El torero de los pinceles

Noelia Silvosa
Noelia Silvosa A CORUÑA/LA VOZ.

A CORUÑA

Hijo del último asesor taurino de la plaza de toros de A Coruña, Ortiz rinde homenaje al mundo que ocupa los recuerdos de gran parte de su infancia

05 ago 2010 . Actualizado a las 12:31 h.

Hijo de Julio Ortiz, último asesor artístico con el que contó la plaza de toros de la ciudad, Marcial Ortiz vivió muy de cerca el mundo de la tauromaquia. Él mismo afirma que «fui desarrollando la afición a los toros paralelamente a la pintura, porque lo viví entre bastidores». Quizás por eso desde el Coliseo recurrieron a él para que uno de sus cuadros constituyese el cartel de la Feria Taurina de este año, en el cual aparece el mismísimo Enrique Ponce toreando. Ortiz mantuvo desde el primer momento que «había que dedicarle el cartel de este año porque justo cumple 20 años como matador de toros de forma continuada».

Con tan solo 13 años se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios, aunque «ya llevaba un tiempo pintando porque siempre me gustó». Admirador de un toreo reposado y ajeno a los grandes artificios, le gusta retratar pases poco forzados y que transmitan la grandeza propia del arte de los matadores. Entre las maniobras que suele pintar, destacan «la verónica y el pase natural, aunque haya otras que son más atractivas». Los recuerdos se arremolinan en la mente de Ortiz al hablar de su padre, del cual heredó la sensibilidad artística, pues «además de asesor era violinista». En la plaza era quien decía la última palabra, porque «no se cortaba una oreja sin que él evaluase si debía hacerse o no. Analizaba la parte artística de las corridas». La antigua plaza de toros de la ciudad también regresó a su memoria, pues para Ortiz «es una pena que se tirase, porque se perdió la tradición. En otras ciudades con menor categoría se mantuvo la plaza y la tradición fue pasando de padres a hijos. Aquí se está perdiendo mucho entre la juventud». Con respecto a la prohibición de los toros en Cataluña, alega que es «de los de prohibido prohibir. Los antitaurinos ya tienen un prejuicio hecho, pero esta es una fiesta reglamentaria».

El pintor sitúa A Coruña como la ciudad taurina de referencia en Galicia. Defiende que «las grandes figuras vinieron siempre aquí antes que a otras ciudades gallegas».

Paisajes y retratos

Pero Ortiz no fija su mirada solamente en los toros y en los toreros. De hecho, señala que «fue a raíz de la construcción del Coliseo cuando «empecé a pintar algo de toros, y resulta que hay más pinturas mías de toros publicadas que de las otras». Sus óleos destilan el naturalismo romántico con el que reviste sus cuadros, que en muchas ocasiones están centrados en «los paisajes de nuestra querida Galicia, me gusta pintar sus rincones». El pintor confiesa que es «de los románticos que salen a pintar con el caballete, como hacían los impresionistas. Solo así percibes realmente los olores y las sensaciones de lo que estás pintando, no los sientes al copiar una foto». Los retratos son otra de sus grandes pasiones. «Me encantan», sentencia el pintor. «Es verdad que es un género muy ingrato, porque nadie sale como le gustaría. También es el más difícil, porque hay que saber dibujar muy bien y buscar la luz que favorece a la persona». No obstante, Ortiz reconoce que «aunque pintar es una necesidad vital para mí, es dificilísimo vivir de ello».