Karina Callón: «Para correr bien hay que concentrarse en la planta de los pies»

Loreto Silvoso
Loreto silvoso A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

EDUARDO PEREZ

Se subió al podio de la última San Silvestre tras completar los 7 kilómetros en solo 26 minutos y 28 segundos

09 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Es la mujer más rápida de la comarca coruñesa. La ganadora de la última San Silvestre, Karina Callón (Caracas, 1980), se siente orgullosa de pertenecer al Club Atletismo Sada (CAS), aunque es de Boiro, trabaja como contable en A Coruña y vive en Cambre.

—Para haber nacido en Venezuela, más de aquí no puede ser.

—Sí, la emigración, ya sabe.

—¡Enhorabuena por ese podio!

—Gracias, estoy feliz. Llevaba dos años quedando segunda en la San Silvestre, pero esta vez sabía que tenía alguna posibilidad.

—¿Fue a darlo todo?

—Yo fui a por la San Silvestre y lo conseguí. Y ganarla fue brutal. Es una emoción tan grande... Sientes como que puedes con todo.

—Y eso que soplaba el viento.

—Sí, eso fue lo malo, pero había una luz muy bonita ese día. Los últimos tres kilómetros fueron agonizantes. Salimos una corredora y yo ¡a 3’ 30! ¡Como unas locas, ja, ja...!

—¿Iba mirando el reloj?

—No me hace falta. Tengo los ritmos interiorizados, pero sabía cómo íbamos. Así que me dije, bueno, si hay que correr, ¡corremos! En los surfistas le metí un cambio de ritmo y se quedó, pero fue muy valiente, eh... Ella quedó cuarta.

—Y segunda fue una clásica de la San Silvestre, su compañera del CAS Inés Papín.

—Sí, es que fue todo muy bonito y emocionante. Una recompensa al esfuerzo realizado.

—¿Hay que trabajarlo mucho?

—Esto es fruto del entrenamiento continuo. Granito a granito.

—¿Cuánto se entrena?

—Llevo unos años entrenándome cinco o seis días a la semana.

—Poco descanso veo ahí.

—Nos entrenamos lo que el cuerpo permite. Solemos descansar uno o dos días si lo necesitamos.

—¿Cuántos kilómetros le echa?

—Entre 60 y 65 de media.

—Y el finde, ¿tirada larga?

—Sí, 10-15 kilómetros. Alguna vez caen 20, pero no es lo habitual.

—¿Se soporta bien?

—Sí, vamos por sensaciones, controlando pulsaciones. Creo que hay que ir despacio para poder ir rápido. Con calma.

—¿Esa es su filosofía?

—Sí. Hay que correr cuando hay que correr. Algunas veces nos pasamos haciendo las tiradas largas, pero hay que controlarse.

—¿Qué es «ir con calma» para una atleta como usted? ¿Cuál es su ritmo de trote cochinero?

—4’ 40 de ritmo. 4’ 50 tal vez...

—¡Ahora entiendo que batiera el récord del 3.000!

—Eso fue muy bonito. No pensé que lo pudiera hacer. Mi entrenador me decía que sí, y llegó el día y lo hice. [Karina batió este año el récord de los 3.000 metros en su categoría, Máster 40, con un tiempo de 10’ 33"].

—¿Hasta qué punto es importante tener un buen entrenador?

—Es clave. Al mío, Diego Crespo, le tengo que agradecer un montón de cosas. Él me motiva muchísimo y siempre está buscando la manera de que yo mejore en todo. Eso póngalo, eh, por favor.

—¿Cuándo empezó a correr?

—Hace diez años. Antes hacía bici, pero se me metió en la cabeza correr una media maratón y empecé a entrenarme con los del Sada, que había un grupito muy guay allí.

—¿Cómo fue su primera vez?

—Lo recuerdo perfectamente. Fue una Coruña 10. Me apuntó mi marido y yo no sabía si podría correr los diez kilómetros seguidos. La hice en 53 minutos. Y este año la saqué en 38.

—¿Cuál es su distancia favorita?

—El 1.500.

—¿Es velocista?

—Me gustaría, pero no lo soy. Soy fondista. Gustar, me gusta el 1.500, pero no me va bien. Entonces, corro distancias como el 3.000 en pista cubierta o el 5.000. Puedo ir rápido mucho tiempo.

—¿Qué hace más daño al correr?

—Cuando vas en fatiga, es muy difícil concentrarse. Si piensas que no puedes, intenta borrar esa idea. ¡Delete [eliminar en inglés]!

—¿En qué hay que concentrarse?

—En la planta de los pies. Durante la carrera, hay que concentrarse en empujar el suelo con los pies y no pensar en otra cosa: pum, pum, pum... Hay que ser muy consciente de los pies.

—¿No cree que correr es, en cierto modo, como meditar?

—Sí, totalmente. Es esa sensación.

«Algún capricho sí me doy, descubrí el chocolate con pistacho y es una delicia»

A Karina Callón le inculcaron el deporte desde pequeña, tanto en la escuela como en el instituto. Nos atiende a las cinco de la tarde, recién terminado su entrenamiento de hora y media, en la pista universitaria de Elviña.

—Qué papel tan importante juega el ámbito educativo a la hora de iniciarse en el deporte, ¿no?

—Sí, de hecho, gracias a eso, yo siempre hice algo. Jugaba al voleibol o practicaba cualquier tipo de deporte, tanto en las primeras etapas como en el bachiller.

—Vayamos ahora a datos más concretos. ¿Cuántas zapatillas deportivas tiene?

—¡Un montón! Últimamente, me he vuelto un poco rara con eso. Tengo muchas y de todas las marcas. Adidas, Nike... No sé decirle cuáles son las que más me gustan, porque ha cambiado todo tanto que está muy revolucionado el mercado. Lo único con lo que estoy verdaderamente contenta es con los clavos que me compré hace poquito. Fue como cuando me pusieron las gafas de pequeña. Se me abrió el mundo. Sentí lo mismo.

—¿Sigue alguna dieta especial?

—Soy celíaca y tengo mil intolerancias. Ya solo por eso no puedo comer de todo. Como variado, de lo que puedo.

—¿Se permite algún capricho?

—Algún capricho sí que me doy, de vez en cuando. Descubrí el chocolate con pistacho y es una delicia. Eso tiene que ser pecado. ¡El chocolate es mi debilidad!

—¿Qué es lo mejor de correr?

—La libertad que sientes. Correr es mi pastilla. Después del entrenamiento, me quedo feliz. Lo descargo todo. A veces no tienes ganas, pero, tras la ducha, te sientes nueva.

—¿En qué trabaja?

—Trabajo en el departamento de administración de la Fundación Adcor. Llevamos la contabilidad.