Valientes sin temor a los golpes dieron un aclamado espectáculo en la Rapa das Bestas de Vimianzo

Marta López CARBALLO / LA VOZ

VIMIANZO

Con álbum de fotos | Más de una veintena de aloitadores saltaron al curro para cortarle las crines a las yeguas del Monte Faro

17 jul 2023 . Actualizado a las 09:56 h.

«A polo cabalo! Ide a polo cabalo!», gritaba el público desde la grada en Vimianzo. Pero la tarea no era fácil. Si ya no lo es tumbar a una yegua salvaje para cortarle las crines, mucho menos lo es intentarlo con el macho de la manada. Pero a fuerza de empeño y trabajo en equipo, se consiguió. Vaya si se consiguió.

Fue a la vuelta de un descanso de una media hora que los aloitadores se tomaron tras hacer una primera incursión al curro del Campo da Areosa. Alrededor, centenares de personas vitoreaban cada animal que grupos de cuatro a seis valientes iban saneando. Con más o menos técnica, con mayor o menor acierto, a veces a la primera y a veces tras varios intentos, pero los aloitadores fueron abriéndose paso y dándole al público la dosis justa de espectáculo que este ritual ancestral requiere. Porque en el fondo —exhibición y fiesta aparte— lo que uno ve en la rapa no es más que un ejercicio de aprecio y cuidado hacia estos animales que durante todo el año habitan, recorren y limpian el Monte Faro.

Ya empieza a ser habitual encontrarse con presencia femenina en el interior del curro. En la primera mitad, con dos jóvenes de la asociación que, tijera en mano, se encargaban de cortar el pelaje a las yeguas mientras cuatro o cinco compañeros las sujetaban con fuerza. Y a la vuelta del descanso, con la valerosa Ánxela Arjomil subiéndose sin titubear a lomos de los equinos: ese primer paso antes de la inmovilización. Sin titubeos... ni miedo a los golpes. En esos instantes de forcejeo entre animal y humano uno contiene la respiración. Puede pasar de todo y los aloitadores lo saben, por eso firman un consentimiento escrito antes de poner un pie en el curro.

Bajo un sol por veces demasiado generoso, de una u otra forma los presentes fueron partícipes de un momento ceremonial de conexión hombre/mujer-caballo. Habrá que esperar al 2024 para volver a presenciar tamaño espectáculo, pero el trabajo de la Asociación Monte Faro no acabó ayer: dura todo el año.