Santiago Barbeito: «Me ofrecieron entrar en Amazon y dije que no»

A CORUÑA

Santiago Barbeito, propietario de Comercial Electrónica Coruñesa
Santiago Barbeito, propietario de Comercial Electrónica Coruñesa ANGEL MANSO

Su padre fundó, en 1967, Comercial Electrónica Coruñesa, que él mantiene con un espíritu similar

30 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Es una de las últimas tiendas de siempre. Fundada hace 55 años en la esquina de la avenida de Fisterra con Magistrado Manuel Artime, resiste el paso del tiempo y de las modas y parece que goza de buena salud. «Por precio es imposible competir, pero lo que vendemos aquí es asesoramiento, atención al cliente, consejo, ayuda... La gran recompensa es que el cliente vuelva. Me ofrecieron entrar en Amazon y dije que no. Al final haces de almacén y ellos ganan siempre. No encajo en la política de este tipo de empresas», analiza Santiago Barbeito Vilariño, propietario de Comercial Electrónica Coruñesa. Un establecimiento por el que ha pasado toda Coruña, aunque unos habrán entrado y otros no. Su logotipo con electrones y la abreviatura C.E.C. en la esquina forman parte del patrimonio comercial de la ciudad. «Lleva toda la vida. Lo hizo un hombre que era un tanto particular», recuerda Santiago, que está vinculado al negocio desde que nació y los últimos veinte años de manera continuada. Los otros tres empleados llevan más tiempo que él en la empresa que montó su padre en 1967.

Negocio de reparación

Hay de todo. Si buscas algo difícil de encontrar es posible que Santiago y su equipo te den solución. «Todavía nos quedan unas mil agujas de tocadiscos, que están muy demandadas por el auge del vinilo. También hay poleas para reparar tocadiscos. Las válvulas genuinas de los amplificadores las agotaron todos los músicos de las orquestas de Galicia que pasaron por aquí», comenta entre infinidad de lámparas, pequeños electrodomésticos, menaje de cocina, componentes electrónicos, radios de siempre, despertadores... Hasta hacen llaves. El fundador del negocio y padre de Santiago, Jesús Barbeito, sigue pasando a diario por el local al que dedicó gran parte de su vida. Había regresado de Venezuela y con un socio, José Verdeal, montó algo parecido a lo que tenían allá. Corría el año 1967. Unos años después el socio se marchó a Canarias y Jesús y su mujer, Lucía Vilariño, siguieron con la tienda. «En aquellos tiempos se reparaba mucho. Hasta había televisores para montar. El negocio estaba en la reparación», recuerda Santiago, que nació en 1970, estudió en Santa María del Mar y se crio y jugó en el parque de Santa Margarita y en la calle Padre Sarmiento, donde estaba el cine Rex. 

Entre bombillas

Siendo un chaval ya ayudaba en la tienda. Iba a los recados en el Vespino. «Estudié Empresariales y trabajé como profesor, de becario en un banco, y en una empresa de consultoría informática. Pero hay algo que me arrastró al negocio familiar», recuerda este empresario padre de un chico de 15 que sueña con ser mecánico de Fórmula 1 y una chica de 13 que quiere montar una empresa y hacerse rica. «Vendemos un poco de todo. Hasta alcachofas y flexos de ducha. No los teníamos, pero preguntaba tanta gente por ellos que decidimos incluirlos en la oferta. En su día, hace unos veinte años, fuimos proveedores de Inditex. Les vendíamos unas regletas de luces para los escaparates. Por hacer algo que no hacían los demás, esa es la clave», destaca. Dice que se siguen vendiendo muchas bombillas de filamento. «Sigue habiendo mercado de incandescentes. Muchos decoradores nos las piden y, por ejemplo, en las salas donde se hacen resonancias magnéticas tienen que tener iluminación halógena porque las luces led les explotan», destaca. Mucha gente le pregunta por el consumo eléctrico y les explica el recibo y que «la iluminación de una casa apenas influye en la factura». Me enseña el almacén. «Sabemos dónde está todo», asegura en esta tienda a la que suelen acudir navegantes que llegan en veleros a nuestro puerto en busca de alguna pieza. «Dicen que en sus países ya no hay negocios como este y se quedan maravillados. Es cierto, las tiendas hacen la ciudad y ya quedamos pocas de este estilo», reflexiona Santiago. Le encanta ver el Canal Historia, hacer senderismo, viajar y perderse por callejuelas, y cocinar un arroz meloso con setas. «Me ilusiona pensar que mi trabajo sirve para algo», sentencia.