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La segunda feria de empleo para mayores de 45 años organizada por la Cámara de Comercio atrajo a 500 parados y 70 empresas
16 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Mercedes Arán, pontevedresa, madre de dos hijos, 20 años en Holanda, otros tantos trabajando en una de las tiendas de Zara más grandes del mundo, en Ámsterdam; Rosa María Louzán, arquitecta, seis años sin un contrato de trabajo, vive con sus padres en Cee, las oportunidades le quedan lejos; Emma, cajera y dependienta, dos meses y medio de actividad en los últimos dos años, vive con su pareja en A Coruña, va arañando subsidios y ayudas; Fernando Alba, venezolano de madre gallega y padre canario, dos hijas, licenciado en ADE, dirigió un grupo de tiendas en Caracas «hasta que el Gobierno acabó con ellas», desde entonces en paro.
A las dos de la tarde de este miércoles estos cuatro trabajadores apuraban los últimos minutos de la segunda Feira de Emprego +45 organizada en Palexco por la Cámara de Comercio de A Coruña. Llevaban cinco horas de pasillos, entrevistas e intercambio de impresiones con candidatos como ellos. Detrás de pequeñas mesas portátiles, técnicos de recursos humanos de 70 empresas de alimentación, energía, industria o comercio recogían currículos, sondeaban circunstancias personales y calibraban perfiles profesionales en dos grandes salas con vistas a la Marina y a un espectacular yate atracado en el muelle.
Los demandantes de empleo sumaban 500 y ninguno era menor de 45 años. «A ver si fructifica el contacto así, de persona a persona —confió Emma—. Cuando respondes a una oferta de trabajo en un portal web normalmente no tienes feedback, no hay nadie al otro lado, es muy difícil llegar a las empresas», advirtió esta mujer, que mantiene todos los hilos tendidos. «Busco en redes, por la calle, en anuncios, internet, a través de amigos, busco de todas las maneras», dice.

En la primera edición de la feria, el 15 % de las personas que buscaron empleo lo encontraron. Rosa Louzán supo de esta segunda cita por otro encuentro, especializado en jóvenes talentos, al que fue despistada. «Nada más llegar una chica muy amable me dijo que era para jóvenes y me sugirió venir a la de mayores de 45», recuerda a sus 47 esta arquitecta que ve agrandarse la brecha con la siguiente generación.
«Yo soy de otro plan de estudios, creo que el mío era más exigente, pero también me doy cuenta de que las empresas empiezan a pedir programas que yo no manejo, como Revit, en vez de Autocad», señala con la certeza de que la única salida es dejar la Costa da Morte. «Tengo clarísimo que me tengo que ir. Por eso oposito», explica. No consiguió plaza en las pruebas de acceso para arquitectos de la Xunta, que no se convocaron en ocho años, y ahora prepara las de administrativos mientras saca el certificado profesional en gestión administrativa.

De vuelta a casa, en la dirección contraria, está Mercedes Arán. Después de pasar media vida en el país de su marido, esta mujer acostumbrada a sacar adelante «altas cargas de trabajo y mil incidencias» regresa a A Coruña y descubre que sin carné de conducir, del todo prescindible en Holanda, aquí no va a ningún lado. Eso y la burocracia embarullada la hacen sentir una extraña en su tierra. «La Diputación por un lado, el Ayuntamiento, la Xunta, el SEPE, las prestaciones estatales, las oficinas autonómicas... Pero los orientadores están sobrepasados, uno de ellos me dijo que si en Holanda tienen ocho trabajadores al mes aquí ven a 23 en una mañana», apunta. «Con tres idiomas y 20 años en Zara en Ámsterdam, no encuentro nada estable», dice. Mientras, se forma en ofimática avanzada gracias a los «programas geniales de la Cámara», dice.

Pasa a pocos metros Fernando Abad. Su padre está vivo, dice, sus hijas están bien, su mujer ha conseguido homologar su título de médica y ya puede ejercer en España. «Tenemos que ser optimistas y seguir luchando día a día. No se sabe qué puede pasar», afirma. Y hace una llamada: «A Coruña es una de las ciudades más hermosas que conozco. No se olviden de Venezuela»