Camilo Sesto se echaría a llorar

alberto mahía ARTEIXO / LA VOZ

A CORUÑA

Alberto Mahía

Tras años de abandono y algún proyecto que no llegó a buen puerto, la mítica sala de fiestas Eva, que arrasó en los setenta, agoniza

16 feb 2020 . Actualizado a las 23:23 h.

La mítica sala de fiestas Eva cerró hace 37 años pero sigue en pie. No se sabe cómo, porque por el camino ha perdido parte del tejado y sus paredes parecen haber librado varias guerras. Si por fuera da pena, por dentro da miedo. Cuentan los vecinos que es un foco de suciedad. Aparte de la imagen que da a la calle Ferrol, en pleno centro de Arteixo.

En sus mejores tiempos, la sala de fiestas Eva era el Studio 54 de Galicia. Fundada en 1968 por Manuel Díaz, se mantuvo activa hasta 1982. Fueron 14 años con un éxito total. «Viña xente de todas partes e os mellores grupos do país querían tocar aquí», recuerda, Baldomir Gómez, quien a sus 77 años recuerda el día que vio cantar a Camilo Sesto. O los grandes aluviones de personas que acudían al salón a escuchar y bailar a los Tamara.

Fue tal el éxito de la Eva que, siete años después de abrir, en 1975, hubo que ampliarla. Camilo Sesto ya la había llenado cinco años antes, cuando su carrera ya apuntaba alto. Tras las obras de ampliación, ahí ya entraban 1.400 personas. En sus 430 metros cuadrados pudieron bailar con los Tamara, Sintonía de Vigo o Los Españoles, Los Players, Pekenikes, Los Diablos, Fórmula V, María Jesús y su acordeón, Juan Camacho...

También recuerdan los vecinos de aquellos tiempos que en la sala de fiestas Eva se fraguaron numerosos matrimonios. Era el lugar al que los fines de semana acudían jóvenes de toda Galicia porque en Arteixo tocaban siempre los mejores. «Cuando no venía un grupo importante nacional, las mejores orquestas de Galicia se peleaban por tocar aquí. Sabe Dios las veces que se subió al escenario Pucho Boedo, que entonces era un ídolo», remarca un vecino de la calle Ferrol que hoy mira con tristeza la ruina en la que se convirtió la sala.

En abril del 2017 ocurrió un hecho que hizo moverse a las autoridades. Parte del tejado se desprendió por la noche, alarmando a los vecinos de la zona, que escucharon un importante estruendo cuando la parte central del tejado se derrumbó y los escombros cayeron hacia el interior del propio edificio. El Ayuntamiento, tras una inspección, explicó que no existía ningún peligro de desprendimiento para los viandantes de las calles colindantes ni para los vecinos de los edificios más cercanos.

 Un aparcamiento

Eso sirvió para que las autoridades se moviesen. Distintos grupos políticos pidieron al Gobierno local que hiciera algo. Y se intentó con un proyecto de demolición con la intención de albergar un aparcamiento provisional y, en un futuro, un nuevo edificio. Incluso abrir una calle. «Estamos buscando una figura urbanística que nos permita hacernos cargo del derribo a cambio de que el propietario ceda la parcela por un tiempo aún por determinar», afirmó entonces el alcalde, Carlos Calvelo, quien destacó que la disposición del dueño del recinto era «muy buena» y que se estaba estudiando «una solución ventajosa para las dos partes».

La idea sería eliminar la edificación actual, que presenta claros signos de abandono y que ha sido objeto de diversos actos vandálicos, y usar el espacio para que los vecinos puedan aparcar hasta que se construya un nuevo inmueble. En ese momento, explicó Calvelo, el propietario de la sala de fiestas debería ceder un espacio para ubicar el acceso peatonal al nuevo edificio.

También se dijo por parte del Gobierno local que la estructura del edificio era sólida y no presentaba riesgo de caída, pero el interior estaba en un estado lamentable, con bolsas de basura con restos orgánicos, por lo que han aparecido ratas.

Hoy en día, de aquello no se sabe nada. Quedó en un proyecto. Desde el Ayuntamiento se dice que no se han olvidado, que el estado del edificio es lamentable y se retomarán las negociaciones con los herederos, que siempre, añaden, se han mostrado dispuestos a colaborar con el Gobierno local.