Los festejos de San Ciprián concluyeron marcados por la muerte de un joven de la localidad en un trágico accidente
16 sep 2008 . Actualizado a las 02:00 h.Las fiestas de San Ciprián de Bribes, que ayer concluían, se caracterizaron este año por un sabor agridulce. La muerte de Alberto Miño Varela, el joven de 26 años que fallecía el sábado en un accidente de tráfico en Carral, marcó unos festejos que tradicionalmente gozan de un gran seguimiento entre los vecinos de la zona. El impacto provocado por la muerte del joven, muy querido en la parroquia cambresa, fue el motivo que llevó a la comisión de fiestas a suspender la jornada del domingo, para demostrarle a la familia el apoyo de todos los vecinos que, tras la liturgia y la procesión, declinaron participar en la sesión vermú, mientras que la sesión de fuegos de artificio quedaba suspendida.
Familiares y amigos despedían ayer a Alberto Miño en una ceremonia íntima en el cementerio de Bribes, a las 18 horas. Los festejos se reanudaban más tarde con la tradicional churrascada. La imagen de los preparativos del evento contrastaba con el rictus severo de los asistentes al funeral. Algunos amigos de Alberto no entendían que los festejos se retomasen. «Me parece muy mal que se siguiese con la fiesta», señaló Sarai, amiga del fallecido, a la salida de la iglesia. Alberto era una persona extrovertida que paraba en los bares de Bribes. Ayer, muchos de sus conocidos decidieron no acudir a los festejos. «Paraba en Casa Pena con la gente de su edad. Era un gran chaval, trabajaba aquí y todo el mundo lo conocía a él y a su familia. Ha sido un golpe terrible», indicó Elisa Ínsua, amiga de la infancia de Alberto Miño.
Santiago González Mosquera, presidente de la comisión de fiestas, mostró en su nombre y en el de la organización su respeto a la familia. «Ha sido algo tremendo, era un chaval de la pandilla de aquí, por eso decidimos suspender parte de las celebraciones, hemos sido muy prudentes». González señaló la necesidad de recuperar parte del dinero invertido, unos 40.000 euros, con la churrascada de ayer. «Tenemos que defender la parte económica», concluyó el presidente apenado.