La ciudad y (de) la música

La Voz CONCEJALA DEL PSOE

A CORUÑA

09 ago 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Si un sábado a media mañana sube usted la cuesta de Santo Tomás y escucha el Ave Verum de Mozart, no crea que es una grabación de los Niños Cantores; es la chavalada del Coro Cantabile, un pequeño milagro de talento y futuro en el corazón de Monte Alto. Si un jueves de otoño le pilla la tarde por Orillamar, Labañou, la Cubela o Matogrande se cruzará con un ajetreado ejército de pequeños y mayores cargados de curiosos objetos envueltos en fundas negras.. Camino de conservatorios o escuelas musicales, los fagots sonríen a las baquetas de los percusionistas y abnegados abuelos cargan con el cello del más pequeño de la casa. Y si en medio de un concierto de El Eco su compañero de butaca le susurra que son «el coro más antiguo de España», créalo, lo son. Y fueron los primeros en aportar una grabación musical en Galicia.

A Coruña y la música. La ciudad de la música y donde la música ha formado parte del ser colectivo desde hace siglos. Probablemente en pocos lugares del planeta coincidan, en apenas 37 kilómetros cuadrados, tantas formaciones musicales y tan diversas. Desde la Sinfónica a las comparsas, de los coros a la Gaos, de Cántigas al hip-hop... Da la impresión de que nuestra vida como ciudad se escribió en un pentagrama.

Y en el centro de esta ciudad musical, la Orquesta Sinfónica. El elemento que desde su fundación, en 1992, dotó de consistencia y calidad a la realidad musical de una ciudad que ya en el XIX contaba con varias agrupaciones profesionales y una Sociedad Filarmónica dinámica y proactiva.

La OSG se convirtió en el eje motriz en torno al cual crecieron las agrupaciones musicales, se desarrolló una intensa labor formativa y se agruparon todas las iniciativas que acabaron por convertir a nuestra ciudad en un laboratorio musical todo el año.

Tiempo y políticos

Porque, no nos engañemos, la afición o la historia no son suficientes si no vienen acompañadas del aporte presupuestario público y un firme compromiso institucional. No es esta una apuesta cortoplacista ni una política cultural que genere «retornos electorales o ideológicos». La música no entiende de Legislaturas. Necesita tiempo. Tiempo y políticos que comprendan que apuestas como esta se convierten en elementos diferenciadores de una ciudad; que ayudan a convertirnos en sociedades más cultas, más libres y, por tanto, más democráticas. Tiempo para que los chicos de la cuesta de Sto Tomás un día sean como el Pascual Veiga que fundó El Eco. Tiempo, compromiso, lealtad y estabilidad; eso es lo que deben aportar las instituciones a la Sinfónica. El resto ya lo ponen los músicos... y los aficionados.