Luis Castedo: «Todo el planeta tenía en los 90 un teléfono GSM europeo. Nokia y Google, esa era la alianza»
A CORUÑA
El ingeniero de Telecomunicaciones y catedrático de la UDC analiza las sucesivas generaciones de tecnologías móviles con sus guerras comerciales y geopolíticas asociadas
23 sep 2019 . Actualizado a las 20:58 h.La latencia es el tiempo que tarda en cargarse una web, los nanosegundos que necesita un videojuego para responder a la señal que envía la mano del niño. Es el parámetro clave de la conectividad futura. Lo cuenta Luis Castedo, catedrático de la facultad de Informática de la UDC e ingeniero de Telecomunicaciones, para explicar el alcance de la quinta generación (5G) de tecnologías de telefonía móvil que China está liderando.
-Ahora mismo los operadores tienen un problema: los datos van por un lado y la voz va por otro. Realmente tienen dos redes superpuestas. La idea de la 4G era precisamente superar eso. La idea del móvil a través de WhatsApp, a través de IP, pero qué pasa, que se te corta y eso para nosotros es inaceptable. Podemos admitir latencias y retardos en una descarga de ficheros, pero desde los tiempos de Graham Bell nos hemos acostumbrado a que la conversación telefónica es bidireccional e instantánea. La tecnología IP, la de Internet, funciona bastante bien, por ejemplo, en Skype, aunque a veces también tiene problemas, se corta, dices oye quita el vídeo que consume mucho ancho de banda... Esa es la experiencia IP. Experiencias asíncronas que admiten mucha latencia. Por eso la 5G es la que está pensada para dar ese servicio. No se le prestaba atención porque había cosas más importantes, pero ahora los coches autónomos, las operaciones en tiempo real de forma remota, la conectividad con las cosas [un sensor de emergencia que protege a una víctima de violencia machista, un enfermo monitorizado] abren un montón de posibilidades. El usuario estándar, los que nos conectamos para ver vídeos, páginas web y cosas por el estilo, con la 5G notaremos que va un poquito mejor. Pero sin duda es en el entorno industrial o en la gestión de un edificio con un montón de sensores, cuando se notará clarísimamente. Nosotros, no tanto. Porque se sabe que hay que mejorar, pero la cuestión es cuánto estás dispuesto a mejorar tecnológicamente y cuánto mejora tu servicio final. Ese es el gran debate.
-¿Cómo?
-Es que las inversiones son enormes. Imagínate, yo te ofrezco conectividad 5G. Y tú me dices, ¿y qué voy a notar? Pues ese vídeo de 50 megas que te mandó el colega por WhatsApp, en lugar de bajarlo en un minuto, lo bajas en 10 segundos. Ah, pues muy bien. Y en lugar de pagar 50 euros vas a pagar 200. Entonces tú vas y dices vale, pues espero un minuto.
-No damos el salto, entonces.
-El otro día hablaba de la maldición de los números impares. De la 2G a la 3G pasó lo mismo. La primera fue la de aquellos móviles de los 80 carísimos, grandísimos, asociados a unas baterías enormes, que consumían una barbaridad. Y peor aún, cada país con un sistema propio, porque no eran interoperables. Luego pasamos a la 2G [Castedo recuerda los Nokia de los 90 como una «verdadera obra de arte de la ingeniería, duraban casi una semana, jamás habrá un móvil tan magnífico, un hardware tan robusto»] cuando Europa toma una decisión estratégica arriesgada pero muy muy acertada: moverse a una tecnología digital, el famoso GSM. Nokia se hizo de oro, porque nadie más que Europa lo desarrolló. El único competidor, que era Estados Unidos, se quedó en un sistema mucho peor. Hablamos de los felices 90, porque Europa tenía unos liderazgos tecnológicos que ahora ha perdido. Toda la telefonía móvil era europea, se veía en América, en Asia, en Oceanía, se veía en África. Las compañías europeas tenían la propiedad intelectual, tenían las patentes, generaron muchísimo dinero. Lógicamente pagaban impuestos en Europa y entraba muchísimo dinero para poder soportar los servicios públicos europeos. Aquello fue un éxito y entonces se decidió pasar a la 3G, que ya fue más controvertida, porque aunque la segunda generación era digital estaba orientada al servicio de voz. Empezaban los datos, pero eran muy rudimentarios, el SMS. Los móviles no estaban adaptados. Se hizo un salto tecnológico sin tener muy claro qué aplicaciones o nuevos servicios avanzados demandaba la sociedad. Entonces el teléfono solo se pensaba como un sistema para hablar, como mucho, para mandar un SMS muy cortito.
-Y entonces llega Steve Jobs.
-Y entonces llega Steve Jobs y pone todo patas arriba. Con un dispositivo, el smartphone, que ya no sabes cómo clasificar, si es un móvil o un ordenador. Mucha gente lo valora más por los servicios que le da como ordenador pequeño y manejable que por poder hablar por teléfono. Entonces la 3G empezó a arrancar, enseguida se quedó pequeña y se hizo el tránsito a la 4G con éxito. El tránsito de la segunda a la tercera fue un fracaso. Hubo gente que perdió mucho dinero, subastas carísimas. Florentino Pérez metió muchísimo dinero y bueno... Es cierto que también coincidió con la crisis de las puntocom, estaba todo muy caldeado.
-¿Cómo gana ventaja China?
-Llegando tarde. China ha evolucionado extraordinariamente, porque lo bueno de llegar tarde es que no tienes una historia e inversiones que te lastran. Entró directamente en la 3G, no tuvo segunda ni primera. Empezó desde cero en unas condiciones muy superiores. Por eso China apostó tan rápidamente por el salto a la cuarta y la quinta generación. Y a todo esto se suman las guerras comerciales, claro. ¿Por qué está interesadísima China en la 5G? Porque ahora tiene ella las patentes. Y es paradójico. La 5G nació en Europa, fue una iniciativa europea para recuperar el liderazgo que había perdido con la 4G. Pero empresas como Nokia no fueron capaces de tejer alianzas estratégicas. Google andaba buscando un operador de móvil para hacerle competencia a Apple. Y no se entendieron, yo no sé lo que pasó ahí. Quizá pecaron de exceso de soberbia. No consiguieron sacar un smartphone. Qué pasa, que necesitas tener un software y ahí Nokia no tenía experiencia. No lo vio venir y ahora estamos en una situación francamente distinta. Ahora mismo con la 5G todos los operadores dicen que China lleva un par de años por delante de desarrollo. Es un país comunista, allí el Estado dice que hay que hacer 5G y se hace. Se mueve con parámetros muy diferentes. Hay un mercado brutal. Hay mil millones de chinos, eso es tremendo, La organización social, económica y política es muy diferente de las democracias occidentales, con reglas de mercado, sistemas democráticos... Es de otra manera.