Luis Carril: «A miña muller coñecina por mar»

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

MALPICA DE BERGANTIÑOS

Ana Garcia

Lobo de mar | Ya jubilado, forma parte de varias generaciones de marineros y armadores

14 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Luis es su nombre de pila, pero también lo llaman Venanciño, o Venancio, que era el nombre de su padre, y lo es el de su hijo mayor, y también es el del barco de siete metros, abierto, que tuvo desde 1997 hacia el 2012. Claro que en Malpica, donde vive y nació hace casi 68 años, y también en Camelle, de donde es su mujer, Luis es más conocido como Peto. Y hubo un tiempo, en los largos años en los que recorrió sin parar el litoral noroeste de la provincia de A Coruña, que los compañeros de otros barcos se dirigían a él por el chivato con el apodo de Palomo Linares. «Iso foi cando tiña o barco A Paloma, durante quince anos», recuerda con humor este veterano hombre e mar, ahora jubilado, y que prefiere dar paseos por la ribeira en vez de adentrarse en el mar.

Ya lo hizo durante mucho tiempo, «entre os 14 e os 60». Salvo un tiempo breve en el Gran Sol y otro algo más largo en tarrafas (hasta 1970), siempre al día, y mucho más desde que, en el 75, tuvo su primer barco junto a su padre. La vida a bordo estaba casi predestinada. «Andaba meu bisavó, que teño a súa libreta do mar. E meus avós. E meu pai. E pola parte da muller, tamén. Un fillo anda navegando e o outro é capitán de pesca», explica. Nació además al lado de la playa, en Beo. «Daquela era o que había, e eu empecei, coma todos, por necesidade. Si había dous ou tres que ían estudar, e o resto, todos ao mar», recuerda.

Mucho mar en la venas, sí, pero se mareaba. Asegura que no era una excepción. «Mareábame moito, e ademais estiven así durante moito tempo. Devolvías, e xa te poñías ben, iso empezou a ser un costume. Había que devolver e punto. E aínda que tiveses experiencia, se parabas dous ou tres días, ao volver, o mesmo». Curiosamente, con los años ha visto que a los más jóvenes no les pasa eso, o les pasa menos.

Luis, Venanciño o Peto es de la época (no tan lejana) en la que bastantes marineros no sabían nadar. «Nós, os de Malpica e outras zonas de ribeira, xa aprendiamos de rapaces, na praia, pero algúns outros non sabían. Agora iso é imposible, cos cursos que hai. Una vez, sería por 1985, cando fun sacar o título de segundo de litoral, en Vigo, había que tirarse ao mar, e se non sabías, xa non cho facían. Pero houbo un que se tirou cunha cortiza debaixo do brazo, e pasou».

Siempre en el día

Desde que tuvo barco se dedicó, sobre todo, al pulpo. Por épocas, al palangrillo de rodaballo, a la faneca... «A moitos oficios. Pero sempre no día, é moito mellor ver e pisar a terra todos os días», asegura.

En su casi medio siglo de trabajo en los barcos, nunca tuvo un incidente. Al trabajar en la bajura tocó alguna vez las piedras, pero nada grave. Tampoco miedo. «Medo, nunca, pero respecto, si. Tiña catro homes no barco, e se ti tes medo, eles teñen máis. Iso foi o que me ensinou un patrón que tiven». Pero en tanto tiempo sí que vio tragedias cercanas, de gente que conocía. Naufragios como los de los Tonechos, el Panchito... «Eu coñecía a moita xente, e moita xente a min. Ver esas cousas chégache moito ao peito». Es la parte mala.

Pero el mar, además tiene otras partes buenas. «A miña muller coñecina por mar», asegura. Es de Camelle, navegaba mucho por su costa, desde el cercano Vilán y a veces hasta la Punta Frouxeira, y había que parar para comer y dormir en algún sitio. Esa elección fue Camelle, y allí estaba ella. A los cuatro años, como ya era mucho ir y venir y quería más estabilidad, se casaron.

Ahora, desde la dársena y la experiencia, observa día a día cómo está cambiando el sector: «Moitísimo. Mesmo vexo rapaces que nunca ao mar foron e mercan unha motora, e claro, non tardan en ter problemas, porque non saben. Van e veñen co ordenador. Pero non é así, pesca quen pesca, hai que saber. Tanto na terra coma na mar, o furado haino que tapar, dicían antes».

Luis reconoce que hay avances muy importantes para los marineros. «Agora xa sabes o tempo polo móbil tres días antes, pero antes, se che viña unha vaga de mar, tiñas que fastidiarte, non eras capaz de erguer as nasas, eu téñoas perdido todas». Cree que en alguna ocasión se ha pescado pulpo demasiado pequeño, con las consecuencias conocidas, pero no es el único factor que influye en que haya menos capturas, añade. Y eso que ahora son muchos menos pescando: «Antes, o porto era como unha lata de sardiñas, case non cabían os barcos».

Santiaguiños y acuario

Luis también tuvo su trabajo de colaboración científica. Por una parte, durante cinco años tuvo un permiso especial de Pesca para capturar santiaguiños destinados a biólogos de la UDC, para trabajar en su cría en cautividad. Cuanto más pequeños, mejor. Los capturaba, sobre todo, en la época de veda del pulpo.

Además, durante muchos años surtió de peces, y sobre todo de pulpos, al Aquarium Finisterrae de A Coruña. Los iba renovando cada año. «Viñan por eles cunhas gaiolas especiais, e logo estaban no acuario», explica.

Cree que ahora hay jóvenes que van al mar con pocos conocimientos y mucho ordenador