De los estorninos al botellón

Antonio Sandoval Rey

A CORUÑA

Antonio Sandoval Rey

Estas aves están en declive en Europa, víctimas de la intensificación agraria

21 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace no tantos años, los jardines de los Cantones recibían cada atardecer más y más bandadas de estorninos pintos. Venían de los campos del entorno de la ciudad, donde habían pasado la jornada buscándose el sustento. Nada más llegar, cada apretado grupo, a veces de varios centenares de ejemplares, buscaba acomodo entre las ramas de cualquier árbol y se entregaba a un parloteo sin fin, compuesto de todo tipo de sonidos, entre los que abundaban las imitaciones de otros pájaros.

Recuerdo haber pasado grandes ratos, de niño, escuchando y contemplando aquellas muchedumbres charlatanas. El mejor momento era cuando de repente se elevaban todos a la vez sobre el parque, para integrarse bajo el cielo en un solo cuerpo que, como una nube enorme, veloz, oscura y caprichosa, se envolvía y desenvolvía sobre sí moldeando volúmenes hipnóticos. No había fuegos artificiales que se les comparara. Aquello era mucho mejor. Entre otras cosas, porque se me antojaba una celebración de la vida. 

Ruidos y halcones

Pero claro, aquel dormitorio comunal tenía sus consecuencias en los jardines. Cada mañana, caminos, setos y bancos aparecían cubiertos de blancas deyecciones. Este y muchos otros ayuntamientos del país decidieron poner fin a aquellas algaradas nocturnas. Para ello, el nuestro contrató los servicios de una empresa que, durante un tiempo, se dedicó a emitir todo tipo de ruidos amenazantes para los estorninos, y a volar halcones sobre ellos, a fin de convencerles de que aquel sitio había dejado de ser cómodo para montar sus juergas.

Los estorninos se dispersaron por otras zonas de la ciudad, en grupos más pequeños y en consecuencia con mucho menor impacto. Al mismo tiempo, su número fue disminuyendo. Pero no porque decidieran que A Coruña ya no era una ciudad en la que nadie es forastero, sino porque los suyos eran cada vez menos. 

Del norte de Europa

Estas aves no crían aquí. Solo vienen a pasar el invierno desde las islas británicas, Francia, Alemania, Holanda, Bélgica... Y resulta que justo en esos países, en estos últimos años, sus poblaciones reproductoras vienen experimentando un declive escalofriante. Precisamente estos días se ha hecho público un análisis de la situación del estornino pinto en Europa. En total, se ha perdido el 68 % de los ejemplares que había hace 40 años. Y es precisamente en la mitad occidental del continente donde el descalabro es mayor. La causa principal es la sustitución de la agroganadería tradicional por la intensiva, y el consecuente deterioro de los paisajes de siempre.

También aquí ha habido una sustitución. Ahora en los Cantones la suciedad ya no es cosa de estas aves, sino de los aficionados al botellón, no menos gregarios, ruidosos y dispuestos a aliviar sus líquidos sobrantes en la vegetación.

Aún así, todavía es posible contemplar a partir de estas fechas bandadas de estas aves sobre ese y otros parques. Aunque ya no tan grandes como antaño, sus espectáculos aéreos siguen siendo en ocasiones de primera categoría.

Pintos y negros

Desde otoño y hasta la primavera, tenemos aquí estorninos pintos y estorninos negros. Solo los primeros se van cuando viene el buen tiempo. Diferenciarlos es muy sencillo: los negros carecen de pintas en su plumaje. A menudo se mezclan en una misma bandada.

Dónde verlos

Por las tardes muchos estorninos se reúnen, por ejemplo, en las antenas de Telefónica de Monte Alto, o en el arbolado de los Cantones, para concentrarse antes de irse a dormir. Otro lugar que frecuentan es la cúpula de la Casa de las Ciencias.