Félix Arias: «Ojalá me pidan que le ponga música a todos los rincones de la ciudad»

FErnando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

CESAR QUIAN

Dedica una canción a Pardo Bazán en las visitas musicalizadas a Méndez Núñez

15 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El pasado mes de abril comenzaron a organizarse unas rutas alrededor de la historia y la riqueza de Méndez Núñez llamadas El jardín musical, en las que el guía Suso Martínez va desvelando los infinitos secretos que ocultan los jardines del Relleno mientras el músico Félix Arias va acompañando el discurso con su guitarra y su voz. Intentar conseguir una entrada para participar en estos paseos se ha convertido en una misión compleja: en cuanto se publica una nueva fecha, las reservas se agotan en cuestión de minutos. Por algo será. «Yo solo sé que le ponemos muchas ganas y que nos lo pasamos muy bien», asegura el músico cuando se le pregunta por el secreto de este éxito. Este pasado fin de semana tuvo lugar una de estas visitas —la próxima será el 10 de septiembre, apunten—, y en ella Arias estrenó un nuevo tema propio dedicado a Emilia Pardo Bazán.

—Muy apropiado homenaje.

—El origen está en una poesía de Suso Martínez. La verdad es que en cada visita intentamos ofrecer algo nuevo, dar una sorpresa.

—Es complicado hacerse con una entrada, el éxito es enorme.

—¡Como todas las que hace Suso! Funcionó bien desde el primer momento. Nos divertimos mucho haciéndolo, y eso tiene que notarse. Claro que el peso lo lleva él, yo solo le voy poniendo el acompañamiento musical.

—¿Cómo son las visitas?

—Voy tocando la guitarra mientras va llegando la gente a la estatua de Curros Enríquez, donde arranca, y Suso los recibe con una descripción de cómo era A Coruña en el siglo XIX, lo moderna que era ya en aquel entonces. Y vamos recorriendo los rincones que tiene el jardín, desde el Kiosco Alfonso a las estatuas de Pardo Bazán, Fernández Flórez, Valle Inclán, Concepción Arenal o John Lennon, hasta llegar a la Rosaleda.

—No hace falta echarle mucha imaginación para intuir la música que interpreta ante la estatua de Lennon. Pero el resto de los jardines, ¿qué banda sonora tienen?

—Surge música de todos lados. Pucho Boedo ya hizo algún tema con textos de Curros, al pasar por el Kiosco Alfonso cae alguna canción cinematográfica, ante el rascacielos del Banco Pastor cantamos New York, New York...

—¿Y cómo surgió la idea de musicar los jardines?

—Con motivo del Día de la Mujer en el 2018 habíamos hecho en San Amaro un roteiro organizado por la concejalía de Medio Ambiente sobre mujeres ilustres, en el que al terminar cantaba Negra sombra en la puerta del cementerio. Quedó magnífico, así que después de la pandemia le dije a Suso si lo hacíamos otra vez. Lo que pasa es que siempre va por delante, así que me dijo que no, que tenía otra idea. Me presentó un plano de los jardines y me explicó lo presente que ha estado la música en la ciudad desde el siglo XIX.

—¿Dan para tanto los jardines?

—Me los conocía perfectamente. Pasé ahí buena parte de mi infancia y habré paseado por ellos a mi perrita miles de veces. Pero gracias a Suso he descubierto unos jardines totalmente nuevos. Son una fuente inagotable de sorpresas.

—¿A qué otra zona de A Coruña le pondría música?

—Yo encantado de hacerlo con cualquier lugar. ¡Ojalá me encarguen ponerle música a todos los rincones de la ciudad!

—Mencionaba antes la pandemia. ¿Qué tal la pasó?

—Ha sido triste, aunque he de reconocer que como músico, en lo personal, he tenido mucha suerte. Me he dedicado a aprender y a componer. Pero además he seguido trabajando en las Escuelas Infantiles Municipales, en Monte Alto y en Carmen Cervigón, en Padre Rubinos. Eso me mantuvo activo y ocupado. Pero antes también hacía musicoterapia con gente mayor, y eso se tuvo que parar.

—¿A las residencias no ha vuelto la tan nombrada normalidad?

—Bueno, desde que empezó la pandemia hasta hoy, no me han vuelto a llamar. Y lo siento muchísimo, porque era un trabajo precioso. Eso de cantar las canciones que te pide el público y ver su reacción... Te dicen: «Oiga, el próximo día que venga, ¿podría tocar Alma, corazón y vida de Los Panchos?». Era enormemente gratificante. Los señores y las señoras se arreglaban, se ponían guapos para la ocasión, y se sabían las letras a la perfección. No puedes cometer ningún error. Son momentos muy emocionales, muy bonitos que me encantaría volver a vivir.

«Tengo grabado un disco basado en cuadros de Lara Pintos pendiente de ser publicado»

Félix Arias es un gran defensor de la música como lenguaje universal que no tiene límites de territorio ni de edad, cosa que pone en práctica: «La música es algo muy primario, a todo el mundo le llega. No es como ser cirujano, que tienes que valer para eso: todos tenemos algo musical. Lo he comprobado con los bebés. Están llorando cuando entro en el aula y cuando empiezo a tocar se van calmando poco a poco», asegura.

—¿Cómo es su experiencia en las escuelas infantiles?

—Es fundamental meter música en la educación. Tenemos proyectos preciosos. Por ejemplo, en Monte Alto, desde hace años venimos haciendo una canción con motivo del Día das Letras Galegas. Tiene su unidad didáctica, se trabaja sobre el autor y se culmina con una canción. Es darle un punto más creativo al aprendizaje. Y funciona. La creatividad hay que estimularla, solo sale del trabajo.

—Hace tiempo que no publica un disco nuevo.

—Tengo uno ya grabado que iba a salir hace algún tiempo. Tenía un acuerdo con una discográfica, pero se frustró por el tema de la crisis de suministros y demás. Así que lo sacaré como pueda. Es un disco ecléctico, porque refleja muchos momentos: hay canciones de antes de la pandemia, de durante y de después. Es un cancionero, pero tiene una peculiaridad, y es que cada canción está basada en un cuadro de la pintora Lara Pintos. O al revés, alguna canción que tenía ya hecha inspiró a Lara para pintar un cuadro.

—Claro, eso merece una presentación cuidada.

—Sin duda, pero también es algo fácil, porque con un cuadro de Lara haces una portada increíble. Así que ya está el trabajo hecho. Solo falta alguien que invierta [ríe].