Moción sobre Alvedro. Y ahora, ¿qué?

Por Laureano López

A CORUÑA

09 feb 2009 . Actualizado a las 11:46 h.

Los hermanos Wright inauguraron en 1903 la era de la aviación al conseguir desplazarse en el aire con su aeroplano 36,5 metros. El vuelo apenas duró 12 segundos. La unánime exigencia al Gobierno para que ejecute el plan director de Alvedro -de la que se levantó acta en el pleno municipal del pasado lunes- quedó en entredicho en un espacio de tiempo menor. El PP secundó la iniciativa, pero fue un espejismo. Una vez aprobada, el portavoz popular, Carlos Negreira, dijo que el acuerdo no buscaba más que un lavado de cara de socialistas y nacionalistas. Desde entonces, la moción que llegará a Zapatero ha quedado sumergida en un océano de críticas, reproches cruzados y pullas del estilo «ya verás cuando se entere papá...».

Estas tempestades no se hubieran recogido si los nacionalistas Carlos Aymerich y Rubén Lois, director xeral de Turismo, no hubieran sembrado aquellos vientos. Ambos dijeron que no hay que ampliar Alvedro. Sus compañeros en María Pita los justificaron. No eran más que «opiniones personales». ¿Pero pueden los políticos permitirse el lujo de dar opiniones personales? Quizás debieran reservárselas para la intimidad del hogar. ¿Serían tomadas como opiniones personales si hubieran exigido la ampliación? Probablemente, no.

La moción nació coja -pues solo alude implícitamente a la ampliación- y si los políticos siguen enrocados en el juego del «y tú más» puede acabar manca y ciega. Negreira volvió estos días a cargar contra el «papelón» del BNG y el «papelito» de Losada, en alusión a las ayudas que otros aeropuertos reciben de la Xunta. Quizás sin querer, obvió que las subvenciones fueron aprobadas por un gobierno del PP... Y Aymerich ensayó un triple salto mortal con tirabuzones, llamando «cortina de fume» a la polémica sobre la ampliación, olvidándose de que fue él mismo el que prendió el fuego del que salió este fume.

Tras el sí, pero... de Negreira, las inquietantes desapariciones de la escena de Tello, y el «punto pelota» de Losada, nos encontramos ante el siguiente panorama: Aena debe completar el plan director antes de seis años. Si Alvedro cobrara por objetivos, la ampliación ya estaría en marcha desde el 2006, cuando se superó el millón de pasajeros. Pero no se ha hecho y, aunque Losada anunció que hay Clickair para rato, otras compañías han volado, y Aena ya matizó que la ampliación depende tanto de la demanda como de la oferta de vuelos... Queda pues, moción al margen, mucho por hacer.

A Coruña, líder económico de Galicia, fue escenario esta semana de la colocación de la primera piedra del segundo centro comercial más grande de Europa y de un Centro Tecnolóxico Textil que nace con vocación de referente mundial. Por estas razones, y muchas más, se merece estar ya en la primera división de los aeropuertos españoles. Alvedro ocupó el año pasado el puesto 24 en número de viajeros y el 22 en carga en el conjunto del Estado. Con la ampliación de la pista, el aeropuerto puede superar los dos millones de viajeros y encaramarse, como poco, al puesto 16 de la lista, lo que sería una excelente noticia para el gran, mediano y pequeño comercio, la hostelería, la hotelería o los congresos.

En siete días, el presidente del Gobierno aterrizará, si el viento lo permite, en Alvedro. Hablará en el mismo escenario en el que hace 5 años prometió ampliar la pista del aeropuerto y dirá que su promesa marcha a buen ritmo. Pero pasará por alto que, durante estos años, el aeropuerto de León -utilizado por apenas 122.000 personas- fue ampliado dos veces. Paradójicamente, las declaraciones de Aymerich de hace unas semanas pueden servir para espolear el cumplimiento de esa vieja promesa.

Mal que le pese a quienes vierten opiniones personales, Alvedro está destinado a ampliarse. La edición facsímil de la Guía indicador de La Coruña y de Galicia para el año 1890-1891, que el alcalde regaló el martes a la ministra Chacón, arranca así: «La ley del progreso es ineludible. Natural es que todo se aumente, todo se transforme, y se perfeccione todo en los pueblos modernos». Y continuaba con una Advertencia al forastero: «Como es natural, puesto que no se halla establecida TODAVÍA la navegación aérea, a La Coruña solo se puede llegar por tierra y por mar». Trece años después, los Wright levantaban el vuelo 12 segundos. Sin saberlo, ponían la primera piedra del aeropuerto de Alvedro y, si se pone ya fin a esta espiral partidista, la de su esperada ampliación.