un pequeño establecimiento ubicado en los números 64-66 de la coruñesa calle de Juan Flórez empezó a reescribir toda la historia del mundo de la moda. En aquella tienda, Amancio Ortega Gaona —que por aquel entonces contaba con 39 años de edad— plantaba la semilla de lo que, 50 años más tarde, sería una de las grandes referencias del textil mundial. Medio siglo después, Zara se ha convertido en una de las marcas que mueven los hilos de la moda en todo el mundo. Y lo hace, con orgullo, abanderando la marca Galicia por cada rincón del planeta. Porque es aquí, en su sede de Arteixo, desde donde cada día, las miles de personas que impulsan Inditex consiguen que este gigante en el que se ha transformado el proyecto que hace cinco décadas puso en marcha Ortega siga teniendo mucho que decir en los armarios de millones de personas.
Con motivo del 50.º aniversario de esta marca ya histórica, nos adentramos en la sede del grupo para ver cómo se teje una empresa del calibre de la textil gallega.
Arteixo se ha convertido en el corazón de un gigante que ha sido capaz de extender sus redes por todo el mundo. Quién iba a decirle a Amancio Ortega aquel 9 de mayo de 1975 que, cincuenta años más tarde, su criatura estaría presente en más de 97 mercados de todo el mundo. Y para mantener ese éxito y seguir colándose en los vestidores de lugares tan lejanos como Australia o China, Zara ha sido capaz de escuchar prácticamente al minuto qué es lo que buscan los clientes de todo el mundo.

Lo hace armado con tecnología, con profesionales que saben escuchar e interpretar las tendencias y, sobre todo, gracias al saber hacer de sus equipos de patronaje. En las plantas en las que trabajan los diferentes equipos de Zara, una gran pantalla llena de números se convierte en uno de los ejes centrales sobre los que gira el día a día de los trabajadores. Ese monitor es el encargado de conectar al segundo el corazón de Inditex en Arteixo con todas las vías que salen hacia los diferentes países en los que Zara tiene presencia. Porque allí los diseñadores pueden conocer al momento qué prendas son las que más éxito están teniendo en cada mercado, cuáles son los países en los que se están vendiendo más ropa o qué lugares prefieren una camiseta básica o un jersey de punto. La tecnología es la mejor aliada en esta empresa.
Cada artículo, por pequeño que sea (da igual si se trata de unos pendientes, una camiseta sencilla o un abrigo) cuenta con su particular DNI, que permite a Inditex saber en cada momento dónde se encuentra dicho objeto.

Con esta vía de conexión con el exterior, los diseñadores de las diferentes secciones de Zara analizan las demandas de sus clientes y, de forma autónoma, toman decisiones rápidas en las que el análisis y el instinto les permite ir adaptando las indumentarias que van ideando a una realidad que, en este mundo en el que vivimos, cambia prácticamente cada día. Ese es el primer paso que emprenden los hilos que se mueven en Zara.
Dar forma a la prenda
Con toda la información sobre la mesa, los diseñadores se ponen manos a la obra. Cada uno de los diseños que discurren en su mente se incorpora a una especie de ficha técnica que pasará posteriormente a manos del «área de patronaje». Este equipo de mujeres es uno de los más importantes, puesto que son quienes hacen realidad las ideas. Son quienes, tal y como explican en Inditex, se encargan de bajar a tierra las propuestas de los diseñadores y de darles forma a los primeros prototipos de camisas, vestidos o chaquetas que luego irán a tienda.

La tecnología vuelve a ser la aliada en este paso del proceso de creación de prendas. Al saber hacer de las patronistas se suma la ayuda de otros artilugios que sorprenden para los menos duchos en la materia. Porque en Inditex, se pueden encontrar máquinas que son capaces de introducir por un pequeño conducto un hilo blanco y, al segundo, sacarlo al otro lado con el color que requiera cualquier diseño.
No es el único aparato que llama la atención. A lo largo de las áreas de patronaje se ven varias máquinas que reproducen en tiempo récord las distintas partes de los patrones de forma milimétrica. Pero son los trabajadores las verdaderas estrellas de esta área. La comunicación constante y directa entre patronistas y diseñadores permite a Zara convertir en unos pocos días una idea en un papel en un primer prototipo con prueba sobre modelos de carne y hueso. Esta primera aproximación, además, es todo un hito en su sector, ya que son capaces de incorporar elementos como la glasilla (tela usada en patronaje), el escalado o las pruebas de entretelado.

Solo una semana
Durante apenas una semana, los equipos de diseño, patronaje y comercial realizan varias muestras, revisan los elementos de cada prenda y envían la orden a producción. Esto les permite estar muy despiertos y dar respuesta a las demandas de los clientes en un cortísimo período de tiempo, porque la ropa que se vende en las tiendas puede llegar a producirse en un período de tan solo tres semanas.
Al equipo de patronaje y de diseño se suma la otra clave de la fórmula del éxito de Zara: el de compras. Integrados en el área comercial, estos empleados se encargan de trabajar con proveedores y fabricantes dispersos por 50 mercados diferentes del mundo. Hasta las oficinas de Zara llegan cada día proveedores de los lugares más dispares del globo para pactar la venta de tejidos y otros artículos de moda. Las negociaciones se hacen en pequeños equipos que funcionan, una vez más, de manera totalmente autónoma y se producen en pequeñas salas en las que cada detalle está medido. Por ello, las mesas en las que comerciales de Inditex y proveedores externos se «sientan» a negociar son altas, para poder ver, tocar y analizar al detalle todo el producto que allí se expone.

La empresa nunca compromete una elevada cantidad de producto al inicio de cada temporada. Ellos prefieren trabajar al dictado de los gustos cambiantes de la sociedad. Por ello, explican, una parte muy importante de su producción —fundamentalmente los artículos con un alto componente de tendencia que permiten reaccionar a lo largo de cada campaña— se realizan en mercados próximos a la sede de Arteixo. Básicamente, en España. Pero también en Portugal, Marruecos o Turquía. Aseguran que esta cercanía, junto con su experiencia como fabricantes y la relación duradera que han ido fraguando a lo largo de estos 50 años con muchos de sus proveedores, les permite trabajar con la flexibilidad necesaria para ofrecer en tiendas —tanto las tradicionales como las digitales— una amplia variedad de artículos.
Y hay más, porque esta forma de trabajar permite a los equipos comerciales fabricar las prendas de una forma bastante curiosa. No es la ropa la que marca el precio. Los expertos en el mercado son quienes deciden el dinero que exigirán por cada producto que se ponga a la venta, de tal forma que, a partir de ahí, trabajarán a destajo para conseguir que las prendas se ajusten a los precios que previamente han marcado.
Una vez fabricado el género, la sede de Galicia vuelve a funcionar como el corazón que es. Independientemente del lugar en el que se fabrique cada mercancía, todas ellas vuelven a uno de los cinco centros logísticos de que dispone Zara. En España se encuentran los de Arteixo, Meco y Zaragoza, y fuera de nuestras fronteras está el holandés de Lelystad. A estas macronaves llegan miles de artículos cada día por vía marítima o terrestre y lo hacen en un plazo máximo de 48 horas, para que las tiendas físicas y la online sean capaces de incorporar cosas nuevas dos veces a la semana.

Estudio de fotografía
Esas novedades deben ser fotografiadas al detalle para poder ser expuestas en el hermano digital de la firma de moda. Zara.com dispone de diferentes imágenes que permiten conocer cómo sienta una determinada indumentaria al cuerpo y cómo se ve en percha. Para poder hacer efectivo este trabajo, Inditex cuenta con unos extraordinarios estudios de fotografía en los que cada día se disparan miles de instantáneas. Por un lado, se exponen las prendas sobre un fondo blanco y colgadas para poder apreciarlas cómo se verían en una tienda física.
Pero para que los clientes vean cómo sienta la tela, el tamaño del bolso o el detalle de la bisutería, también se realizan fotos con modelos, que son contratados en todas las partes del mundo a través de agencias especializadas. Ellos llegan hasta la sede de Inditex para hacerse las instantáneas, que se suben prácticamente en tiempo real con correcciones mínimas de brillo y luz.
Para propiciar un clima adecuado y cómodo para los que serán los encargados de lucir las tendencias de Zara, la empresa les permite incluso llevar su propia música de tal forma que puedan relajarse durante la sesión. Algunos realizan colaboraciones puntuales y otros se han convertido ya en unos habituales en los estudios de fotografía de la multinacional. No en vano, hay modelos que, aseguran, venden todo lo que se pongan.

Testar las tiendas
A este particular corazón en el que se ha convertido la sede del polígono de Sabón, se suma otra pata del negocio realmente importante. Las tiendas físicas. Y no hay detalle que en Inditex dejen al descubierto. En los vastos edificios que se pueden encontrar en Arteixo, la multinacional textil dispone de una planta reservada para emular establecimientos y escaparates piloto. Adentrarse por estos pasillos semeja hacerlo por cualquier centro comercial del mundo.
El objetivo es probar cómo será la experiencia de los clientes cuando se acerquen hasta un Zara a comprar cualquier prenda. Y el gusto que caracteriza a la moda con la que Inditex ha conquistado al mundo también impregna al mobiliario con el que la presenta. Su diseño es crucial y se cuida al detalle, también siguiendo las últimas tendencias.
Los trabajadores
Más de 5.500 personas son las encargadas de hacer latir a Inditex cada día desde Arteixo. Son una parte de los más de 162.000 que conforman una plantilla que se extiende por los cinco continentes.

En la sede, también hay hueco para mantener el cuidado de sus empleados. Cuentan con varios comedores en los que a las horas punta es habitual ver a miles de personas portando pequeñas cajas de cartón con los menús que degustarán en su descanso. Pero el comedor es solo una pequeña parte.
A lo largo del recorrido se puede encontrar un gimnasio —con una máquina de vending en la que adquirir prendas deportivas para los despistados que se las hayan dejado en casa—, una enorme instalación totalmente automatizada en la que los trabajadores pueden recoger las cajas de los pedidos hechos en la web, un auditorio que sirve tanto para las presentaciones de resultados y demás deberes con los accionistas como para llevar a cabo todo tipo de eventos, así como un sinfín de zonas verdes.
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El corazón de Inditex quiere seguir latiendo. Al menos, otros 50 años más.