Los seis edificios abandonados de Palavea cumplen un decenio sin solución

Alberto Mahía A CORUÑA

A CORUÑA

Marcos Míguez

Los inmuebles con 60 viviendas vacías están totalmente destrozados y son foco de botellones y suciedad

05 feb 2019 . Actualizado a las 23:38 h.

Cuando los seis bloques de la calle Padre Busto enseñaron sus cimientos en el 2008, nadie en el barrio entendía que le hubiesen dado la licencia, pues se comía parte de la calzada, una vía ya de por sí estrecha. Las protestas vecinales no fueron escuchadas y la construcción concluyó. Pero nadie llegó a vivir en sus 60 viviendas más allá de las decenas de okupas que tomaron el edificio durante la última década. El estallido de la burbuja inmobiliario le dio en la línea de flotación y el promotor desapareció.

Desde entonces, el conjunto residencial, conocido por Epamar, está patas arriba. Son pisos incendiados, desvalijados y llenos de suciedad. En el corazón del barrio, junto al centro cívico y al mercado.

Prácticamente toda la manzana se encuentra en la misma situación: puertas reventadas, cristales rotos y cuadros eléctricos reventados para poder arrancar todo el cable. En algunos pisos se han llegado a traer hasta muebles viejos, como sillones o colchones sucios. En las paredes aparecen pintadas de todo tipo, algunas con ideología ultra, y hay tirados envases de plástico, latas de cerveza o de refresco, papeles... Un panorama desolador.

«Ás veces fan lume. O outro día tiveron que vir os bombeiros», denuncia uno de los encargados del centro cívico, haciendo referencia a un incidente que tuvo lugar hace dos semanas. De hecho, no es la primera vez que la desastrosa situación del inmueble obliga actuar a las autoridades: muchas puertas tienen aún restos de precinto, tanto de la Policía Local como de la Nacional, colocados allí durante anteriores intervenciones. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, los vándalos han arrancado dichos precintos (a pesar de que es un delito) para continuar la fiesta. «En algún caso, han llegado a poner un candado a la puerta para poder instalarse en el edificio de forma permanente», denuncia, Luis Carlos Méndez.

El Ayuntamiento está al corriente de esta situación, pero la solución no es sencilla. El concejal de Regeneración Urbana, Xiao Varela, señaló cuando le preguntaron por el estado de esos inmuebles que descubrir al propietario actual del inmueble «é unha labor detectivesca». Al parecer, su nombre no figura en el registro municipal, por lo que se ha perdido la pista de lo que ocurrió después de que Caja Duero exigiera a Epamar de Gestión el pago de la deuda.

Varios vecinos se quedaron sin las tierras que cedieron ni los pisos que les prometieron

El aspecto no es lo peor de los edificios abandonados. Lo peor es que hay vecinos en Palavea que cedieron sus tierras para construirlo a cambio de una vivienda en el inmueble y se quedaron sin nada.

Carmen es una de las mujeres afectadas. Cedió sus terrenos hace una década y no ha recibido la recompensa pactada por parte del promotor.

«Nosotros seguimos a la espera de los pisos que nos corresponden por la permuta», y los compradores, «igual de desesperados, sin dinero y sin casa», explica la mujer. Carmen se refiere al que quizá sea uno de los casos de desamparo más violentos de cuantos se declararon en Palavea, el de dos hermanas que cedieron su casa, el terreno en el que se asentaba y una finca próxima, y hoy, septuagenarias ambas, viven de alquiler en un piso de un edificio cercano, «sin casa, sin terrenos, sin nada, y pagando ellas los 400 euros mensuales de alquiler que deberían estar pagando los promotores de la obra».

Carmen y los vecinos del barrio no dejan de reclamar la intervención de las Administraciones: «Estamos hablando de un fraude y de un robo a ciudadanos coruñeses», denuncia la mujer, que advierte del riesgo y las graves consecuencias que entraña la desidia de las autoridades.

Los edificios se encuentran en el centro de Palavea y este bloque «está siendo utilizado por todo tipo de personas, los que vienen a dormir y los que vienen a robar lo poco que queda ya. Por eso, entre los incendios que padecieron algunas viviendas y los daños, «habría que tirarlo y volverlo a hacer».