Laxe, playas y rutas para disfrutar del paisaje: la grandeza de Bergantiños, concentrada en un municipio

El lema turístico de Un mar de sensaciones de Laxe no es casual: muchas, y en un espacio comedido, de menos de 37 kilómetros cuadrados. Caminable y manejable y con todos los elementos que se buscan en una escapada o unas vacaciones en la Costa da Morte: fiestas de relumbrón, playas urbanas y salvajes, con bandera azul o sin ella; miradores de paisaje y de aves (no son incompatibles ambas opciones), paseos llanos o altos, de montaña granítica. Laxe tiene laguna, dolmen, gastronomía a prueba de gustos exquisitos, patrimonio histórico, rutas de tierra y de litoral, museo, opciones biosaludables, alojamientos para todos los gustos y bolsillos, hostelería muy variada a lo largo del paseo de la capital municipal, faro y buenos puntos de observación de las puestas de sol. Bienes de interés cultural, de la iglesia de la Atalaia a la de Traba, o los fondos fotográficos de Vidal, una mirada necesaria al pasado de la localidad y de la Costa da Morte en general, un estímulo de memoria analógica en estos tiempos veloces y tecnológicos.

Hay zonas de España que presumen de poder estar en la montaña y en la playa con escasos minutos de trayecto. Laxe ha de unirse a esa lista, aún sin distinción oficial, pero tampoco la necesita: de Traba, meca de surfistas (junto a su hermana Soesto) a lo alto de la Moa, en los Penedos, se tarda muy poco sobre el mapa, y lo que cada uno decida en el ascenso. Compensan las vistas, la sensación del mar, el valle y laguna ante los ojos, y las formaciones pétreas que se extienden hacia Pasarela. Laxe es Municipio Turístico de Galicia desde el 2007, y no por casualidad. Antes de que llegasen las etiquetas, las banderas y las sendas bien medidas, miles de personas ya pasaban todas las horas de verano que podían en esta localidad pesquera, disfrutando unas fiestas que unían a emigrantes y vecinos, caminando, si se terciaba, entre el Cabo da Area y A Insua.

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