Manolo Gómez, director de «El bosque animado, sentirás su magia»: «Convivimos con la fraga de Cecebre durante muchos años»
A CORUÑA
El aclamado largometraje, en 3D e inspirado en los bosques de Galicia, cumple 20 años desde su primer estreno
31 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.En la fraga de Cecebre, los árboles hablan cuando no están los humanos. Los animales habitan con ellos en total tranquilidad hasta que un petulante poste de teléfono es plantado por los hombres. Furi es un pequeño topo enamorado de Linda, quien desaparece de la colonia. Él se embarca en una aventura para buscar a su amada y resolver los problemas de la fraga. Este es el argumento de la película en 3D El bosque animado, sentirás su magia, basada en el libro homónimo de Wenceslao Fernández Flórez. La obra generó interés en los estudios y también fue adaptada a la gran pantalla por José Luis Cuerda. En A Coruña, Dygra Films planteó la película de forma distinta, con animación por ordenador. Los directores Manolo Gómez y Ángel de la Cruz la estrenaron en el 2001. El largometraje se hizo merecedor de dos Goya. Mejor película de animación y mejor canción original por la interpretación de Luz Casal y Pablo Guerrero. Y por si fuera poco, fue preseleccionado para competir en los Oscar.
—¿Cómo ha envejecido el filme?
—La verdad es que mi percepción sobre la película ha ido cambiando con los años. En los primeros, a pesar del éxito que tuvo, la repercusión mediática y en festivales, siempre me quedó la impresión de la falta de tiempo para acabar cosas que no estaban del todo como a mí me gustaría. En estos últimos años pude disfrutar ya con niños y familias de la película, viéndola a la distancia, sin fijarme tanto en aquellas cosas que yo recordaba que eran mejorables.
—Se inspiraron en la novela de Fernández Flórez...
—La semilla de todo el proyecto está en su libro, una novela que no solo es profundamente ecológica, sino que refleja muy bien el alma de Galicia, esa convivencia con el entorno rural, esa capacidad que tenemos de vivir apegados a nuestro territorio. Quizás en el entorno del autor no fueron capaces de ver esa novela con el componente ambiental que se adelantaba 30 años a que todo esto estuviera en boga, que la naturaleza fuera percibida como algo que hay que cuidar. Wenceslao fue un visionario. Creo que en Galicia aún no le damos la importancia debida.
—¿A qué se debe el éxito del largometraje?
—La película tiene un peso específico porque intentamos ser fieles al espíritu de la obra de Wenceslao. Luego, otra de las claves que a mí me obsesionaba es que era la primera película hecha en digital que refleja esas texturas naturales. Los largometrajes hasta ese entonces, el caso de Toy Story, por ejemplo, tenían una estética de plástico. Nosotros pintamos directamente digitalmente sobre los objetos en 3D. Conseguimos las texturas de los árboles, de las hojas reflejando la fraga. Trasladamos los paisajes, la arquitectura popular, los hórreos, el pazo, los objetos del sótano donde vivían los ratones eran latas de conserva con etiquetas cuyas formas eran de A Coruña. La sonoridad, con Luz Casal, también transmitía mucho. Era una película original y distinta. La narración era entendible para todos, aunque la imagen era más local, por eso era internacional y tenía identidad propia.
—Abordaba temas como la deforestación.
—Procuramos utilizar tramas que fueran entendidas por niños pequeños. Siempre nos preocupamos porque captaran esos mensajes que están en el fondo de la novela de Wenceslao Fernández Flórez. El caso más claro es que los árboles cobran vida. Para los niños es mágico porque, de repente, descubren que son seres vivos, que tienen ojos, rostro y que se comunican. De otra manera, serían inertes o como muebles para ellos. Los testimonios de esa visión de los niños los tienes 20 años después, cuando ya han crecido.
—¿Cómo fue el trabajo en la fraga de Cecebre?
—Nosotros vivimos con la fraga de Cecebre durante muchos años de forma continua. Estuvimos allí entre día, noche, con sol y lluvia. Tomábamos fotos, hacíamos dibujos, reproducíamos sus paisajes en acuarela o en óleo. La fraga es un paraíso, recrea perfectamente ese bosque europeo, atlántico con infinidad de especies que generan un hábitat muy singular que está desapareciendo. Conviene que conservemos la riqueza que tenemos en la fraga.
—¿Considera que el lugar tiene potencial turístico?
—Es un espacio en el que uno recupera un poco la tranquilidad. Para hacer estrategias en la fraga, se necesita contar con la población. Ellos mismos tienen que percibir el lugar como una fuente de riqueza que genera bienestar. Debe ser un turismo ordenado. Estamos en un tiempo donde hay una gran movilidad de la población, esto genera empleo también, hay que tenerlo en cuenta. Hay una oportunidad maravillosa, si hay una buena conexión con lo rural, la gente joven se estaría allí y teletrabajarían, contribuirían a repoblar un poco estás zonas. Además hay nuevas técnicas que permiten crear huertos para suplir las necesidades.Ese discurso de la España vaciada, que es una triste realidad, puede cambiar si se facilitan las comunicaciones con el campo.