El Asalto ao Castelo de Vimianzo (no queda nada: será este fin de semana) ya es más bien un asaltón. Ha crecido en todo. Van 19 ediciones y parece que fue ayer cuando aquellos chavales de Axvalso lo ponían en marcha. Historia y música, gastronomía y escena, cultura al fin y al cabo, han ido y van de la mano, creciendo, como se dice ahora, de manera sostenible. Sin pausa. Una cosa grande, de ahí lo de asaltón. Pero también asaltiño. Y no es un juego de palabras, porque el sábado, por tercera edición consecutiva, los niños podrán disfrutar del espectáculo y la diversión a su manera. El Asaltiño se va haciendo un hueco y no nos extrañemos de que, dentro de cinco o diez años, ya sea una cita de referencia comarcal. Claro que para entonces habrá que ir renovando la cantera. De momento, la hay. El primer año participaron unos cien chavales (con muchos padres, porque algunos empiezan con 4 años) y el pasado algo menos, por el terrible calor. A ver qué pasa esta vez. ¿Y en qué consiste el juego? Básicamente, en lo que harán los mayores unas horas más tarde, pero adaptado a su tiempo y sustituyendo el fuego por el agua. El viernes ensayaron el tema, para ver quién hace de señor y de señora del castillo, quiénes llevan el ariete (relevos incluidos), quiénes ocupan la jaula... La concentración será a las 16.30 horas en la plaza del Concello, abierta a todos. Avisa Marta Miñones, una de aquellas pioneras en poner en marcha el Asalto, que quienes participen lleven una muda, porque el agua ni perdona ni distingue. ¡Esto sí es un Legado do Tibu masivo! Ya en la plaza de la iglesia, donde se celebrará un combate de espadas acuáticas, pero sobre todo después al llegar a la fortaleza, en pleno foso, donde no se libra nadie de la mojadura. Pero no es solo este pasatiempo, sino que hay un desarrollo. Y los irmandiños atacan al ver que los señores pueden privarles de sus vacaciones o de la Play, de ahí el lógico ataque que se desencadena. «Algo sinxelo e rápido, máis ou menos unha hora», apunta Marta, quien, junto a otros compañeros de aquella época (tampoco somos tan mayores, no hay que pasarse) ve cómo sus hijos toman el relevo. Muchos de ellos, ese mismo día por la mañana habrán participado en unos obradoiros infantiles de caracterización medieval, con juegos y vestuarios al uso. ¡Sin Play, por supuesto, por duro que eso pueda parecer a ciertas edades!