Vivía con su pareja al lado de otro hombre con síndrome de Diógenes
19 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.«¡Estaba sola!». En esto insistía Giovanni a la policía judicial que investiga la muerte de su compañera. No lo tenían fácil los agentes para calmar al hombre, lloroso y consternado por el fallecimiento, en un incendio, de la mujer con la que convivía desde hace más de una década en una pequeña nave abandonada de las cercanías del poblado del Campanario, en O Portiño.
Fátima, a la que en dicha zona conocían como La Negra o La Morita, tenía 61 años y estaba en dicho local cuando, poco después del mediodía de ayer, se produjo un incendio en el mismo. «Vimos el humo y vinimos porque pensamos que estaban quemando cobre», explicaban dos de los residentes en el poblado. Los bomberos fueron alertados y cuando estaban con las labores de extinción les indicaron que en el interior podía haber una persona. Poco después encontraron el cadáver de la mujer.
La policía judicial intentaba aclarar si había sido el cable de la luz eléctrica que llegaba hasta el interior de la nave el que había provocado el incendio. Giovanni insistía en que ese no había sido el origen de un fuego que se produjo cuando él estaba pescando. Así lo indicaron dos compañeros que le acompañaron, si bien el hombre se había marchado antes para vender las capturas. «Cuando salimos vimos el humo y lo llamé por si era cerca», explicaba Jose, a quien Giovanni le entregó su traje de neopreno, y otras pertenencias, antes de acompañar a la Policía Nacional para prestar declaración en las dependencias de la misma.
Al lado de esta pareja, en la misma nave, vive Avelino que, según sus vecinos, padece el síndrome de Diógenes. «Una de las paredes estaba toda llena de cajas de madera hasta casi dos metros de alto», explicaba otro vecino. Avelino, acompañado de otra persona que lo conocía, se desplazó a las dependencias policiales para prestar declaración.
Jose indicaba que esta misma semana había estado con Giovanni y Fátima en el sitio donde vivían «y les dije que el calefactor que tenían allí era un peligro».
Según los vecinos, la pareja llevaba entre diez y doce años viviendo en dicha nave si bien «ella tenía un piso en Oseiro, pero cuando estaban juntos se venían para ahí». También explicaban que las instalaciones habían pertenecido a una autoescuela y que el dueño de la misma había autorizado a Giovanni y Fátima a vivir en las mismas a cambio de vigilarlas.