Las Tanxugueiras se encontraron en Zas con un público muy a favor de obra, animado ya en el arranque por Catuxa Salom. Ayer, ya desde mediodía, el recinto se llenó de familias
10 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.A las 22.45 horas del viernes aún había una larga cola para acceder al recinto de la Carballeira de Zas, lo que ya auguraba una entrada récord. Así fue. Hubo buena organización y Catuxa Salom, que abrió la noche, hasta se mostró asombrada y agradecida por la afluencia y la buena disposición del público, que se volcó con las Tanxugueiras. Arrancaron con la conocidísima Midas y en los bises cantaron Terra. A pesar de interpretar sus temas más conocidos, reservaron un espacio para su esencia y su origen. Armadas con sus panderetas tocaron tres piezas que el público coreó. «A nosa tradición, a nosa cultura é o noso corazón», dijeron.
Hubo tiempo para reivindicaciones repetidas, contra Altri y a favor de Palestina y los derechos LGTBI, con Pano corado. Las intérpretes, que ya habían estado en Zas en el 2019, desearon que el festival durara otros 40 años. Explicaron, además, que estaban trabajando en su cuarto disco. El campo se vació un poco durante el cambio de escenario, ya muy entrada la madrugada, para Agoraphobia, que cerró.
Familias coparon el recinto a partir del mediodía
Ayer a mediodía en la Carballeira de Velar aún flotaba en el aire la sensación de haber vivido una noche de viernes «flipante». En ambiente y en afluencia, como comentaban algunos veteranos al mismo tiempo que Uxía Lambona e A Banda Molona calentaban los ánimos de pequeños y grandes que coreaban claro lo que querían: «Festa rachada».
Tan pronto la formación se despidió surgió en un visto y no visto una larga cola para recoger paella, churrasco y un amplio surtido de raciones a precios populares, una lengua de comensales que seguía a las tres y media de la tarde con ritmo ligero y diligente voluntariado. Lo mismo para la mejillonada gratuita, o para los helados. Serpenteaba la gente entre los puestos de artesanía en busca del mejor recuerdo que llevarse.
Que un festival que mueve a miles de personas posibilite que un niño juegue tranquilo a los pies del río viendo cómo se forman círculos con cada hoja que cae explica bien cuál es la magia de la Carballeira de Zas. Se lo trataba de explicar un asistente a alguien con quién hablaba por teléfono: «Hay mucha gente, pero esto es muy amplio, estamos a la sombra, al lado del agua, un 90 % son familias».
Desde casi recién nacidos en carritos hasta fieles entrados en años recorrían la Carballeira de Velar, al tiempo que A Banda da Loba ofrecía los primeros acordes de la sesión vermú. No era su primera vez en Zas, dijeron, para presentar después su nuevo trabajo, Lovismo, en el que predican con la música el poder transformador del amor. La última ración del que sirvieron fue el identitario, el amor a lo propio. Y n eso la Carballeira tiene 40 años de experiencia. Quedaría para la tarde, antes del arranque de la noche, una foliada de comunidad también en clave femenina y el concierto de Carmela. Si la Carballeira nocturna tiene magia, no menos esta versión diurna de mantas al suelo, búsqueda de sombras que hacían falta y absoluta vecindad aun siendo desconocidos los de al lado. Larga vida a esta romería laica.