A ti que aparcas en la rampa del párking

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

PACO RODRÍGUEZ

14 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Llevo muchos años sin ir a la autoescuela y sin repasar todas aquellas normas de tráfico que tantos quebraderos de cabeza nos traían antes de sacar el carné, pero la cosa debe de haber cambiado algo porque de un tiempo a esta parte vengo observando una nueva modalidad de aparcamiento... en el aparcamiento. Resulta que cada vez que voy en el coche y cojo la cuesta para meterme en el párking de la plaza de Lugo me encuentro una fila de vehículos en esa misma cuesta que casi no permite acceder al aparcamiento subterráneo. Y es entonces, en ese momento en que voy a coger el tique y a pagar por dejar mi coche, cuando pienso que debo de ser una pringada que no sabe que en Coruña se puede aparcar ahí. Bueno, creo que no se puede, pero se puede. Y esa misma sensación es la que tiene una amiga mía que cada vez que sale de su plaza del párking del paseo marítimo, por la que paga religiosamente todos los meses, se encuentra con que casi no puede maniobrar porque en la rampa de salida hay varios coches que no la dejan salir del aparcamiento.

Esta nueva modalidad se ha extendido y funciona a las mil maravillas para quienes no desean apoquinar la pasta. Y lo entiendo. Lo entiendo porque si se puede, podemos todos. Podemos todos entonces también dejar el coche en la tercera ronda un lunes cualquiera, o un martes cualquiera, como cualquier domingo de esos en los que se apilan y apilan coches hasta llegar casi a Marineda cuando hay fútbol.

No me interesa amargar ahora al personal, solo quiero saber si hay normas de domingo, normas para los que hacemos el bobo pagando el aparcamiento y normas que un día sí, pero otros no, nos podemos saltar. Porque si es así, entonces habrá muchos coruñeses que empiecen a pensar que lo de pagar la ORA no merece la pena (y ya sé que muchos están de acuerdo) y otros muchos empezarán a pensar que lo de ir al párking es una doble tomadura de pelo. La primera, por toda esa fila de coches de la rampa que no pagan, y la segunda, porque después de meterte en el párking hay veces que tienes que salir corriendo. Me pasó hace poco en el de la plaza de Galicia -lo sé, hice mal, en ese no hay quien entre-, en el que nada más meter el coche, después de bajar las dos rampas en curva jugándome el rascazo, comprobé que no había modo humano de encajarlo en ninguna de las plazas. Y ya digo aquí que no conduzco un camión, ni un todoterreno ni un megacochazo. No. Simplemente es imposible aparcar en ese medio metro en el que tienen pintadas las plazas, así que si no hay dos huecos libres, unidos, resulta milagroso hacerlo. Ese día me tocó a mí, cogí el tique de entrada y lo devolví al minuto para seguir buscando un sitio donde aparcar fuera. Eso sí, al salir del párking tuve la suerte de que no había ningún coche en la rampa.