El sueño incansable de Baltasar Pardal en A Coruña

Andrés Rey / A. A. A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Creó un innovador proyecto educativo centrado en las mujeres que se extendió por Galicia y América Latina y que cambió la concepción de la enseñanza en el siglo XX

30 ago 2023 . Actualizado a las 20:52 h.

Un 30 de agosto de 1923, Baltasar Pardal inauguraba la Grande Obra de Atocha. Este miércoles, cien años después, alumnos, exalumnos, profesores y amigos se reunieron en el Campo da Leña para conmemorar y celebrar la gran contribución que el centro ha supuesto para la ciudad.

Durante el acto, enmarcado en la música tradicional de Os Gaiteiriños, se puso en valor la visión de Pardal, «un nuevo proyecto educativo centrado en las mujeres», y se celebró su figura con cestos de flores y globos. El calificado por muchos como «soñador incansable» contó su propia historia a través de un vídeo conmemorativo.

Eclosión educativa en Atocha

La Grande Obra de Atocha abrió sus puertas un 30 de agosto de 1923. Los sueños que habían surgido en la mente de Pardal, por aquel entonces un joven sacerdote, se vieron por fin materializados: la ciudad tenía un nuevo modelo educativo. El entusiasmo del eclesiástico era contagioso y a su proyecto se sumaron varias maestras que contribuyeron a hacerlo más grande.

En agosto de 1925, la escuela ya tenía más de mil niños matriculados en 12 grupos con una profesora en cada uno, pero las ideas del fundador iban más allá. Se estaban ejecutando las obras para un taller de costura y el penúltimo día de agosto, el «día grande», se inauguró el segundo piso del edificio. En 1927, los reyes de España, Alfonso XIII y Victoria Eugenia visitan la institución y dejan constancia de sus impresiones en el libro de honor de la Grande Obra.

Expansión: Galicia y América

Entre 1931 y 1935, coincidiendo con la Segunda República, las puertas del colegio permanecieron cerradas. No obstante, en la década de los 40, pasada ya la Guerra Civil, la Grande Obra de Atocha alcanzó su pleno desarrollo. Comenzó así la expansión de la institución con la creación de centros filiales. Primero fue el de Pontedeume y luego el de Betanzos, ambos en 1940, para dar respuesta a las demandas que llegaban desde las dos poblaciones. En 1950 se completaron las fundaciones de Galicia con otro colegio en Arzúa.

En marzo de 1955, Pardal viajó a Montevideo con siete maestras, para fundar allí una institución similar a la de A Coruña. Cuando emprendió el regreso a España pasó por Caracas y, tras observar la situación, decidió emprender otro proyecto en la ciudad.

Semilla y legado

3 de marzo de 1963. La muerte de Pardal pone en manos de sus allegados el testigo de continuar la obra que él había emprendido. La semilla que plantó en el barrio de Atocha ha crecido durante estos cien años, y su propósito de proporcionar pan y catecismo a muchas generaciones continúa grabado en el ADN de lo que actualmente es la Grande Obra. «Una escuela moderna, adaptada a las necesidades presentes, que sigue trabajando, preparando a alumnos para la vida, mejorando cada día su método pedagógico, siempre en evolución. Una escuela cuyo sueño es todavía el sueño de Pardal y que mantiene sus cuatro máximas: gran escuela, gran comedor, gran taller y gran iglesia», comentaron esta mañana desde la institución.

Camino a la santidad

En 1996 comenzó el proceso de beatificación del fundador de la Grande Obra. Desde un primer momento, cuando el Instituto Secular de las Hijas de la Natividad de María lanzó la propuesta para canonizar a Pardal, ya afirmaban que conocían casos que habían tardado más de dos siglos.

Se creó un tribunal que durante cinco años recabó pruebas y testimonios sobre la calidad humana y devoción del sacerdote. En el 2001, 6.006 folios partieron hacia Roma para ser analizados. El Vaticano aceptó la propuesta y el fundador de la Grande Obra pasó a ser venerable, pero para ser declarado beato se exige un milagro, y para santo, otro más. En ese momento se inició una búsqueda que todavía se alarga. Celsa Boquete, exdirectora del centro, apuntaba en el 2009 a La Voz de Galicia que «ver Atocha hace cien años y verla ahora ya es un milagro, y el mérito es de Baltasar. Pero lo que hay que encontrar es un milagro tangible, visible, y eso no es tan fácil».

Inés Rey: «O cambio social, o progreso e o avance sempre estarán ligados á ensinanza»

Inés Rey estuvo presente en el acto conmemorativo, junto al arzobispo de Santiago de Compostela, Francisco José Prieto, el director xeral de Educación, Jesús Álvarez Bértolo y más autoridades eclesiásticas y militares.

La alcaldesa comenzó su intervención dando la enhorabuena, en primer lugar, a los alumnos, pero también al personal docente, padres, exalumnos y a todos los que forman parte de la comunidad del centro.

«A Grande Obra de Atocha foi unha revolución no barrio das Atochas. Despois de cen anos toca facer balance, botar a vista cara atrás, revisar as orixes e lembrarnos de figuras que, como Baltasar Pardal, fan que hoxe poidamos estar todos xuntos aquí», decía.

Y habló de Pardal como «un deses coruñeses pioneiros que lembramos como parte da historia da cidade». Un coruñés inconformista, que pensaba en grande y puso en marcha un proyecto que cambió para siempre el barrio de Atocha.

«Baltasar Pardal comprendeu que a educación é unha ferramenta para o cambio, que o progreso e o avance van ligados á ensinanza como formación académica. Mais tamén, por suposto, á ensinanza de valores, que é o que representa este centro que conseguiu dar un novo futuro aos nenos deste barrio».

Rey habló de la institución como ejemplo de la introducción de nuevas formas de educar. Afirmó que la innovación pedagógica que nacía del propio Pardal apostaba por un aprendizaje más libre de lo que normalmente estamos acostumbrados a ver.

«No exterior el apostaba por esa combinación das artes musicais e o temario, deixando tamén liberdade para aprender dende a experimentación. Esa guía segue a estar hoxe presente nas principais etapas, nas diferentes intelixencias, entre as que por suposto a intelixencia emocional ten tamén un importantísimo papel. Algo que todavía escapa ao currículo xeral é para a Grande Obra de Atocha unha cuestión centenaria, ligada á orixe do centro».