El proyecto Vacaciones en Paz acoge este año en A Coruña a 86 niños y busca más familias
A CORUÑA
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Los pequeños, de 8 a 12 años, pasan en la provincia dos meses de verano
15 ago 2023 . Actualizado a las 01:08 h.La guerra de Ucrania hizo que los proyectos humanitarios mirasen a Europa más que a África, como era habitual, pero hay iniciativas como la de Vacaciones en Paz, que siguen activas y que intentan recuperar empuje de nuevo tras el covid. A la provincia llegaron este año 86 pequeños, explica Sonia Velo, coordinadora para A Coruña de Solidariedade Galega co Pobo Saharaui, entidad que se ocupa en la comunidad de llevar a cabo un programa que permite a pequeños de entre 8 y 12 años conocer durante dos meses otra cultura y salir temporalmente de los campos de refugiados.
Algunos de los niños fueron recibidos la semana pasada en Cambre y este lunes se hará un acto en Oleiros para mostrar una de las patas de este proyecto, que es la participación de los concellos, Administraciones que colaboran, junto con la Xunta y las Diputaciones. «Este año viñeron poucos, son máis que o ano pasado, pero antes do covid tiñamos uns 200 na provincia da Coruña e en Pontevedra; chegábanse aos 500 ou 600 en toda Galicia. Despois da pandemia foi tamén máis complicado para as familias, porque economicamente tamén hai uns gastos», remarca Velo.

Esta vecina de Abegondo hace un llamamiento para revertir esta situación. Explica que hay menos familias implicadas, un hecho que vincula a que el foco ya no está puesto en el Sáhara y a la necesidad de amplificar su mensaje para que llegue a más zonas. El programa Vacaciones en Paz lleva trayendo niños a Galicia desde 1991.
Este verano los pequeños, que suelen repetir los cuatro años que vienen con la misma familia, llegaron con cierto retraso. Lo hicieron la segunda semana de julio y está previsto que vuelvan a casa, con la experiencia de un mundo muy distinto, el 2 de septiembre.
«Eu levo 30 anos colaborando, só parei pola pandemia e polo traballo», explica Sonia Velo. Desde julio, en su casa corretea Mohamed, que ha descubierto lo que es una piscina y no renuncia al baño diario aunque el tiempo no sea propicio.
Compromiso
Velo, que no esconde lo que aporta ser familia acogedora, tampoco pinta todo de rosa y remarca que el programa requiere compromiso. «Son nenos que veñen dun campo, non saben o que é unha billa, unha piscina, un televisor ou un baño. Aínda que o español sexa a segunda lingua, moitos non a falan, xa que xa naceron nos campos», relata, y pone como ejemplo de los retos a los que tienen que enfrentarse que la primera noche de Mohamed en su casa «caeu tres veces da cama».
Ella viajó, hasta que las obligaciones con sus propios hijos que ahora tienen 13 y 16 años se lo impidieron, muchas veces al Sáhara a visitar a las familias «dos outros meus nenos». «Está moi ben axudalos, sacalos daquelas temperaturas. Falei a semana pasada cos campos e estaban a 55 grados sen auga, sen sombra e sen nada», relata y considera que el proyecto de Vacaciones en Paz es «unha causa moi xusta». «Falta moita divulgación, porque a xente non sabe o que é un campo de refuxiados, todos deberíamos de viaxar a un e ver como se vive», comenta esta voluntaria.
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«Me gustan Yeremay y Álex Bergantiños», explica Abdalahi, un deportivista de 8 años
Abdalahi tiene 8 años, cumple 9 en septiembre y es el segundo verano que pasa en Sobrado dos Monxes con la familia de Marisa Seoane y José Manuel Cardesín. Se muestra reacio a hablar, excepto si se apela a su deportivismo, transmitido por su nueva familia. Ahí se suelta. También si se habla de comida. «Me gustan las hamburguesas y las patatas con carne», resume sobre sus preferencias gastronómicas. Dice que se lo pasa bien, pero que el agua de la piscina de Sobrado «está muy fría».
«Tivemos moita sorte co neno», reconocía Marisa, que se estrenó en este tipo de experiencia el año pasado con Abdalahi. «Este ano chegou a casa e parece como se nunca se mudara», explica, aunque admite que los primeros días el pequeño siempre es más tímido. «É incrible como se adaptan», considera y explica que la experiencia está siendo compartida entre toda la familia, en la que ya hay dos chicos de 25 y 28 años, que viven independientes en A Coruña, pero que se han implicado en atender a Abdalahi cuando sus padres no pueden. Marisa relata que conocía el programa porque una prima de Pontevedra también había acogido dos pequeños hace años, pero lo que lo que les hizo decidirse fue que el año pasado una asociación de Sobrado los convocó a una reunión para explicar en qué consistía Vacaciones en Paz. La información les llegó por distintos lados y decidieron participar. «Viñéronnolo a ofrecer á porta, vimos a posibilidade e agora estamos encantados», reconoce.
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Eva Lema, de Malpica: «Eu levo 25 anos acollendo e é unha satisfacción enorme»
La implicación de las familias es clave en el programa Vacaciones en Paz. Una de las que ha repetido en esta experiencia es Eva Lema, una vecina de Malpica. «Eu levo 25 anos acollendo», explica sin darle importancia. En su familia también su hermana participó durante unos cuantos años. En su caso, lo que le hizo dar el salto e implicarse fue ver un programa en televisión. «Lembro que chegaban uns nenos ao aeroporto e decidín chamar. Ese ano xa acollín», apunta Eva. Siempre le asignaron niñas, ha tenido algunas durante cuatro veranos e incluso una durante seis, ya que era muy pequeña cuando comenzó a venir. «Manteño contacto con elas, coas que xa viñan asignadas», explica. En este tiempo, también ha tenido en casa a otros pequeños saharauis que no lograban integrarse con las familias asignadas y que también tuvieron sitio en su hogar.
«É unha satisfacción enorme, un gasto tamén, porque estes nenos veñen sen nada», reconoce. Explica que los pequeños cuentan con seguro y son atendidos por la Seguridad Social, y que incluso hay dentistas y ópticas con las que hay conciertos, pero siempre hay que comprarles ropa y calzado.
Este año acoge a Salma, de 8 años. «Hai que volver adaptarse a ter unha nena, os meus fillos xa son grandes, a miña filla ten 27 anos e o fillo xa está preto dos 30, pero teño unha sobriña de 3 anos e lévanse de marabilla», comenta. La pequeña va al campamento para niños de Malpica y allí colaboran para que aprenda el idioma.