Cae el camello que en abril juró no volver a traficar en la Sagrada Familia de A Coruña

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

marcos míguez

Los vecinos se habían concentrado frente al narcopiso del arrestado

24 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El bajo del número 11 de la calle Sagrada Familia llevaba años siendo un foco de inseguridad y el pasado 15 de abril los vecinos tomaron el mando. Convocaron una concentración frente a la vivienda para exigir que dejaran de trapichear. Dirigían la protesta contra una familia del barrio de toda la vida, a la que culpaban del trasiego de toxicómanos por los alrededores del edificio. Un día después de la manifestación, uno de los señalados escribió una carta pública en un grupo de Facebook de la Sagrada Familia en la que pedía perdón y juraba no volver a trapichear. Durante un tiempo, los residentes comprobaron que esa promesa era creíble. Pero poco duró la paz. «Descansamos un poco durante unos días. Es cierto que los clientes ya no iban a comprar con tanto descaro y dejaron de hacerlo por el portal para adquirir las dosis por la ventana que da a una plaza trasera del edificio», cuenta uno de los vecinos.

Antes de la concentración, la policía ya estaba encima de esa familia. Y después de la protesta, continuó con las vigilancias. Como resultado de las pesquisas, la brigada judicial de la Policía Nacional realizó a primera hora del miércoles una operación para desarticular ese punto de venta de drogas y detuvo a dos hombres en el interior del narcopiso. En la intervención participaron varias dotaciones y la unidad canina. Se desarrolló con rapidez y a primera hora de la mañana, lo que hizo que muchos vecinos de la zona ni se percataran de lo sucedido.

Este jueves, el narcopiso amaneció con las persianas bajadas y cerrado a cal y canto y sin ningún tipo de movimiento en su interior. Los vecinos aseguran que desde que llevaron a cabo la protesta, el trajín en la vivienda había ido a menos o, por lo menos, era más disimulado y, además, la presencia policial en la zona era constante. «Esta temporada estaba la cosa un poquito más tranquila. El movimiento era por la parte de atrás, donde hay otro acceso, pero parece que por delante habían parado», explicó una residente de la zona en el programa Voces de A Coruña, de Radio Voz. «La policía venía a menudo y vigilaba. A pesar de las detenciones, en el barrio se muestran desconfiados y, aunque esperan que «esto no se repita», temen que las personas que frecuentaban el narcopiso que la policía acaba de desmantelar, trasladen su actividad a otra vivienda próxima.

Aquella carta manuscrita de uno de los presuntos camellos detenidos el miércoles en la redada sorprendió a todo el mundo. Así decía: «Os doy mi palabra de que esto se acabó. Os comportáis como cazadores de brujas. Me equivoqué y pido perdón; y si puedo compensar el daño lo haré. Los drogatas hacemos estupideces por culpa de la puta droga. Ojalá no fuera así. Os doy mi palabra de que ni una más. No sé qué más decir. Solo pedir perdón a todo el barrio. Supongo que esto no servirá de nada, pero al menos lo intenté».

La carta está escrita en primera persona y, según allegados al autor, la escribió no solo para disculparse, sino para asumir toda la culpa y exonerar al resto de la familia, tanto a sus padres como a su hermano.

Los vecinos quieren que así sea y que cumpla. «Por aquí pasan niños, ancianos también. Ya pasamos por esto en los ochenta», comentaba este jueves un residente. «Se metían a drogarse en la galerías y no estamos dispuestos a volver a soportarlo de nuevo», añadió.

Por su parte, la asociación vecinal se desmarca de la concentración por considerar que la publicidad no le hace ningún bien al barrio y afirma que trabajan con las autoridades para atajar el problema.

Otro de los puntos de venta de droga que denuncian los vecinos es el de la calle Vizcaya: un edificio en el que, ya sea de noche o a plena luz del día, el trapicheo es constante. El modus operandi, relatan los residentes en este bloque, es sencillo: «Escuchas el contenedor cada dos por tres: emiten silbidos y gritos para llamar la atención y comunicarse». Muchas veces la gente que acude a comprar droga, presuntamente, no llega a entrar en el portal. Otros, señalan, sí lo hacen, por lo que las escaleras experimentan un continuo trasiego de transeúntes. La situación de este edificio no tiene fácil solución, pero los vecinos de Os Mallos confían en que pronto haya avances tras reunirse con la subdelegada del Gobierno en A Coruña.