Una peatonalización de manual

A CORUÑA

07 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La Ciudad Vieja ya es un territorio libre de coches. Solo un centenar de vehículos, los de residentes y los transportes de mercancías, conservan el privilegio de pisar lo que desde hace siglos es el corazón del casco urbano. La primera semana de peatonalización total se ha saldado, como era de esperar, sin ningún tipo de incidencias y con el escrupuloso cumplimiento de una norma que, desde el primer minuto, fue respaldada masivamente por vecinos, comerciantes y, sobre todo, por todos los habitantes de A Coruña.

Apenas tres multas el pasado viernes refrendan el exhaustivo cumplimiento de una reordenación de espacios que tiene toda la lógica. La Ciudad Vieja sufrió muchos lustros de abandono y desertización. La falta de servicios y la incomodidad de las arcaicas estructuras se llevaron por delante buena parte de la huella histórica de la ciudad. Todas las tentativas previas de expulsar el tráfico rodado -fundamentalmente vinculado a personas ajenas al entorno que aprovechaban la zona para estacionar mientras acudían al Ayuntamiento, el Rectorado o el Abente y Lago- fracasaron. Durante los gobiernos socialistas de Francisco Vázquez y Javier Losada se llegó a instalar incluso un sistema de bolardos eléctricos para restringir la circulación en un proyecto cofinanciado por la Unión Europea y que acabó con una reclamación de varios cientos de miles de euros por supuesta gestión irregular de esos fondos.

La regeneración. El siguiente paso es la potenciación de la Ciudad Vieja y la regeneración de sus espacios públicos. El concejal de Urbanismo, Martín Fernández Prado, siente especial devoción por la protección del patrimonio de la ciudad. De su mano se ha completado la recuperación de las murallas, otro ejemplo de abandono histórico, y se han acometido pequeñas actuaciones de mejora en el Orzán y muchas otras zonas de la ciudad. Esa sensibilidad será fundamental para acabar con los desmanes que la especulación o el desconocimiento han provocado en inmuebles repletos de historia. El desafío es considerable. Casi tanto como el acometido por Begoña Freire y Julio Flores desde el área de Movilidad para acabar con la invasión motorizada del casco histórico. Y toca estar especialmente vigilantes con el cumplimiento de las normas para evitar que se siga deteriorando esa historia común de siglos.

La reforma comercial. El nuevo escenario de la Ciudad Vieja se completa con una norma que seguramente se presentará al pleno de octubre: la ordenanza reguladora de las zonas de especial afluencia turística en cumplimiento de las directrices aprobadas por el Gobierno central. El área que dirige Luisa Cid ha abogado durante los últimos dos meses por el contacto directo con las asociaciones de comerciantes para consensuar las áreas que se verán afectadas. La respuesta ha sido muy positiva y hasta los que se habían autoexcluido voluntariamente de forma increíble, como el Distrito Picasso que preside Belén Chaver, han acabado reaccionando para sumarse a una iniciativa que permitirá atender las necesidades de los miles de turistas que cada año visitan nuestra ciudad.

Quizá por ello sorprende que, a pesar de que los comerciantes y sus asociaciones se han manifestado claramente a favor de la ley, los partidos de la oposición y los sindicatos se han posicionado en contra. ¿Acaso desconfían del conocimiento de los empresarios para saber si la ley les conviene o no? Curioso.