Carreras y Baras seducen con su homenaje a la música española ítulo de cuerpo 32 para noticias principales a 3 col

César Wonenburger

A CORUÑA

09 mar 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

El público que llenó el Palacio de la Ópera, entregado sobre todo en la segunda parte del espectáculo, de poco más de una hora, despidió a José Carreras y Sara Baras con una prolongada ovación al final de su emotivo tributo a la música española.

A partir de algunas de las más célebres canciones de compositores como Albéniz, García Lorca y Falla, el tenor y la bailaora alternaron y propusieron una singular fusión de canto y baile, secundados además por el pianista habitual de él, Lorenzo Bavaj, y por el magnífico cuerpo de baile y un pequeño conjunto musical de ella. Baras ofreció lo mejor de su cosecha, sobre todo en el zapateado, ese repiqueteo de pies que constituye una de las artes favoritas en el flamenco. Sus apariciones en solitario fueron las más celebradas.

Carreras, hoy refugiado en canciones que suele ofrecer transportadas para mayor comodidad, lució una voz mucho más potente de lo habitual en él estos días.

Un truco

Claro que había truco: se sirvió de la amplificación, algo vedado en los teatros, más propio de los estadios. El recurso permitió que el tenor, algo envarado cuando Baras revoloteaba a su alrededor, hiciera gala de su proverbial entrega y parte de su antaño seductor timbre lució en ese himno catalán que es Rosó, y en Granada, con la que finalizó el espectáculo.

El auditorio, dispuesto a disfrutar, se dejó contagiar por la leyenda del artista, su capacidad de comunicar, y por la desbordante energía de una bailaora en plenitud como Baras.

El poder de la música, con páginas tan célebres como Asturias de Albéniz, tres de las Siete canciones populares de Falla o el arreglo del Concierto de Aranjuez de Rodrigo, hicieron el resto.