Cinco motivos para coger carretera en la provincia de A Coruña

cristóbal ramírez

A CORUÑA

Lejos del bullicio de las ciudades, la provincia ofrece lugares para descubrir y desconectar

30 mar 2021 . Actualizado a las 00:00 h.

Los manuales de periodismo aconsejan no comenzar una información con una negativa. Es el momento de hacer una excepción: no hay razón para quedarse en casa en Semana Santa, porque la provincia coruñesa tiene mil y un sitios para ir, descansar y conocer. Pero seguro que, habiendo consenso en eso, también habrá inquietud: el virus no ha sido derrotado hasta ahora, y los ciudadanos vacunados son pocos. Cierto. Pero es que A Coruña tiene, en efecto, enclaves a donde procede ir con mucha precaución porque podría haber gente, pero son centenares los lugares maravillosos en los que uno se va a encontrar solo o casi. Y como para muestra un botón, aquí están estos cinco. 

Cabo Touriñán y la caricia del viento

Cabo Touriñán, esplendoroso y bravo, es un lugar donde si hay un solo virus el viento lo arrastra a kilómetros de distancia en décimas de segundo. Uno de esos lugares salvajes, inhóspitos, Galicia eterna con sus acantilados de granito, sus tojos resistiendo al borde de los precipicios, su faro con su entorno convertido en mirador de un Atlántico que semeja infinito, y un sendero que conduce por la izquierda a las cercanías de uno de los islotes más curiosos del país: O Castelo. Y tiene de curioso el que allí fue construido un castro, una aldea prehistórica de la que se observan algunos muros. Si se llevan prismáticos, miel sobre hojuelas, porque así se contemplará mejor un gran playón que queda al fondo de la costa. Es O Rostro, tierras de Fisterra. 

Para llegar: carretera a Cee, desvío a Lires y antes de llegar, nuevo desvío a la derecha.

Castillo de Naraío, un superviviente

El castillo de Naraío se encuentra a los pies de la sierra de Forgoselo, defendido naturalmente por esos montes y por el río Grande. Como ha sido levantado en lo más alto de una escarpada colina, su conquista por las bravas rozó la utopía. Hubo un intento de derribarlo a principios de los años 70 del siglo pasado, una barbaridad que por suerte no pasó de mera ocurrencia. Y tuvo la suerte de que hace tres lustros largos vivió dos campañas de excavación y rehabilitación. Así que ahora es posible la visita tras el corto y empinado ascenso, para adentrarse en una fortaleza en la que manda su recia torre del homenaje, a la que se puede entrar tras ascender cómodamente por un andamio (menores siempre acompañados). La jornada se completa remontando el río por un camino paralelo que forma parte de una ruta de senderismo. 

Para llegar: carretera de Ferrol a Ortigueira, desvío señalizado a la derecha antes de llegar a San Sadurniño.

Porto Baixo, un castro vecino de una laguna

Barbanza es una comarca en la que si uno quiere pasar la Semana Santa sin ver a nadie, lo consigue. Montañas que plantan cara al océano pero que entre ellas conforman pequeños valles y llanuras donde lo único que el recién llegado se va a encontrar son caballos y vacas salvajes. Pero si prefiere estar en la costa y ya conoce el impresionante castro de Baroña (Porto do Son), entonces que se dirija al extremo sur del parque natural de las Dunas de Corrubedo. Así dicho no es descubrir nada, pero si la recomendación es ir dando un paseo muy fácil y para toda la familia hasta el castro de Porto Baixo y, si quedan ganas, hasta la laguna de Vixán, entonces la cosa cambia. El castro, desde luego, no recuerda a Baroña, solo queda a la vista una muralla, pero el lugar simplemente es magnífico, con la gran duna móvil al fondo. 

Para llegar: desde el final de la autovía a Ribeira, por la carretera a Aguiño por el interior. Desvío a playa Anguieira. Donde acaba el asfalto, a la derecha.

Buen momento para pisar el Camino Inglés

No hay peregrinos. Igual tampoco hay ganas o tiempo para recorrer el Camino Inglés completo, pero sí para conocerlo de primera mano y por un lugar no urbano, porque así el contagio es improbable. Entonces hay que dirigirse a la iglesia de Leiro, en Abegondo, aparcar allí el coche y seguir los marcos indicadores. El ascenso va a ser largo aunque desde luego nada fatigoso. El punto final lo fija cada uno donde quiera, pero un buen lugar para terminar es el embalse de Beche, con mesas y bancos en el exterior y un sendero que le da la vuelta a la presa. Ese trayecto son exactamente 3.753 metros.

Para llegar: carretera de Betanzos a Mesón do Vento, a la altura del kilómetro 12 giro a la derecha a Presedo. Una vez aquí, a la derecha 1,3 kilómetros.

El Tambre, refugio tranquilo

El Tambre es lo que se llama un valor seguro. Algunas riberas resultan inaccesibles por la vegetación, y en algunas partes llegar hasta él es pura proeza. También tiene islas como la compostelana de O Refuxio, mucho más frecuentada por los orosinos. Pero sin salir de Santiago es buena idea recorrer su margen izquierda contra la corriente por una pista casi toda de tierra, ancha, por donde es posible encontrar a algún corredor o a un par de chicos en bicicleta. Al llegar a la carretera se sigue de frente y se baja al viejo puente Carollo, donde hay molinos. 

Para llegar: carretera de Santiago a A Coruña, justo antes de entrar en Sigüeiro desvío a la derecha y primer desvío a la izquierda.