La gesta inesperada que agitó Lugo

Marta de Dios Crespo
MARTA DE DIOS LUGO / LA VOZ

CDLUGO

DANIEL R. PORTELA / NURIA FERNÁNDEZ

En 1992 la ciudad no estaba lista para tener un equipo en Segunda, pero subió después de un final de película

28 jun 2017 . Actualizado a las 08:51 h.

El 28 de julio de 1992 Lugo se situó en el mapa del fútbol nacional. Aquella tarde de domingo, un gol de Alvite iba a cambiar el sino de una ciudad descreída que había vagado por la Segunda B durante casi 40 años. Una revolución en toda regla de un deporte que, hasta la fecha, había vivido en Lugo a la sombra del baloncesto

LA PLANTILLA

Un grupo semiprofesional sin grandes individualidades 

Un veterinario, un médico o un guarda forestal eran los hombres que formaban parte de aquella plantilla del Lugo. Un club humilde, que pagaba poco y donde no había lugar para las estrellas. Ninguno de los futbolistas destacaba por una gran calidad individual y la mayoría compaginaba sus trabajos con el deporte de su vida. Eran semiprofesionales del fútbol que sin embargo, no tenían ningún tipo de complejo. La mayoría se conocía de años anteriores y, aunque hubo refuerzos aquel año, el bloque estaba hecho. 

EL TÉCNICO

Julio Díaz, un estratega consciente del valor del grupo 

Nacido en Cesuras en 1948, Julio Díaz llegó al Lugo con 40 años procedente del Bergantiños. Sabía que tenía a su cargo a un equipo modesto y limitado, así que se fajó en dotar a sus jugadores de automatismos sencillos y eficaces. Creyó en la solidez defensiva y en el valor del grupo y se empeñó en trenzar entre ellos lazos casi familiares. Era el tercer año de su primera etapa en el Lugo, volvería entre los rojiblancos en el 2000, tras pasar por el Pontevedra. A día de hoy es el segundo entrenador histórico del club con más partidos a sus espaldas: 214. Solo superado por Quique Setién. Fue un maestro para otros entrenadores de la época que han terminado triunfando en el fútbol profesional. Fabri González o Fernando Vázquez bebieron de sus enseñanzas. 

LA DEFENSA

Uno de los equipos menos goleados en la liga regular 

El Lugo terminó segundo aquel año en la tabla. Su éxito radicaba en una defensa rocosa prácticamente inexpugnable con un manejo de la línea de fuera de juego que terminaba sacando de quicio a sus rivales. Con 24 goles en contra fueron el tercer equipo menos goleado por detrás del Salamanca y del Sporting B, con dos menos encajados cada uno. 

la promoción

El aliciente de ser el patito feo de su grupo 

Era el segundo año consecutivo que el Lugo se colaba en la fase de ascenso, pero su grupo no era muy esperanzador. Un jugador del Sant Andreu, el gran favorito, cobraba como seis del conjunto lucense. El Extremadura, o el Elche, parecían tener incluso más opciones. Esa condición de tapado dio alas al Lugo, que afrontó la fase sin ningún tipo de complejo y con valentía. La mecánica de la fase era la siguiente: cuatro equipos se la jugaban en seis partidos, ida y vuelta. 

LA CARAMBOLA

Llegó al último partido necesitando más que la victoria 

El último partido llegó con el ascenso pendiente de una carambola. El Lugo necesitaba ganar al Sant Andreu en el Ángel Carro, pero también que un Elche ya desahuciado puntuase contra el Extremadura. Fue un partido de transistores a la vera del Miño y la felicidad por el gol de Alvite solo fue completa cuando la radio trajo la noticia del empate en el Martínez Valero. La motivación del Elche en aquel último partido dio lugar a todo tipo de especulaciones sobre la posible desviación de alguna prima.

EL PARTIDO

La polémica de Japón Sevilla y la culminación de la gesta 

El partido definitivo que metió al Lugo en Segunda en 1992 fue tenso. Jorge adelantaba a los locales a los cinco minutos, con un disparo raso que culminaba una buena jugada colectiva. Calderé, futbolista del Sant Andreu, tenía tarjeta por una entrada y a los 20 minutos terminó en el suelo del área rival. Presumiblemente, Jorge le había derribado por detrás. Japón Sevilla estaba cerca, avanzó decidido y sacó tarjeta a Calderé por fingir una falta. Era el minuto 20 y los catalanes se quedaban con uno menos. Rueda igualaba tras el descanso, pero Alvite apareció poco después, cabeceando el gol de la victoria tras una falta colocada por Montoto. Finalizado el partido y con Lugo de fiesta en pleno campo, Japón Sevilla recibió según su acta «un puntapié en los testículos» de Puncho, jugador del Sant Andreu que se sintió robado. 

LAS CONSECUENCIAS

El equipo fue incapaz de atar la permanencia en la plata 

Julio Díaz ya supo ese día que el ascenso era «un desastre». Ni el club ni la ciudad estaban preparados para tener un equipo en Segunda División. Los rojiblancos renovaron a buena parte de su plantilla y los fichajes que llegaron apenas mejoraron lo que había. El técnico de Cesuras no duró demasiado tiempo en el banquillo aquel año y mediado diciembre el grupo había bajado los brazos ante una categoría que le superaba. Sin embargo, aquel ascenso encendió una llama que posibilitó el salto definitivo a la liga de plata en el 2012. Un «sí se puede» que agitó a la ciudad y a las instituciones. El club trabajó desde los cimientos en los años posteriores, rodeándose de la infraestructura necesaria para el que próximo asalto a la Segunda pudiera garantizar la permanencia al año siguiente.