Dejad que los niños vivan la música

Javier Becerra
Javier Becerra CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

Guadi Galego actuando en el Salgado Torres
Guadi Galego actuando en el Salgado Torres

17 mar 2017 . Actualizado a las 18:40 h.

Los tiempos están cambiando. Me lo certificaron los alumnos del CEIP Salgado Torres con los que estuve esta semana. Invitado por María Xosé, una de esas profesoras que no se conforma con reducir a las páginas de un libro lo que se puede vivir y sentir, pasé un par de reveladoras horas con niños de nueve años hablando de esta rama del oficio llamada periodismo musical. De pronto, viendo que allí, en un aula escolar, les estaba contando cómo The Beatles zarandearon el mundo hasta dejarlo irreconocible confirmé que sí, que todo ha cambiado.

Guadi Galego actuando en el Salgado Torres
Guadi Galego actuando en el Salgado Torres

El pop sigue fascinándoles igual que nos fascinaba a los niños de los ochenta. La mayoría lo conocieron con Cantajuegos, pasaron por Abraham Mateo y, ahora, empiezan a tomar otras direcciones. Unos por Melendi, otros por Manu Carrasco y otros por Bruno Mars. Son su Parchís, su Mecano o su Michael Jackson (quien, por cierto, sigue engatusándolos). Cantan sus canciones, bailan sus coreografías y sienten, de cuando en cuando, esa sensación genial de vivir dentro de una canción.

La mayoría de esos niños ya saben lo que es un concierto en directo. Yo, por ejemplo, no debuté hasta los 13. Sus padres los llevan. Algunos incluso tienen pequeños piques de melómanos. «Mi padre es roquero y me dice que la música que quiero escuchar es mala», explicaba uno. Otros reclaman lo que les es propio, como esa niña gitana que lamentaba que no se hablase de flamenco y se le ponían los ojos brillantes cuando se le mencionaba a Camarón. Y todos se extrañaban cuando les explicaba por qué algunas canciones que les chiflan, como La Gozadera de Gente de Zona o Duele el corazón de Enrique Iglesias, se miran muchas veces por encima del hombro en un absurdo clasismo cultural.

Lo que queda claro es que la música forma parte de su vida y su mirada limpia supone un magnífico modo de acercarse a ella. Les falta mucho por aprender («¿Ese es el abuelo de Bruno Mars?», me preguntaba un chaval simpatiquísimo al ver una imagen de David Bowie), pero desde luego se encuentran en el mejor de los caminos posibles para hacerlo. Forman parte de una iniciativa llamada Proxecto Adiante. En el colegio los sumergen directamente en el agua musical. Un día con Sés, otro con Sofía Espiñeira y otro con Magín Blanco. En la jornada que me tocó a mí actuaba luego Guadi Galego. Con ellos, no para ellos. Ojo al matiz.

Me acordé, al verlo, del profesor de La lengua de las mariposas que sacaba a los alumnos al campo para ver los insectos más allá del libro. Son los docentes que te marcan para siempre e influyen en tu vida. Pero es que, además, ahora creen que The Beatles y Michael Jackson deben entrar en el aula con todos los honores. Los niños, sonrientes, demuestran que los tiempos están cambiando. Más de uno se acordará de mayor de aquellas profesoras que les descubrieron un mundo maravilloso. Seguro que sí.